"No sabemos cuánto tiempo habremos pasado en las ciénagas. Hicimos apuestas para distraernos durante las largas caminatas pero cuando encontramos a los comerciantes que nos darían alguna certeza del paso del tiempo, resultó ser que entre ellos mismos se contradecían y de alguna manera nos resignamos a convivir con la poca noción. Entre el aire viciado y húmedo y el olor a hachís que las mochilas emanaban, comencé a preocuparme por mi cordura. Todos los trazos vegetales parecen moverse de día y de noche todo está quieto y ahí es cuando realmente te preguntas... ¿Cuántas criaturas me estarán vigilando ahora mismo? Volvimos a apostar con cero y ninguna expectativas de averiguarlo. Hasta J que no tiene idea de lo que es el sarcasmo o un chiste bien contado se rió un poco cuando M.O. dijo que extrañaba las tormentas de polvo. No sé si las recompensas de las que nos hablaron valen todo esto. No veo el momento de salir de esta porquería, de ser posible con todos mis camaradas y con todas mis extremidades."