Imagen de portada
Imagen de perfil
Seguir

danilerer

Periodismo
0Seguidos
2Seguidores
Invitame un Cafecito

La honestidad intelectual, ese valor en vías de extinción

Por Dani Lerer Hay algo más valioso que tener razón: tener honestidad intelectual. Y en tiempos donde la urgencia por opinar supera al deseo de comprender, ese valor escasea como si fuera una reliquia de otro siglo. La honestidad intelectual no es neutralidad. Tampoco tibieza. Es otra cosa. Es la capacidad –y el coraje– de admitir cuando un argumento propio se cae, cuando el adversario tiene un punto, o cuando los hechos contradicen nuestras creencias más cómodas. Es no cambiar de idea por conveniencia ni callar una crítica porque el criticado se sienta cerca en la rosca. Pero en el debate público argentino, eso se volvió excepción. Lo vemos a diario: dirigentes que denuncian corrupción solo cuando no gobiernan; opinadores que defienden o atacan políticas no por lo que son, sino por quién las firma; comunicadores que se indignan por lo mismo que aplaudieron el año pasado. Y también del otro lado: espectadores, seguidores, votantes, que exigen coherencia pero aplauden la contradicción cuando conviene. Que cancelan al que cambia de idea, pero aplauden al que se acomoda. La honestidad intelectual incomoda porque obliga a asumir costos. Decir “me equivoqué”, “esto no es como pensaba”, o “mi espacio se equivocó” no cotiza en el mercado del cinismo. Pero ahí, justo ahí, es donde empieza a construirse algo más sólido que una narrativa: la verdad. No es un lujo moral. Es una necesidad democrática. Porque sin honestidad intelectual no hay debate, hay teatro. Y si todo es actuación, ¿quién está pensando en serio? No se trata de estar siempre en el medio. Se trata de que tu posición no dependa solo de la camiseta. Que no te importe más ganar una discusión que entender por qué el otro piensa como piensa. En un país que necesita diálogo real, datos que valgan más que slogans y decisiones que duren más que una elección, la honestidad intelectual no debería ser un lujo. Debería ser el punto de partida.
Ver más