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Silvia Barayobre: "Mujeres espías de la revolución".
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María Loreto Sánchez de Peón Frías fue jefa de Inteligencia de la Vanguardia del Ejército del Norte y autora del plan continental de Bomberas, aprobado y autorizado por el Gral. Güemes. Loreto conoce en su juventud a Pedro José Frías, un revolucionario con el que tuvo dos hijos. Lideró Las Damas de Salta, un grupo conformado por amigas y conocidas, entre las que se encontraban Juana Moro de López, Petrona Arias, Juana Torino, Magdalena Güemes, Martina Silva de Gurruchaga y Andrea Zenarrusa, que eran ayudadas por sus hijos y criadas, y participaban mujeres de todas las clases sociales.
Lideró en Salta la organización de Damas de la Sociedad Salteña que efectuó eficaces tareas de espionaje y sabotaje contra las fuerzas realistas .
Tras vencer en Vilcapugio y Ayohuma el general realista Joaquín de la Pezuela ocupó la ciudad de Salta. Juana Moro y María Loreto Sánchez Peón constituyeron una eficaz red de espionaje.
El mismo Pezuela informaría al virrey del Perú en una comunicación interceptada por los patriotas que «Los gauchos nos hacen casi con impunidad una guerra lenta pero fatigosa y perjudicial. A todo esto se agrega otra no menos perjudicial que es la de ser avisados por horas de nuestros movimientos y proyectos por medio de los habitantes de estas estancias y principalmente de las mujeres, cada una de ellas es una espía vigilante y puntual para transmitir las ocurrencias más diminutas de éste Ejército.»
Ayudadas por sus hijos pequeños y sus criados espiaban al enemigo realista e informaban a los patriotas, aprovechando de su sociabilidad y afición a las fiestas. Solía disfrazarse para vender pan y pasteles al ejército realista y a la hora de pasar lista se sentaba en un rincón tomando silenciosa nota del número de fuerzas enemigas ayudada de dos bolsas de maíz, una para los presentes y otra para los ausentes.
Para sus comunicaciones con el coronel patriota Luis Burela utilizaba un hueco practicado en un árbol a orillas del río Arias, donde sus criadas que acudían al río con la excusa del lavado de la ropa o para conducir el agua para el servicio doméstico, depositaban los mensajes y retiraban instrucciones.
María Loreto Sánchez murió el 10 de agosto de 1870
Juana Moro espiaba montada a caballo los movimientos del enemigo por un territorio que sólo conocía ella. Juana, humildemente vestida, se trasladaba a caballo espiando recursos y movimientos del enemigo. Solo en una oportunidad fue apresada y obligada a cargar pesadas cadenas que no consiguieron que confesara o delatara a sus compañeros.
Pezuela, conociendo la actividad de Juana Moro, resolvió castigarla con la muerte para lo cual ordenó encerrarla en su casa y tapiar las aberturas. Su vecina, aunque realista, se compadeció y efectuó un boquete en la pared y le proveyó agua y alimentos hasta que los realistas fueron expulsados, salvándola de morir de inanición. Desde ese momento le quedó el mote de la emparedada.
Se disfrazaban, ocultaban papeles entre sus faldas, montaban a caballo y recorrían largas distancias para obtener información y transmitirla al ejército patriota. Se organizaban para anticiparse a los planes del enemigo. Loreto se disfrazaba de viandera, con una canasta de comida en la cabeza y granos de maíz en los bolsillos a sentarse a la plaza donde estos acampaban. Cuando aparecía el oficial que cantaba uno por uno los nombres, ella pasaba un grano de maíz de un bolsillo a otro por cada presente y luego enviaba esa información a través de un buzón encubierto en la corteza de un árbol. Todos los días, las criadas lavaban allí la ropa, transportando mensajes, que luego un soldado retiraba al anochecer dejando nuevas instrucciones y pedidos de información.
Al igual que su amiga Loreto Sánchez Peón, disfrazada de gaucho o de viajera pasaba a caballo desde Salta a Orán o a Jujuy, ciudad ocupada por los españoles, llevando partes y trayendo noticias.
En una ocasión se disfrazó de coya y marchó por las quebradas en busca del general Juan Antonio Álvarez de Arenales para conocer la posición de su ejército ante las informaciones contradictorias que llegaban del frente. Pocos días después regresó y se reunió con la esposa del general, la patriota Serafina de González Hoyos, informando a los patriotas que Arenales estaría en Salta al día siguiente desalojando a la guarnición española. En esa oportunidad, la población entusiasmada paseó a Juana Moro por las calles de Salta
Años después de finalizada la guerra y consolidada la independencia argentina continuó desempeñando un papel destacado en la sociedad salteña. Así, integró el grupo de damas salteñas que se dirigió al gobierno «lamentando la postergación a que se relega al sexo femenino al no permitírseles jurar la Constitución Nacional».
Juana Moro murió el 17 de diciembre de 1874.
Conducen Silvia Barayobre y Oscar Rodríguez
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