El contenido a publicar debe seguir las normas de contenido caso contrario se procederá a eliminar y suspender la cuenta.
¿Quiénes pueden ver este post?
Para crear un post para suscriptores primero debes crear un plan
Los Ojos del Dragón (Parte II)
Cargando imagen
Subió las escaleras corriendo, aprovechando el momento. La criatura no había sentido jamás lo que era el dolor y le costaría adaptarse a la batalla. Balder entendió que estaba cometiendo un error, cuando llegó al primer piso y descubrió que todo el primer piso se trataba de la criatura, que era una criatura inmensa, cubierta de bocas y ojos.
—Mierda —dijo Balder y lanzó la cadena por reflejo y esta fue devorada por una de las tantas bocas de la criatura.
Con la cadena en la boca, empezó a tirar de ella, arrastrando a Balder que movió el dedo y la cadena desapareció.
Balder se puso en pie y utilizó su energía para generar un escudo que lo defendiera de los tentáculos que empezaron a intentar golpearlo. Tenía que pensar bien su siguiente paso, mientras el escudo que había generado empezaba a quebrarse.
Podía utilizar la serpiente de oscuridad para atacar a la criatura. Obtendría una gran ventaja, pero al mismo tiempo, esto era una prueba para Abraxas y tal vez la intención del hombre de traerlo al lugar era saber que Balder era la puerta al poder de la serpiente. Pero si confiaba en sus poderes como médium ampliados por el amuleto y el anillo de Fenriz, había mucha chance de perder ante esa criatura que había sido hecha con el único propósito de defender el lugar y eso la hacía tan poderosa.
Desde que había conseguido el anillo que había experimentado con él, sin lugar a duda utilizar las cadenas, con una forma de colmillo al final para poder atacar había sido de utilidad, pero sabía que había otras maneras de poder moldear la energía que habitaba en la reliquia, recordó las historias de Fenriz, empezó a moldear en su mente la figura del lobo.
El anillo brilló, cubriendo la oscuridad de un tinte dorado que para sorpresa de Balder, hizo detener por unos instante las fuerzas de la criatura encargada de proteger el lugar.
No fue una, sino cuatro las cadenas que empezaron a brotar de la gema, subiendo hasta el techo para luego descender de manera giratoria cubriendo a Balder.
Era una rafaga de energía despiada y el orgullo y la personalidad de la gema se mezcló con su portador que habló con una voz que no era suya
—Esto es Gleipnir, bestia. No estás hecho para enfrentarte a semejante creación.
—Nosotros —dijo la voz en un siseo— defendemos la obra del maestro.
Y la criatura volvió a atacar, únicamente para que sus ataques fueran rechazados por la cadena, una y otra vez que golpeaba sus extremidades y lograba cortar la energía, provocando ligeros quejidos por parte del guardián.
Los ataques finalmente cesaron, mientras las cadenas se seguían moviendo y motivadas por la batalla, tomaban más velocidad mientras preparaban un ataque. Balder usaba lo que le quedaba de voluntad para prevenir que se lanzaran a un ataque que pudieran dejarlo desprotegido.
Poco a poco los ojos se fueron cerrando al igual que las bocas que empezaron a abandonar las paredes, y la neblina que cubría el piso comenzó a desaparecer, quedando únicamente unas maderas viejas y consumidas por el paso del tiempo.
—No vas a huir cobarde —dijo Balder— y las cadenas se lanzaron, como si fueran las cuatro garras del lobo en búsqueda de lo que quedaba de energía que contraatacó con una bocada de energía púrpura que devoró a las cadenas y que hubiera llegado a Balder de no sé por estar preparado y levantar un escudo que logró defenderse del golpe que lo envió lejos en el piso casi llegando a la escuela.
A su paso, todo lo que la niebla había tocado, se estaba deteriorando y consumiendo.
Cayó por la escalera rodando y haciéndose daño, las cadenas se habían consumido y de no ser por el hecho de que había levantado un escudo que lo protegiera, tampoco hubiera quedado nada de la mano que portaba el anillo.
La voz que había invadido sus pensamientos se silenció. Tal vez porque era la voz del anillo que estaba en un auge de energía como ningún otro.
El guardián se había agotado al obrar con semejante poder, pero de la escalera la niebla empezaba a brotar lentamente.
El anillo parecía estar muerto, ya no le servía, estaba entre la espada y la pared. Pero había llegado demasiado lejos y lo que lo había salvado de los ataques del guardián había sido su poder y su entrenamiento. Ahora que estaba debilitado, tal vez podría enfrentarse a la criatura.
Se cortó la palma de la mano y comenzó a dejar caer su sangre, generando en el suelo dos sellos. Ellos serían sus armas.
Activó el primero que brilló con la luz carmesí del amuleto y comenzó a subir las escaleras, corriendo. La neblina violeta no fue capaz de penetrar en su escudo de energía y al llegar a lo que quedaba de primer piso, contempló al guardián que ahora se trataba únicamente de un ojo púrpura que lo contemplaba.
—¿Quién eres? —preguntó el guardián—. Mate miles de intrusos con el paso del tiempo, jamás uno tan resistente.
—Podés llamarme Balder —respondió levantando ambas manos y activando el segundo sello. Alrededor suyo un aura dorada comenzó a brillar.
—Balder —dijo el guardián—. Si, en caso de vencer recordaré tu nombre.
—¿Cuál es el tuyo?
—Puedes llamarnos Menthut. Ese es el nombre que nuestro maestro nos otorgó.
—Tu maestro creó un guardián formidable. Lo recordaré cuando los destruya. Aunque aún hay tiempo para que me permitan llevarme los ojos.
—Nosotros —dijo Menthut en un grito poderoso— defendemos la obra del maestro.
Y dicho esto el ojo se cerró y se lanzó como una rafaga de poder energético destruyendo todo a su paso hasta llegar a Balder que la atrapó en sus manos, cubiertas por el fulgor dorado que producía de su alma.
Balder sabía que en caso de fallar, que en caso de que su voluntad se quebrara ante el poder de Menthut sería su fin, así que aguanto el dolor y el deseo de desvanecerse. Mientras la energía se evaporaba entre sus manos, contempló como de su nariz comenzó a brotar sangre, lo que no era buena señal, porque estaba lejos de terminar su contienda y el cuerpo le había empezado a fallar.
—Liberame —dijo una voz en su cabeza—. No tiene sentido morir así.
—Cállate —dijo Balder—. Serás destruido conmigo, más que merecido por intentar apoderarte de mí.
—No voy a morir por tu orgullo —rugió la voz enfurecida.
—Parece ser que sí —dijo Balder y escupió sangre.
Ya era tarde para invocar la oscuridad, así que por eso se dió el gusto de contestarle a la entidad que vivía en el anillo. Había subestimado el poder del guardián, y caería por su orgullo. Lo único que lo consolaba era saber que ese guardián sería lo suficientemente fuerte para que nadie pudiera utilizarlo como puerta a la oscuridad, al pensar esa última idea mientras perdía el conocimiento lo reconfortó.
—Debo reconocer que estás dispuesto a morir por tus convicciones —dijo la voz dentro del anillo—. Eres el único mortal digno que me ha portado.
Mientras caía en un profundo sueño, Balder creyó observar cómo sus manos transformaban en una boca grande, de dientes afilados y esa boca se comía la ráfaga violeta, contemplaba lo que parecía ser la carne púrpura dejando brotar una sustancia similar a la sangre y escuchó unos gritos, antes de no escuchar nada más.
Ver más
Compartir
Creando imagen...
¿Estás seguro que quieres borrar este post?
Debes iniciar sesión o registrarte para comprar un plan