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Mi Yo De Papel

Escritura y literatura
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Había sido una suerte que Esteban me hubiera dejado la casa para festejar mi cumpleaños. La vista a la laguna desde el tercer piso era soñada. La verdad que la casa de mi padrastro se prestaba para todo, pero, esta terraza, sobre todo, se prestaba para una buena revolcada. Y era exactamente eso lo que tenía en mente para mi cumpleaños número veintinueve. —Todavía no entiendo cómo es que mi tío te deja hacer semejante fiesta en su casa. Mis viejos son copados, pero no tanto —murmuró Pía, mirando un tanto asombrada la cantidad de gente que había en el living de la casa. Sonreí, agradecida, porque la verdad era que Esteban a veces me consentía demasiado. De todas formas, creo que, esta vez, mi mamá había usado sus encantos para terminar de convencerlo. —Creo que está queriendo casarse con mi mamá, por eso me da todos los gustos —comenté, pero entonces noté que Jazmín no dejaba de mirar la puerta, irritándome con su impaciencia—. —¡Ay Dios! nena ¿te podés calmar? Me estás poniendo nerviosa… tranquila, va a venir. —¿Quién? —dijo Jazmín poniendo cara de inocente. —¿Quién va a ser? tu cuñadito, Gabriel —respondió Anto sonriendo, y entonces decidí molestar a Jaz. —Che, ¿te molesta si me lo garch*? —pregunté y tuve que hacer un esfuerzo para no cagarme de risa al ver la cara de horror de mi amiga. ¡Dios, era tan obvio que el flaco le gustaba!—. Digo, si sólo es tu cuñado… no te jode ¿o sí? —seguí. Ella quiso negarlo todo, pero pareció que el cerebro se le congeló, entonces Anto y yo soltamos una carcajada. Quise seguir con el chiste un poco más, pero algo me distrajo: mi víctima había llegado. —Bueno, chicas, lamento dejarlas, pero veo que ahí llegó Guille, así que es mi momento de pescar, porque no pienso irme a la cama sola hoy. Bye —dije y sin perder tiempo me abrí paso entre la gente y lo fui a saludar a potro de Guille. La verdad es que no lo conocía lo suficiente, así que fue casi una sorpresa que al final hubiera decidido venir a la fiesta. —Hola, linda —dijo al verme poniendo una sonrisa de Ken que seguro había enamorado a más de una—. Feliz cumpleaños. Él me abrazó y me apretó contra su cuerpo. Me pegué a él y pude sentir un bulto que prometía, así que cuando me despegué de él, le regalé una sonrisa sugerente. —Me encanta que hayas venido… ¿ese paquete es para mí? —bromé, y él al entender mis intenciones, sonrió todavía más. Y sólo con eso ya lo supe… había picado el anzuelo. 🌙
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