Imagen de portadaImagen de perfil
Seguir

Un caramelo Media Hora

Escritura y literatura
Invitame un cortado en jarrito

El perfume de la Chacra 78

Cargando imagen
La Carpocapsa es una polilla que ataca y destruye frutales. Una especie de cuco frutícola en el alto Valle de Río Negro. Mi tío, que tiene una chacra por ahí, entre los pueblos de Allen y Roca, decidió combatirla hace ya muchos años. Junto con otros chacareros vecinos ideó una trampa: Un lanza perfume de feromomonas que logra confusión sexual en el insecto. Así, una vez esparcida, el macho sale a buscar a la dueña de ese olor irresistible para copularla en el aire. Pero la intensidad aromática desconcierta al amante que no sabe hacia dónde ir hasta que , irremediablemente, se atasca en una solución pegajosa ( y poco romántica) donde queda atrapado y muere. Ese aroma satura el éter de las chacras. Tanto que es posible detectarlo, en cualquier momento del año. Es Junio y tengo treinta años. Voy siguiendo el camino que marca la fragancia sutil y me pierdo, entre manzanos recién podados. A medida que sigo avanzando entre los árboles, el tiempo da un giro y es Febrero. Faltan pocos días para mi cumpleaños. Todo a mi alrededor se ve brillante, verde y más grande. La casa de la Chacra 78 está pintada de otro color y, sobre el jardín delantero, hay una pelopincho celeste. Voy a cumplir cinco. Corro a reunirme con mis primos, que me llaman desde la pileta. Chapoteamos y gritamos, quebrando la solemnidad silenciosa de la siesta. Jugamos los tres en el agua mientras veo a mi madre, que viene hacia nosotros, con una palangana llena de duraznos japoneses que acaba de cosechar. Salgo de la pileta y espero ansiosa que termine de pelarme el durazno chatito de pulpa pálida . Lo llevo a mi boca, repetidas veces, mientras siento un hilo de jugo correr por mi mano y rodar, por el brazo, hasta el codo. Con los dedos pegoteados, empiezo a caminar por la veredita de baldosas marrones pegada a la casa. Camino por ahí porque hay sombra y el piso está fresco. Al final hay una acequia. Hago volar el carozo, que cae y se pierde en la corriente cristalina. Y hay un olor dulce flotando en el aire que lo envuelve todo, mientras miro las manzanas pintando de rojo a los árboles, que ya no tienen ni hojas ni fruta. Entonces todo se ve seco, ocre y más pequeño. Es tiempo de letargo. A pesar de ello el perfume persiste, inclasificable y embriagador. Voy dejando huellas sonoras en la hojarasca. Camino hasta toparme con una casa De madera. Una diferente a la de veinticinco años atrás, próxima a la anterior . Está oscureciendo y empieza a hacer frío. Uno de mis primos sale al encuentro. Me muestra orgulloso su hogar y después me dice que quiere pruebe algo que acaba de hacer: Es un licor, de durazno japonés.-
Ver más

Debes ser mayor de 18 años para ver este contenido