Pero vos ibas más lejos, eras una bala perdida sin dirección, pero siempre encontrabas destino en los rincones más oscuros y con los hombres más "maduros", y a mí me costaba hacerte volver a nuestro centro seguro, a nuestro "mucho ruido y pocas nueces" que nos funcionaba perfecto para divertirnos,comer algo rico y volver contentas a casa para revisar las fotos de la cámara digital y determinar que tan lindo era realmente el príncipe que veiamos en la oscuridad, o si todo fue un gran flash producto de las luces, el olor a chicle de menta y los perfumes ricos que tanto nos seducian. Y ahí empezaba nuestra semana, yo me mantenía enfocada en los estudios mientras vos empezabas a contactar a los "maduritos" que recolectabas los fines de semana en el oscuro, y mientras yo te decía que perdías tiempo buscando un papi en esos señores, vos me criticabas los pendejos que elegía que no tenían "nada para dar". Darme qué? No entendía a qué ibas, hasta que pasaron unos años y crecimos más, aunque no tanto como para alcanzar la edad que decías tener en realidad. Cuando terminamos el colegio cada una tomo un rumbo distinto pero seguimos en contacto, el suficiente para que me cuentes de tus andanzas con hombres mayores que te regalaban los juguetes de silicona lila con vibrador que compartíamos encerradas en el baño de mí casa, vos en la bañera completamente vestida y con el pantalón bajo y yo sentada en el bidet, sin entender muy bien como usar el estimulador de clítoris, pero viéndote disfrutar de tu juguete y calentandome con la situación. No había besos ni caricias, vos tenías tu estilo de vida promiscuo e interesado que yo desaprobaba, y yo tenía un noviecito con el que pensaba casarme algún día, pero no estaba mal jugar escondidas un ratito, juntas aunque sea compartiendo visualmente el placer de la otra, ayudandonos con el chorro del bidet, la técnica secreta que te enseñé, y las cremas de catálogo que le robabas a tu mamá para lubricarnos más.