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Encanto Jacarandá

Arte
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Episodio 15: "Soberbio lugar"

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Llegó el momento de retirarnos de La Pacha. Aún habiéndonos hecho cada vez más del espacio, tomamos la decisión de seguir el rumbo por el que habíamos salido de la Ruta 12. Maxi Ayni Munay, en Buenos Aires, nos había hablado de El Soberbio, y algunas intenciones terrenales al respecto. Había una especie de pacto de encontrarnos allí, más La Pacha hizo que ese abrazo se produjera en la serranía misionera. Nosotrxs, que habíamos sobrepasado en varios días nuestros planes de permanecer en esa geografía, veníamos charlando acerca de la posibilidad de volver para La Ruta 12 y conocer Montecarlo y/o El Dorado o de reafirmarnos en ese plan de seguir por la Ruta 14 hacia El Soberbio. Maxi y compañía estaban en un debate similar. Tomamos la iniciativa y nos fuimos hasta la ruta. Maxi nos acompañó. Caminamos con el carrito y todo nuestro equipaje. Maxi llevó su guitarrita y nos dio una mano. Cuando llegamos a la ruta nos despedimos. Maxi se volvió a La Pacha. El colectivo que esperábamos en ese techito rutero nunca pasó. El siguiente no paró y el siguiente del siguiente tampoco. Veníamos conversando vía whatsapp con "Cone", habíamos encontrado su contacto a través de Jorgelina, una amiga de Cacho y Silvana que conocimos en el Quincho de La Pacha. El Cone, de las Cabañas Saracura, nos comentó que tenía una cabaña sin terminar y que la podríamos ranchar unos días. Parecía que no iba a poder ser ese día. No dábamos con el transporte. Cone había ido a pescar con sus críos. Eran las 20 horas. Llamamos a Cacho, nos dijo que las puertas de La Pacha estaban abiertas para regresar. Cuando estábamos por hacerlo, apareció el colectivo. Le hicimos señas al parabrisas con algo de incertidumbre. Esos transportes de dos pisos parecían no estar deteniéndose en esa especie de parada que parecía olvidada. Clavó las guampas a unos metros en la banquina, corrimos hacia él. Estaba casi vacío. Nos sentamos en dónde quisimos. Al rato nos dimos cuenta que algo importante faltaba. La Quena de madera de Jacarandá no estaba. Elucubramos sobre su paradero. Agustín se arrastraba desahuciado por el habitáculo, desesperado porque apareciera debajo de algún asiento o en los pasillos. Celeste pensaba cuál podría ser el paradero de esa flauta, de ese objeto de magia y poder hecho de Jacarandá, así como este Encanto. Agustín estaba casi seguro que se había desprendido accidentalmente de ella en el afán de subir al micro, al único que se había dignado en parar. El traqueteo con la quena colgando, esa vez traía un resultado trágico. Miles de planteos atravesaban la mente del quenista. Tantos cálculos, ahorros y esfuerzos, para que en segundos se extraviara uno de los objetos más preciados. Pensaba en todos esos absurdos y se recriminaba la torpeza y el descuido. Sentía que todo estaba perdido, y que merecía ese desenlace. La quena de madera habría caído en alguno de esos metros recorridos desde el techo de la parada hasta el espacio de la banquina dónde frenó el susodicho. La noche no dejaría encontrarla y la mañana probablemente haría que el primer caminante de ese espacio se hiciera de ella. Celeste impulsó de manera asertiva el llamado a Maxi Ayni Munay. Agustín lo realizó Maxi, después de varios intentos, atendió. Le narramos la situación. Enseguida él se puso en marcha. Debía hacer un largo trecho nocturno por los confines de La Pacha. Más de 1500 metros con alguna linternita entre los sonidos de los bichos y la vegetación. Mientras tanto, nosotros seguíamos alejándonos físicamente de La Quena, a más de un kilómetro por cada minuto. Después de algo así como una hora. Llegó la foto de la oscuridad iluminada por la varita mágica de Jacarandá, en manos del mago Munay, con el paisaje de Ruta inconfundible de fondo. Llegamos a lo de Cone casi a las 11 de la noche. Él apareció con la motito, y nos abrió el espacio para que descansáramos. Al otro día charlaríamos más. La cabaña le hacía honor a la descripción: "Cabañas de la Selva". Estaba en el contexto más selvático que hasta el momento habíamos habitado. Ofrecimos despejar la parte de adelante. Había herramientas y cosas algo desparramadas y muchísimas bananas. La habitación y el baño estaban bonitos. Los días transcurrieron: fuimos a llevar ropa sucia a un lavadero, ayudamos a acondicionar otra bomba de agua, compramos vino, fuimos a la radio ubicada en la costanera del río, tocamos música en bares e interactuamos con el público de distintas maneras. Nos reencontramos con Maxi -esta vez a orillas del Río Uruguay- y así con el Jacarandá, para que nuestro Encanto volviera a ser tal. En los días subsiguientes lo acompañamos en aquellas cuestiones terrenales. En senderos de cuarzo, mandioca, tabaco y papa del aire. Arroyos y hasta alguna construcción. El Soberbio era un adelanto de Itacaré. Tanto en la zona del "Kilómetro 1", en esa bajada y/o subida entre ella y el centro del pueblo, como en el Río y las lenguas portuguesas y castellanas conjugadas... Es dable destacar que El Soberbio es uno de los lugares con más EcoSitios de Misiones. Muchos de ellos trabajan en la agricultura sintrópica y varias técnicas desarrolladas para exacerbar las condiciones del ambiente que tienden al "buen vivir". Nos quedamos con las ganas de conocer la Chacra Fortaleza, entre otras... * * * Un verde imponente sacude el atardecer en el Río Uruguay árboles de mamones y bananos acompañan los caminos que suben y bajan, en este pueblo fronterizo de calles coloradas. El soberbio mantiene su misterio entre lenguas que se mezclan en dialectos combinados la identidad se construye con el gusto de la yerba mate, el vino por doquier y las tantísimas radios locales que habitan el lugar. Al amanecer, antes de los primeros rayos de sol, una niebla gigantesca invade el territorio sólo se pueden ver unos pocos metros de frente. Dicen, los que saben, que con la niebla se avecina un gran día de calor y así es. La enorme esfera flotante se posa sobre el celeste del cielo nos regala un sin fin de anaranjados y amarillentos, los passarinhos cantan y revolotean despidiendo el día que se va. El aroma del atardecer nos envuelve enverdeciendo nuestros sentidos las aguas abundan en estas tierras son temerosas e impactantes desbordan con su estructura disonante la lógica humana cortan e irrumpen los caminos dando Saltos muchos Saltos que en estos pagos llaman Moconá que en guaraní quiere decir "El que todo lo traga". No advertimos la presencia de "aquellos" pequeños y negros insectos insaciables Nuestra sangre fresca de turista atrajo inexorablemente su atención. Sucumbimos ante ellos y nuestra piel quedo tan colorada como el polvo de las zapatillas.
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