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C. R GOTTA

Escritura y literatura
Invitame un Cafecito

Erika

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Bajo de la camioneta seguida por mis guardias hasta pasar la entrada del boliche. Veo algunos grupos que bailan en la pista y otros que hacen fila para comprar en el bar. Con la cabeza en alto y pisando fuerte con mis tacones llamo la atención de todos al pasar. Saludo a algunas conocidas que se cruzan, al igual que los bailarines, estirando en el escenario me piden que les desee suerte y también a las drag queens que revolotean entre ellos. Subo las escaleras al segundo piso y voy directo al baño. Compruebo que no hay nadie y cierro la puerta con traba. Ya frente al espejo me saco la corbata, la guardo en el bolsillo y desabrocho un par de botones de la camisa, el calor me sofoca. Abro la canilla y dejo correr el agua fría, después paso la mano mojada por la nuca hasta sentir que resbala un poco al pecho y termino secándome con mi larga cabellera blanca. Me miro al espejo y noto el cambio de color en los ojos de oscuros al ámbar, señal de mi bestia interior que se despierta. "Tengo hambre. Cazemos" siento como ese mensaje me retuerce el estomago. Cierro los ojos ante el dolor, después los abro y trato de transmitirle a mi reflejo "Ya vamos a encontrar una presa". Pero con eso no alcanza y se rebela tratando de ocultar mis uñas para dejarle paso a las garras. La detengo cerrando con fuerza las manos y gimo por el esfuerzo, pero finalmente soy la que gana esta vez. Cuando me siento un poco más calmada, saco del corpiño negro una bolsita con polvo blanco y ya abierto lo pongo en el hueco entre el final del pulgar y el indice, después aspiro hasta terminarlo. A los pocos segundos siento el efecto y me relajo. Antes de salir me chequeo en el espejo por ultima vez, acomodando bien el corpiño para que resalten bien mis pechos y destrabo la puerta. Ya afuera hay una larga fila al igual que en el guardarropas del fondo. Una chica del medio se queja por la demora y me señala mientras insulta. Quiere salirse de la fila para increparme, pero la detiene alguna amiga o pareja que le susurra algo al oído. Aun con una distancia considerable, escuche lo que le dijo: "No te metas con la dueña". Sonrió con suficiencia mientras desciendo por la escalera caracol hasta bajar nuevamente a la recepción y me encamino hasta el bar. Paso por el otro lado de la barra mostrador y saludo a la bartender, ella me responde con un movimiento de cabeza mientras sirve algunos tragos. Le paso por atrás y busco la botella de whisky del estante mas alto y me sirvo medio vaso. Antes de irme paso nuevamente por detrás de ella y le dejo algunos billetes en el bolsillo trasero. Ya saliendo voy por el borde de la pista de baile hasta dar con el sector vip, pero en la entrada de la misma veo una chica que esta discutiendo con uno de mis guardias. Me acerco a uno de ellos y pregunto cual es el problema. - La señorita quiere verla sin cita previa y no se va a mover hasta que la dejemos pasar. Es de la policía - responde el guardia. - Esta bien. Deja que yo me encargo. Vos y tu compañero se pueden retirar al puesto de la entrada. El guardia acepta la orden, avisa al otro guardia señalándome y se van. La chica se adelanta hacia mi y me mira directamente a los ojos sin titubear, le respondo de la misma forma aún sabiendo que soy más alta. Noto que eso no le intima. Ya me gusta su actitud. - Buenas noches, estoy buscando a Erika Patrovna, es usted? - La misma, bienvenida al Judy Club ¿En que te puedo ayudar?. - Soy la detective Celia y estoy a cargo de la investigación por los asesinatos que hubo esta semana en la zona. ¿Sabe algo del caso? - Algo me entere, pero mejor vamos a acomodarnos y hablamos tranquilas. Le hago seña con la mano para que pase primero y la sigo detrás mientras la observo detenidamente de arriba a abajo. Veo parte de una placa brillando sobre el borde del bolsillo trasero y su vestimenta es bastante informal, se nota que vino a hacer su trabajo. Desentona entre la gente exuberante y llamativa, sin contar a las drag queens. Pero en su sencillez, la veo hermosa y no me quiero imaginar como se vería en un vestido bien ajustado a sus curvas. Apenas nos sentamos trato de concentrarme en su entrevista. - ¿Querés tomar algo? La casa invita. - Una cerveza fría estaría bien, gracias. - responde Celia Le hago una seña a otro guardia y le repito