Ni idea pero todos te adoraban y yo no terminaba de cerrar la idea, ni entendía que buscabas conmigo o de mí mostrándote más física, más dulce y más cercana con alguien que no te ofrecía nada, y no con los que más te reclamaban atención. Yo sentía culpa de no poder ser como vos esperabas, pero tampoco me fluía serlo, y me doy crédito por haberlo entendido tan rápido en aquel momento, aunque no haya sido tan consciente de eso a lo largo del proceso. Había algo en vos qué me disparaba las alarmas de peligro, yo sabía que lo profundo del iceberg, lo que no mostrabas, tenía mucho que ver con esa sensación de peligro que me transmitias... Y aunque yo no estaba interesada en sumergirme más allá de tu fachada, si te tengo que ser sincera, me llamaba la atención espiar lo que escondías, animandome a flotar alrededor tuyo, solo con las antiparras para poderte observar mejor. Los 17 no son una mala edad para probar la marihuana y quizás tampoco para experimentar entre amigas algunas cosas más allá. Los besos furiosos en los boliches para "demostrarle" a los "feos" que "éramos novias" y para invitar a los "lindos" a que se sumen a nuestra fiesta eran súper divertidos. Bailar juntas bien apretaditas mientras nos dabamos besos porque sí y empujarnos entre nosotras llamandonos "putita tortillera" cuando alguna se ponía más melosa y disipar la cercanía con risitas y los ojos vidriosos también, porque todo estaba bajo control. Éramos amigas. Tu acento exótico y actitud extrovertida sumada a tu melena larga teñida de rubio atraían tanto como mí actitud divertida y recatada, mí melena rubia natural y mí "culo enorme" como vos recalcabas que tenía acompañando tus palabras siempre con apretujones y nalgadas. Esa combinación nos metía más de una vez en situaciones incómodas con machos desagradables que no entendían nuestros límites y que solo queríamos jugar y ya. Pero vos ibas más lejos...