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Episodio 19: "Cataratas del Iguazú"
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Era un día de sol esplendoroso. Después de semanas de frío y lluvia, por fin se avecinaba el clima con el que habíamos soñado estar viviendo esta aventura misionera. Llegó el Sol y con él la temporada leonina. Nos quedaban pocos días en esta querida provincia del Nordeste argentino. Pronto pasaríamos la frontera hacia Brasil y allí vendría otra aventura.
Llegamos a Iguazú, y no nos íbamos a despedir sin antes conocer las tan famosas Cataratas. Subimos al micro que nos dejaría en la entrada del Parque Nacional. Nos enteramos allí de que luego de nueve meses de restauración habían vuelto a habilitar la Garganta del Diablo. Nos sentimos muy afortunados.
La naturaleza se abría paso, rodeándonos con verdes y coloridos senderos inimaginables de belleza pura.
Al ingresar al parque, numerosos carteles dirigían la mirada para orientar los pasos de los transeúntes ávidos de conocimiento. Decidimos tomar el camino principal que nos llevaría a la Garganta del Diablo. Para acceder a ella viajamos en un trencito que nos dejó al pie de aquel torrente gigante de agua.
Vagón de madera. El guarda con el silbato nos esperaba al pasar la cuerda y habilitaba el ingreso al mismo. Muchísimas personas amontonadas, uno al lado del otro. Subimos al querido tren. Hay lugar para todxs. El viaje transcurría entre los avatares de la selva misionera del Parque Nacional. En su recorrido se vislumbraba un paisaje verde y húmedo, con árboles exóticos de hojas grandes y diversas. Un río lo atravesaba. Un yacaré espiaba nuestro transitar y las aves, vestidas de colores vívidos y exuberantes, cantaban al paso y saludaban con su vuelo nuestro andar. Algunas de ellas, las urracas, aguardaban pacientes el momento preciso para robar un pedazo de galletita de la mano de algún turista distraído.
Aguas grandes abren paso, la fuerza descomunal de miles y millones de litros circula sin cesar por debajo de aquellos puentes de metal que nos dirigían hacia la Gran Garganta.
Llegamos a ella como en una procesión, cada persona era presa del magnetismo que provocaba semejante inmensidad. La vista se volvía acuosa y brotaban gotas que se sumaban a la caída inevitable e inminente de tal maravilla.
Quedamos hipnotizados unos cuantos minutos viendo caer la fuerza del agua. Ella, provocaba niebla y espuma blanca que no permitía ver el fondo. Apenas unas rocas próximas se vislumbraban más cercanas en donde rompían con brutalidad. Nosotrxs, al igual que quienes estaban ahí, quedamos a merced de aquella bravura. Recibimos como souvenir unas buenas ráfagas de viento y agua que nos dejaron totalmente empapados.
Al volver por las pasarelas de metal, en el camino nos acompañó una hermosa mariposa violeta la que parecía gustarle nuestro mate. Se posó un buen rato y luego nos despidió volando alto. El sol secó nuestras ropas y cabellos, por suerte el día nos regaló un azul cielo radiante.
El calorcito misionero de agosto se hizo notar lo suficiente como para permitirnos realizar la siguiente travesía: el circuito inferior y circuito superior.
El primero de ellos exponía una belleza inimaginable. Como si fuera un cuento de hadas, los senderos revelaban la vegetación típica de la selva Misionera: árboles de hojas grandes, voluptuosas; diversidad de plantas y arbustos; enredaderas; lianas, cubrían el camino y cada uno de ellos se desenvolvía en una vista fantástica donde se percibían las cataratas a una distancia precisa para ser contempladas. Entre ellas un gran arcoíris intervenía el paisaje, la imagen era de ensueño. Debíamos refregar los ojos para creer lo que estábamos viendo. En este circuito inferior, las cascadas de agua se veían desde abajo (de aquí su nombre). Luego, en el siguiente circuito superior, el camino llevaba por encima de ellas pudiendo observar las caídas desde la superficie. Los dos tenían su riqueza propia, a nosotros nos cautivó más el inferior.
En los momentos de descanso, y sobre todo en los espacios de contemplación, los convivientes en este paisaje natural y magnífico hicieron su notoria aparición. Ellos, no en vano, supieron adaptarse al movimiento turístico. Se aprovechan de ello utilizando de carnada su apariencia tierna y peluda. Los coatíes también conocidos como los "pungas del Iguazú", sin vergüenza alguna roban todo tipo de comida y artefacto que tengas a disposición de manera desprevenida. Nosotros casi perdemos el queso de nuestros sándwiches (el único almuerzo que teníamos) en manos de estos animalitos. Sin embargo, ellos también tenían su rival: las señoras con bolsos daban su merecido cuando estos se subían a las mesas y arrasaban con todo lo que había en ellas.
Las conversaciones incipientes comenzaban a circular en relación a estos bichos que parecían reproducirse cada vez más, tanto como los turistas. Entre cámaras de fotos, videos, y tumulto de gente ellos paseaban por su territorio zarpando todo lo que encontraban en el camino.
El parque contenía placas y carteles informativos. La mayoría de ellos arrojaba datos recurrentes, algunos con mensajes sarcásticos. Uno de ellos avivó nuestra curiosidad y dio lugar a la reflexión: “Su comida los mata”.
Entre risas y chascarrillos una señora se nos acercó en complicidad y nos dijo:
-Ellos también tienen carteles que dice ‘Su comida los mata’-. Nos reímos.
El día concluyó y quedamos extasiados de tanta hermosura. Mas volvimos al día siguiente para celebrar el aniversario de nacimiento de Agustín y aprovechar -con la entrada a mitad de precio-, para pasear y recorrer algún sitio más del parque.
El Poeta y Quenista de Ramos tuvo el privilegio de poder tocar en el anfiteatro del Parque Nacional, donde Pedro Aznar alguna vez tocó. Allí bajo el sol del atardecer posó sus 35 años junto al quenacho y la remera de Callejeros.
Este segundo día en el Parque Nacional culminó con el encuentro sorpresivo de Gonza y Chia, nuestros hospedadores en el Hostal La Calma. Chia halló a lo lejos un Tucán y nos lo enseñó. Celeste no quería irse de Misiones sin ver uno de ellos, y dio cierto.
Regresamos en el auto de un amigo de Gonza. El sol ya se había puesto y la noche avecinaba el festejo de cumpleaños tan esperado para Agus.
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