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Leonardo Romani

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"Mala memoria".- de Leonardo Romani

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“Mala memoria”. - de Leonardo Romani Paula siguió los consejos de sus dos mejores amigas y decidió estirar la decisión de con quien quedarse entre los dos chicos que había conocido con apenas unas semanas de diferencia. Es que no sabía si optar por el desempeño horizontal de uno o los abrazos tibios del otro. Durante casi un año salió con los dos, y algunas veces también fueron tres en el cine, ella, uno de los chicos y la culpa. Pero un error de cálculo y su mala memoria a la hora de las excusas la llevó a que una de sus amigas consejeras cumpliera años dos veces seguidas y el novio que identificaremos con la letra “A” se dio cuenta que algo no andaba bien. La citó una tarde en una plaza y, tras un breve pero preciso interrogatorio, a Paula no le quedó otra que contar la verdad y perder la mitad de los besos semanales. “Ojalá te enamores”, le dijo “A” con un nudo en la garganta que luego se mudaría al pecho de Paula. Un nudo que no pudo desatar por un largo rato. Sintió que “A” era mucho mejor persona que ella y le deseaba lo mejor pese a todo. Creyó que le deseaba todo el amor que ella no pudo darle, pero no. Por decantación Paula siguió su noviazgo con el chico al que identificaremos con la letra “B”. Todo iba más que bien y la relación y los domingos se fueron poniendo cada vez más serios. Paula no tuvo dudas y creyó que el destino había hecho lo suyo, enamorándola completamente de “B”. Eran tal para cual, almas gemelas que se completaban y que, si todavía se hicieran ese tipo de cosas, habrían tallado sus nombres en todos los árboles de todos los parques. Tan parecidos, tan perfectos juntos, que no sólo compartían los gustos por el helado y las películas de terror, también compartían la mala memoria. Pasaron tres años hasta que Paula entendió que aquel “ojalá te enamores” no se trató del deseo altruista y desprendido de alguien que la quería pese a todo. Esas tres palabras entrecortadas no significaban otra cosa que el voraz apetito de venganza de un corazón depredador y malherido. Un viernes por la noche, sola y luego de ducharse en el departamento en el cual ya convivía con “B”, Paula repasó algunas fechas y conversaciones y rompió en llanto. Es que mientras Paula cepillaba su cabello castaño, "B" estaba festejando el cumpleaños de su mejor amigo por tercera vez en el año. FIN
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