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Andrea Marone

Arte
Colaborá con un cafecito

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TRAS SABOREAR EL DULCE TODAVÍA TIBIO entro en trance soy poseída. En mis párpados cerrados conspiran los frutos por nacernos. Hablan con la trayectoria del caer de sus pétalos. Fértiles por saldar la herida ensayan partos mudos. Su semilla engrosada con el barro todavía se fragmenta entre las raíces. Cascarón de huevo. Es que hay un dolor silencioso desde donde ocurre lo vivo. Y agonizan hojas, tallos conjuran cantos para alivianar la quemazón. Cae la melodía que es agua espesa entre las piedras del arroyo. Cae cada nota por mi sumergida piel de manzana. Bebe del río y remonta la calandria. Su vuelo repite una coreografía que es un himno de la vida nacida a la intemperie. El ritmo es invisible. Dibuja en el cielo figuras trágicas. Bocanada de piedad que consigue sublimar el equilibrio frágil del instante irrepetible.
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