Si pienso en mi bolita de pelos, que ya no está en este mundo, se resbalan mis lágrimas, desconsoladas. Pero si quiero llorar por algunas personas, mis pupilas permanecen marchitas y mi alma queda confundida. Y es que no es mi alma la que los llora, es mi ego el que se asquea. Resiste todos los puñales que lo hostigan. Repele cada vestigio del miedo infundado y la confianza quebrantada. No es mi alma que zollosa, es mi ego que, enojado, resuena. ~Silvana Micaela Vázquez ©