la orden de la bebida. A los pocos minutos llega la asistente de la bartender, le sirve un vaso y la botella destapada, pero Celia le reclama solo la botella que agarra y empieza a tomar. Le agradezco a la otra mujer y le ordeno que se retire. Imito a Celia vaciando mi vaso. Ella deja la mitad, lo apoya en la mesita ratona y saca un pequeño anotador con lapicera del bolsillo interior de su campera de jean. - Muy bien, señorita Patrovna, quiero preguntarle... - Por favor, llámame Erika. - la interrumpo galante. - Bueno, Erika. ¿Sabe que las victimas eran clientes de este establecimiento? - No estoy segura, pero es posible. Es un lugar muy popular. - respondo con tranquilidad - Tal vez estas fotos puedan ayudar a refrescar tu memoria. Me pasa un par de fotos impresas y veo que son los perfiles de las victimas. Todos hombres. "Todas nuestras presas" dice mi otra mitad internamente, pero yo sola puedo escucharla. - Ellos aparte de ser victimas, también fueron victimarios. Se investigaron sus antecedentes penales y juntos formaban un grupo de trafico de trata internacional. - responde Celia con seriedad. - Eso es terrible. Todo lo que necesite lo puede pedir al personal, con las cámaras de seguridad inclusive. Espero que se haga justicia con todos los casos. - Si, aunque lo que mas me llama la atención es que sus muertes fueron atroces, como si hubieran sido despedazados por un animal salvaje. Hasta el momento nunca presencie una escena del crimen de esas características. - dice Celia mientras toma un trago mas de su cerveza. - Te entiendo, cielo. Tu trabajo de ser muy difícil y agotador. Agradezco que en este lugar haya profesionales se preocupen por la seguridad de todos- respondo con una media sonrisa. - Y necesito tus datos para que puedas declarar en la comisaria. No para detención, sino por si hay que ampliar tu declaración.- termina la frase apurando su cerveza hasta dejarla vacía. Busco en el bolsillo de mi pantalón de vestir y saco una tarjeta blanca con letras plateadas, y se la entrego. - Acá esta todo. Podes llamarme cuando lo necesites, sin cita previa.- respondo con mi mejor sonrisa. Celia agradece mientras mira la tarjeta. Luego extiende la mano para despedirse, pero me acerco para darle un beso en cada mejilla. Me mira con confusión mientras se pasa la mano por donde la bese y nota los dedos manchados con rouge. - Perdón, querida. Es mi costumbre saludar y despedirme así. Nos vemos pronto. Celia confundida se despide asintiendo y luego sale de la zona vip, pasando por entre la multitud hasta que la pierdo de vista entre las columnas que dan a la salida. Todavía siento su perfume en la nariz y su piel era suave al tacto de mis labios. Me acaricio los labios con los dedos mientras pienso nuestro próximo encuentro. Pero algo me desvía de mi estado, siento que alguien tiene miedo, es casi palpable en el aire. Miro hacia la derecha y encuentro el origen del problema. Una chica llora mientras otro, probablemente borracho, la aprieta contra la pared y la manosea por debajo de la remera. "¿Estas lista?" le pregunto a mi loba interior. "Siempre" me responde con gravedad. "Que comience la cacería" esta vez lo digo en voz baja mientras salgo del lugar y salto hacia el abusador. Lo agarro por el cuello y empujo su cuerpo para atrás para después dejarlo caer en el piso, el chico confundido quiere volver a levantarse pero le piso su entrepierna con fuerza. Esté chilla fuerte y ya no se puede levantar del dolor, aunque entre jadeos me insulta. Enojada por su actitud, le golpeo nuevamente la entrepierna y después lo levanto con las dos manos por el borde del cuello de su remera que termina agujereada por las garras. - No debiste meterte en la casa de la loba blanca- le susurro entre dientes. Su mirada de terror se ve reflejada en mis pupilas amarillas. El chico llora pidiendo piedad, pero se me escapa una carcajada ante su impotencia. Dos guardias advierten la situación y vienen corriendo para sostenerlo por detrás, les ordeno que lo saquen de mi vista. Los veo pasar entre el gentío que sigue bailando, salvo por algunos curiosos que prefieren hacerse los tontos ante semejante situación. Luego saco el celular y llamo a mi chófer. - Hola Marta, dentro de un rato vas a ver a un chico que lo sacan a patadas del lugar. Necesito que lo sigas hasta donde para, lo demás me encargo yo. ¿Quedó claro? Perfecto, nos vemos más tarde.
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