Pienso en la frase "¡qué loco!". Así. Simple. Pero era nuestra frase. La decíamos para todo. Todo nos sorprendía. Era una excusa para opinar lo que sea. Una excusa para explorar nuestras ideas, nuestros ojos. Explorar cómo vemos. Qué vemos. Hoy pienso —sin ti— "qué loco las perspectivas de la vida" lo que para algunos es un final para otros es un comienzo, lo que para unos fue un momento feliz para otros fue otra cosa. Qué loco sentir. Qué loco que hay una línea ínfima entre sentir y pensar, a veces no sabes si sientes o piensas primero. A veces ambas están en blanco. A veces ambas están en negro. --- Qué loco que para mí la última vez que realmente te vi, fue la noche de nuestro último abrazo sin saber que era el último abrazo. Aún así, hoy te vi de vuelta. También era de noche. Pero no fue la misma noche. Hoy nos abrazamos. Y aún así yo sigo pensando en aquel último abrazo como el último. --- Ahora mi miedo es que si nos volvemos a ver, y nos volvemos a ver, y nos volvemos a ver, ¿en qué momento dejaré de ver ese último abrazo como el último? ¿sembraremos nuevos abrazos? Quizás después de hoy todo será igual y ya no importa cuál fue el último abrazo. Lo que importa es que sí hubo un último abrazo.