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Entrega nº1

Poema de cumpleaños Robin Myers El dolor vive en la atmósfera como la electricidad. ¿Quién podría culparlo por llegar primero? Algunos días, en el metro, casi no puedo resistir la tentación de rozar con los labios el cuello de cualquiera que tenga enfrente: la frágil nuca de él, su lunar tenebroso, los pelitos traslúcidos de ella. Tantas cosas pueden pasarle al cuerpo. Ciática, submarino, migrañas, balas de goma, melanoma, manos cortadas puestas con su par equivocado en bolsas de plástico y tiradas a la parte de la autopista que en inglés llamamos “hombro”: sé que la ligereza de la lista es peligrosa, que el dolor que se inflige y el orgánico no son lo mismo. Pero ambos son dolores. Soy más religiosa de lo que pensaba, o algo así. Espero mi turno. Le paso las yemas de los dedos por la espalda a A. como si ya estuviera lastimado; quiero saber si tengo el bálsamo que sé que esta vida va a reclamar. Hay huesos que duelen para siempre, ojos borrados con ácido nítrico, ingles que se desgarran en el parto, una mujer que conocí en una clase de dactilografía de sexto grado que murió tras subsistir a puro café negro por más de lo que dura el ciclo vital de la cigarra periódica. Mi fisioterapeuta me venda la rodilla con unos electrodos que parecen prolijos nenúfares en miniatura. Me tiemblan los músculos. Después usa una aguja, y se me escapa un grito que nunca solté frente a nadie que nunca hubiera estado dentro de mí. Perdón, dice en voz baja, y sigue firme, Perdóname, lo siento. ¿Qué les pasa a las células humanas que son miradas con amor? ¿Y a las que miran? Una tarde con A., en un cuarto en la costa, estábamos en la cama con toda nuestra piel casi quieta, una contra la otra, casi resplandecientes, un par de horas antes de que el sol se acordase de ardernos. Y nos miramos. Mira, hinchazón por la gota. Mira, muñón de brazo. Mira, cicatriz de cesárea, congelamiento, herida de arma blanca, y tú también, delicado esternón aún intacto, miren la sangre invisible, sientan su limpio golpeteo. Hoy cumplo treinta. Éste es el regalo que le hago a mi cuerpo. Éste es el regalo que le hago a mi cuerpo.
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