Las heridas que aún sangran y nadie parece curar. Duele en el alma ver que las promesas son sombras en el alma de un pueblo que merece resurgir de las cenizas del pasado. El destino de nuestra gente sufrida, niños sin niñez, trabajadores con las manos ajadas, abuelos sin plazas ni palomas, el hambre durmiendo en las galerías, todos ellos pusieron el voto, quizás su último voto y hoy esperan la verdad, el hambre es el cuerpo comiéndose a sí mismo y hoy mi Argentina está desarmada, como una presa desangrándose ante los dientes de los leones, la mirada de los buitres y la paciencia de los gusanos. Solo pido cumplir con el compromiso de los corazones que dejaron sus ilusiones en las urnas, sus últimas esperanzas de volver a recuperar la dignidad que les arrebataron. Los argentinos sabemos luchar contra el enemigo pero no sabemos luchar contra los nuestros. El FMI hará lo que tenga que hacer mientras nosotros subimos paso por paso, escalón por escalón para salir de una buena vez de este pozo donde nos dejaron. HLVS.