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Rosario Gonzalez

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Las fotos en las que salimos mal

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¿En qué momento perdimos la espontaneidad para volvernos un montón de imágenes retocadas? Recuerdo la época de las cámaras con rollo fotográfico, ese que tenías que ir a revelar. Disponías, como mucho, de 36 fotos por rollo, no podías perder el tiempo y la plata ensayando veinte selfies para elegir una o dos y borrar las demás, ocultándolas para siempre de la mirada del mundo. Las fotos eran para plasmar un evento, una época, una situación que valía la pena guardar. Salías como eras. Te veías como te veían. En algunas con los ojos cerrados o desde un ángulo que te mostraba la papada. Muerta de risa, pero de verdad. Mirando para otro lado, pero con tu familia o tus amigos alrededor. Más lindo o más feo. Más gorda o más flaca. Más joven o más viejo. Pero siempre más real. También me acuerdo que venían unos stickers graciosos, unos globos de diálogo como los de los cómics para pegar sobre las fotos. «No sé qué hago acá», «Me tomé todo», «Soy divino». Se usaban irónicamente, sobre todo para esas caras raras o un poco ridículas con las que salíamos sin querer. ¡No pasaba nada si salíamos haciendo el ridículo! Nos reíamos de la foto o decíamos «Qué boluda, cómo voy a salir así» y listo. Hoy pareciera que lo más importante es que mucha gente te diga que estás re linda, que sos «una bomba», «un fuego», aunque ni sepan quién sos, o aunque te conozcan pero no les importes, o aunque te vean cotidianamente y sepan que sos una persona normal, única, pero como cualquier otra. Los pensamientos narcisistas lo invadieron todo. La inseguridad es cada vez mayor. No importa tanto el recuerdo, sino cómo nos vemos en él. No importa la persona que sale a nuestro lado, sino que nos favorezca la toma. ¿Está mal que nos preocupe la imagen? No, pero es horrible que se nos olvide que a la gente que nos quiere de verdad, le importa un carajo cómo salimos en una foto. La gente que nos quiere de verdad, no nos juzga por un like de menos o un like de más. Quizás deberíamos volver a vernos más seguido con esos ojos. Con más cariño, con más bondad.
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