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Hace años empecé a bocetar este dibujo y tenía esta frase en mi cabeza:
La imagino recostada mientras rasga la piel seca de sus veintitantos, piensa: «Algo tiene que estar creciendo acá, estoy segura. Si no ¿cómo te perdonas a vos misma por dejar que todo esto se pudra?».
Me topé con esa frase por ahí en algún blog en inglés, hace muchísimos años, y no dejó de resonar en mí.
Es gracioso porque nunca la escribí hasta ahora. Sin embargo, la recuerdo patente. Mi interpretación de la frase cambiaba a medida que crecía. Primero, solo veía en ella la desesperación, el querer encontrar respuestas ante el dolor de la descomposición. Me concentraba en la pregunta final, más precisamente en el final de esa pregunta…”por dejar que todo esto se pudra”.
Mi foco cambió y ahora veo que estas líneas también reflejan esperanza, hay una certeza de que atravesando el dolor hay algo bueno que encontrar. Además, está la posibilidad de perdonarse (esa posibilidad que antes no consideraba para nada, ¿yo? ¿merecedora de amor y compasión? ¿desde cuándo?).
No es coincidencia que haya agarrado este boceto para terminarlo este año. 2023 fue un año de muchísimo crecimiento personal, que costó horrores (sí, “horrores”en el sentido más literal de la palabra). Me tomé de la mano, me prometí mucha paciencia y compasión, y me dejé caminar por esos rincones oscuros de mi mente, los que cerraba con candado y llave sin querer queriendo. Lo que nadie te cuenta es que: cuando ya estés a salvo y puedas dejar de vivir en modo supervivencia, cuando puedas dejarte llevar y puedas empezar a procesar tus traumas, las cosas se van a poner muy, muy feas antes de que, lentamente, empiecen a mejorar. No puedo encontrar palabras para describir el sentimiento que tuve al desbloquear recuerdos reprimidos, era miedo en su estado más primitivo. Sentía que mi cerebro estaba a punto de explotar, fue como meterme a un cuarto oscuro y tantear a ciegas a ver qué podía empezar a sacar y analizar. Fui sacando a la luz una cosa a la vez.
Entendí por qué todo esto estaba bloqueado ahí, necesitaba estar en un ambiente seguro para liberarlo, como si de alguna manera mi cabeza se hubiese querido asegurar de que iba a poder manejar el dolor que acarreaban esos recuerdos.
Mi lección (hasta ahora) es: a veces es necesario dejar que esas viejas experiencias se pudran y sirvan como abono para darle paso a tu nueva piel, una piel mucho más suavecita porque ya no necesitas tanta armadura ❤️.
🔸 lápices, acuarelas
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