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"Crayones".- de Leonardo Romani
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“Crayones”.- de Leonardo Romani
1
Pilar tenía tres años cuando la madre le dijo con un tono mas que sugestivo “¿por que no vas a pintar con la vecinita del C?”. Pilar abrió los ojos marrones todo lo que pudo, dio media vuelta y dio catorce pequeños pasos hasta el departamento donde vivía Carolina. Llevó consigo unas cuantas hojas de papel y crayones de todos los colores que guardó en una bolsita de tela roja. Tocó el timbre y esperó mirando, sin pestañear ni una sola vez, la letra “C” de bronce que le daba personalidad a la puerta, veintitrés segundos después abrió la madre de Carolina. Pilar no dijo nada, entró directamente sin saludar y se sentó en el comedor, que era a la vez sala de estar, desplegó todos los crayones cuidadosamente, sacó una hoja y se puso a dibujar lo que dibujan todos los nenes de su edad, una casa, un sol, y una familia sonriente. A los tres minutos y veinte segundos apareció Carolina, se sentó junto a Pilar y sin desperdiciar las pocas palabras que ambas sabían decir, se pusieron a dibujar, juntas, iban a ser las mejores amigas de por vida, sin volver a separarse.
2
Cuando Santiago llegó, antes de besar a Daniela, preguntó por Pilar. “¿No es tarde para que esté en la casa de los vecinos? Quizás esa gente quiere cenar o estar solos”, le dijo a Daniela mientras se sacaba los zapatos con una mueca de dolor un tanto exagerada, como si los zapatos fueran nuevos (lejos estaban de serlo).
-Necesito hablar con vos, no se si es tarde, no me importa.
-Tuve un día espantoso nena– esquivó Santiago sin mirarla.
Daniela rompió en llanto, al mismo tiempo sonó el teléfono. Santiago corrió a atenderlo como si esperara una llamada importante. Deseó que fuera algo importante.
-Tu mama... le dijo. Daniela prácticamente le arrancó el tubo de las manos.
Durante la conversación telefónica Santiago se fue a la cocina y se preparó algo para comer, fiambres y un poco de pan, como para aguantar hasta la cena.
Escuchaba a Daniela decirle a la madre que “si, ya se, pero que querés que haga” y cosas como esa. “Es mi marido”, escuchó mientras mordía un pedazo de queso. Tomó un repasador y el vaso de gaseosa que estaba tomando y fue a sentarse al living, al lado de Daniela, que sólo decía que “si” y que “no” y lloraba mientras él comía un trozo de jamón. Daniela cortó el teléfono, miró a Santiago con tristeza y se quedaron sentados juntos un rato para empezar a separarse para siempre.
3
Ya era de noche y decidieron ir a buscar a Pilar a la casa de Carolina. Era muy chiquita, no tenía sentido explicarle, él iba a viajar (por trabajo) pero volvería pronto.
Fue él a buscarla, Daniela se quedó preparando la cena, la última cena.
Santiago caminó los 8 pasos hasta el departamento “C” (sus pies ganaban mucho más terreno a cada paso que los de Pilar), y tocó el timbre con tristeza. A los veintitrés segundos se abrió la puerta y la mamá de Carolina le devolvió a Pilar con tres palabras. “Es una santa”.
Pilar tenía una sonrisa para cuatro comensales y una hoja con un dibujo que no pudo esperar para mostrarle. Una mamá, un papá, y una nena, un sol grande y algo que no se sabía bien que era pero tenía que ser un perro.
Santiago no lloraba nunca.
4
Santiago abrió la puerta y se quedó mirando a Daniela, Pilar corrió a mostrarle su dibujo a la mamá, que lo observó durante varios minutos hasta que una lágrima se le escapó y dio justo en el centro de la hoja. Santiago y Daniela se miraron e hicieron una mueca con las comisuras de sus labios, antes de sonreír. La que habló fue ella.
“De criadero no, uno de la calle. ¿Me escuchaste?”
FIN
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