El contenido a publicar debe seguir las normas de contenido caso contrario se procederá a eliminar y suspender la cuenta.
¿Quiénes pueden ver este post?
Para crear un post para suscriptores primero debes crear un plan
El Agujero
Los años habían pasado aunque siempre pareció que no iban a pasar nunca.
En el yermo desolado en que se había convertido su mente, él lo recordaba todo.
Las imágenes, olores y sensaciones se mantenían tan vivas en su confusa memoria que a veces dudaba de que no hubiese sucedido todo precisamente ayer. Recordaba la cuchara sobre la mesa como si la tuviera enfrente y el olor que desprendía al empezar a calentarse, ese olor a metal caliente y burbujeante heroína de mala calidad, le rondaba la punta de la nariz. Igual de vívidamente recordaba también el final de la noche, las mañanas de abstinencia y las tardes de temblores. Las botellas que se vaciaban una a una no pudiendo contener del todo la necesidad de seguir esnifando cocaína a pesar de que se hubiera acabado.
Recordaba las calles, las veredas, los lugares de mala muerte donde a veces se despertaba sin saber cómo había llegado a allí. Recordaba a aquéllos colegas que quedaron en el camino.
Recordando esto último podía sentir como sus adormecidas entrañas estallaban en un profundo odio y una inmensa ira que eran más que razonables, eran humanas. La furia contenida por tener la certeza de que aquéllos chavales, jóvenes como él en ese entonces, se merecían algo mejor que dejarse en corazón en una sobredosis de speed o morir como ratas envenenados con heroína adulterada. Incluso lo piensa sobre quienes no aguantaron más y se reventaron la cabeza de un balazo o saltaron por el balcón en una teatral metáfora de último vuelo.
Estaba más que seguro de que aquéllos que lo acusaban de terrorista, de rebelde sin causa, no habían visto y mucho menos vivido en carne propia los estragos que sus propias leyes, su propio sistema penal hecho a la doble moral, provocaban.
¿Cómo pretendían que olvidara el hecho de que el veneno que mató a sus amigos se los vendió un guardia civil?
No. Aunque tuviese el mundo en su contra jamás lo convencerían de que había actuado mal al volar aquél cuartel. Los diarios y la televisión hablaron de la familia y de las viudas de los guardias civiles que mató, pero jamás dedicaron una sola linea a toda la buena gente que había visto morir por no poder conseguir una aguja limpia. Y sabe mejor que nadie que él mismo podría haber sido un muerto más, que sólo tuvo suerte y una bendita intuición que siempre lo ayudó a salvarse justo a tiempo.
Todo esto pensaba mientras miraba fijamente la pared gris avejentado de su celda cuándo, de repente, lo vio. Era un agujerito ínfimo, del tamaño apenas suficiente para que uno pudiese introducir un alfiler, pero nada más. Por él se colaba un rayito de luz solar del exterior. Lo vio y ya no pudo dejar de verlo.
Al principio no le dio importancia, luego lo empezó a ver como una especie de puente entre él y el mundo externo. Aquél exterior que tanto anhelaba, dónde sabía que era de día porque en el cielo brillaba el sol y no porque le tocasen la puerta de la celda para dejarle un plato de algo que nadie, ni siquiera él que había comido dela basura incontables veces, podía llamar comida. Media pizza a medio comer por las cucarachas era un manjar al lado de la pasta grisácea que le servían allí.
Ese puente inesperado y diminuto poco a poco fue convirtiéndose en el centro de su atención. Sentía que a través de él podía percibir algo, aunque sea un gramo, de libertad. Desde que el sol y la luna se colaban por allí había vuelto a pensar en salir. Había vuelto a sentir que en algún punto de de sí mismo estaba vivo y no era, como él creía, un saco de piel y huesos condenado a perpetuo encierro en un cajón sórdido.
Había vuelto a recordar lo bello de la existencia: Contemplar el cauce de un manso río, comer hongos y pasear por los bosques, aquéllas cosas que hacía con sus colegas que sí tenían un sentido más allá y habían sido el mas sincero intento de todos de hacerse un mundo mejor. Y, junto a todo esto, había vuelto a pensar en escapar.
Pensó en aquél anarquista ucraniano, Radowitzky, al que habían metido preso en una cárcel del sur de Argentina, alejada de cualquier poblado, dónde sufrió abominables maltratos y fue torturado de una forma muy particular: Cómo única lectura le permitían la biblia. Y pensando en él concluyó dos cosas; que tenemos mucho que agradecer a mucha gente y que si Radowitzky pudo salir de esa, él también podría hacerlo.
Entonces, en un chispazo de lucidez, ideó su plan de escape en tan solo unos segundos.
Comenzó a pasar la totalidad de su tiempo mirando por el agujerito de la pared. No llegaba a ver nada más que luz, pero le bastaba para imaginarse el mundo del otro lado. Tomó ese pensamiento y centró toda su fuerza en él, se imaginó a sí mismo cada vez más pequeño, intentando pasar por ese agujero por dónde apenas cabía, cómo ya he dicho, un alfiler.
Lo primero en desaparecer fueron sus manos. Era una lástima, porque disfrutaba de escribir, pero le facilitó centrar todo su tiempo en la tarea de imaginarse pasando por el agujero y llegando al otro lado. Dormía lo justo y necesario para luego poder mantenerse despierto y comía sólo para ayudar a su mente agotada por el enorme esfuerzo que venía realizando.
Luego desaparecieron sus pies. Más tarde, sus piernas. Se veía obligado a arrastrarse para moverse, pero no le hacía falta moverse mucho tampoco. El orificio se veía cómodamente desde su catre.
Una noche de luna llena se acostó a dormir, quedando de él poco más que un reflejo etéreo de su imagen.Ya su rostro había perdido los rasgos y era prácticamente la manifestación más mínima de un alma en el plano físico, lo que la gente llamaría un "fantasma". Se acostó a dormir y por la mañana despertó, cómo todos los días, pensando en escapar por el agujero. Entonces miró a su alrededor y comprendió que finalmente lo había logrado. Tenia el tamaño justo de un alfiler.
Trepó por la ahora gigantesca pared de la celda con asombrosa facilidad y se encimó en el borde del hueco, que ahora era más bien un túnel. Por primera vez en muchos años sus ojos vieron un árbol bañado por la luz de la mañana, con sus hojas amarillentas. Atravesó la pared en un instante y se arrojó, completamente desnudo, de cara hacia el mundo. Hacia su libertad.
Ver más
Compartir
Creando imagen...
¿Estás seguro que quieres borrar este post?
Debes iniciar sesión o registrarte para comprar un plan