Imagen de portadaImagen de perfil

Hernan Montenegro

Escritura y literatura
Invitame un Cafecito

La Sangre de Abraxas (Parte III)

De los aspirantes quedaron únicamente tres, además de Balder. Los dos que se habían enfrentado a la bestia, y una mujer que había subido por las escaleras, pero que a diferencia del resto siempre mantuvo la calma. El resto se sintió superado ante semejante espectáculo y decidieron marcharse. Caminaron hasta lo que parecía ser una pequeña sala de estar que tenía 4 sillones largos y un sillón principal. En un rincón se había montado una mesa que parecía ser un pequeño buffet, se había preparado un mini banquete, demasiado para los que terminaron quedando en ese lugar. En el centro del lugar, Balder se cruzó con dos ojos oscuros que lo miraban con desconfianza. —Bienvenidos —dijo el hombre vestido con una remera manga larga negra y unos pantalones de gabardina gris, quien resultó ser el que les habló por los parlantes—. Pueden llamarme X y seré a partir de ahora su jefe. —Pensé que íbamos a tratar directamente con el amo de la familia —dijo la mujer que tenía el número 11—. Eso es lo que decía el trabajo. —Su seguridad depende íntegramente de mis decisiones. Sé igual el anhelo de gente con sus talentos y ambiciones por conocer al jefe de la casa Abraxas, y calma. En cuestión de instantes lo conocerán, pero es bueno que entiendan que soy yo el que da las órdenes. Tomen asiento y esperen, pueden tomar lo que deseen —dijo X y se acercó a la mesa para servirse café. Balder sintió que el ambiente se ponía tenso. Los tres no tenían ningún interés de tratar con aquel que se hacía llamar X, pero no sentía que el hombre tenía deseos de hacerlos sentir subordinados, tampoco parecía tener deseo alguno de dar órdenes, parecía alguien que tomaba todo este asunto como si se tratara de otro día más en la oficina, con el ligero gesto de aburrimiento y hastío que resultaba ser una tarea aburrida. Por lo tanto, decidió hacerle caso al hombre y servirse un café, comer algo dulce de la mesa y sentarse. Su gesto pareció servir para calmar el ambiente, ya que los otros tres hicieron lo mismo y luego se sentaron para conversar entre ellos, mientras X que se sentó, se dedicó a mirar a Balder. Al cabo de unos minutos las puertas se abrieron y Marian entró acompañada de un hombre alto, vestido de un traje impecable de color negro que ostentaba un aura de poder, sin ningún tipo de escrúpulos. Poder puro que nacía desde el pecho del hombre. Un ligero escalofrío lo recorrió, desde que se había liberado que no conocía a alguien que llevara una marca de poder. Pensó que eso había quedado en el pasado, que no había reliquia o ningún ser vivo capaz de generar semejante proeza. Intentó disimular, y se centró en Marian que le dedicaba una sonrisa cómplice. —Buenas noches, caballeros y dama —dijo el hombre, dejando el brazo de Marian y sentándose, con las piernas cruzadas en el sillón individual—. August Abraxas es mi nombre. Los tres que habían ido por el trabajo, parecieron olvidar la postura que habían tomado hace unos minutos y parecían hipnotizados ante la figura que estaba sentada frente a ellos. Era entendible, era poco probable que se hubieran cruzado con alguien así antes en su vida. La gente como August Abraxas podía contarse con una sola mano. Sin desearlo, el momento que había esperado llegó mucho antes de lo planeado. Eran pocas las historias sobre la familia Abraxas, enemigos directos de quienes habían sido sus captores, por lo tanto, despreciados en cada uno de los relatos, así que esperaba encontrarse con una familia que únicamente tenía reliquias antiguas y poderosas. Sin embargo, se había encontrado con algo mucho más interesante. —Así que tengo entendido que usted, Fenriz —dijo el hombre mirando a Balder—. Fue quien descubrió el truco de la quimera. Sorprendente. —Muchas gracias —dijo en un tono monocorde. —¿Qué hubiera hecho si la Quimera lo atacaba? —preguntó el hombre con una sonrisa—. Me refiero si mi empleado hubiera decidido no rendirse. —No lo sé, intentaría esquivarla, lo único que puedo asegurar es que lo hubiera matado a quien la controlaba si no me obedecía. —Y la bestia hubiera quedado en libertad. —Sí. —Un riesgo enorme, al menos que se trate de un hombre que fuera capaz de vencer a la bestia. —Hubiera tomado el riesgo confiando que alguien en este lugar luego sería capaz de contenerla. Es decir, dudaba mucho que ese sujeto fuera quien la creó y encerró en el círculo. Marian dejó escapar una sonrisa que hizo cambiar un poco el semblante de su padre. Sabía que el hombre buscaba testear su poder, seguramente había leído los informes y quería asegurarse que estaba contratando algo extraordinario, pero no le daría tal satisfacción. La gente como August sabía cómo exprimir hasta la última gota de poder ajena, por lo que no iba a mostrarle su verdadero poder, no hasta que el momento lo ameritara. —Nosotros hubiéramos sido capaces de destruirla señor Abraxas —dijo uno de los hombres con una sonrisa. —Ah sí —respondió August con un tono amable — Castel y Pelian, ¿Verdad? Los hombres asintieron, con orgullo. Balder había escuchado hablar de ellos, eran una pareja de mercenarios de buen rango. Hace más de una década que trabajan juntos, eso daba a entender el motivo por el cual hablaban con tanta confianza. —Y tu señorita —dijo August —Eres la encantadora Vell. Y por encantadora quiero decir que tienes un don especial en las maldiciones que te aseguran el control de cualquier ser humano. —Sí, señor —dijo Vell con una ligera reverencia—. Por eso la prueba que nos otorgaron me dejó un poco desprovista de mis habilidades. —Estoy seguro de que a diferencia de los muchachos, decidiste no mostrar tus mejores armas hasta el final —dijo August y Balder sintió como esas palabras eran para él—. Una sabía decisión en el rubro. —Padre, me estoy aburriendo bastante con tanta introducción —protestó Marian. August Abraxas miró a su hija con cariño y luego se volvió al grupo: —En una semana se va a celebrar una reunión muy importante. Llegaron rumores de que un grupo que está empezando a ganar más y más fama intentan generar un golpe en el lugar, una oportunidad para que puedan quedarse con la cabeza de alguno de los integrantes de las grandes familias. El plan es poder asistir y volver con mi cabeza intacta. Por eso, además de guardia personal, para asegurarme decidí controlar gente que pueda hacer trabajo de área. Si creen poder con el trabajo, están contratados. Cualquier consulta, queja, por favor, decirle a X. Dichas estas palabras, el hombre se giró hacia donde estaba su hija, la tomó del brazo y se alejaron de la habitación.
Ver más

La Sangre de Abraxas (Parte II)

En la habitación eran doce, a pesar de que Balder tenía el número 13. Eso significaba que uno de los que había llegado a la mansión se había desviado en el camino. Todos sentados en lo que parecía ser el centro de una habitación que tenía dos escaleras a los costados que llevaban a una puerta. Dos de ellos, que eran muy charlatanes, comentaban los ruidos, pero a juzgar por sus anécdotas ninguno había tenido que pasar la prueba del impostor. Eso solo le había tocado a él, se preguntó el motivo, tal vez sabían un poco de él, tal vez era por el hecho de haber estado mirando en varias direcciones o únicamente porque Marian lo pidió. A pesar del desagrado que le provocaron los hombres que hablaban su confianza podía significar que eran hábiles y fuertes. A diferencia de tres integrantes que se encontraban sentados, aferrándose a sus herramientas de manera nerviosa. En total había cuatro mujeres, seis hombres contando a Balder, y dos personas completamente cubiertas en mantos negros, de los cuales no podía discernir que eran. Estaban completamente anulados al resto, una técnica utilizada para protegerse lo máximo posible de todo tipo de amenaza. Estas eran las grandes ligas, pensó. En este lugar todos ellos, hasta los más débiles son capaces de causar mucho daño a un indefenso, e inclusive podrían ser una pequeña amenaza para una familia de magos; sin embargo, acá estaban, buscando una audición para poder asistir al mercado negro, ya que sin ellos jamás podrían conocer su ubicación. La puerta del vestíbulo se abrió y un hombre de pelo negro, delgado y pálido ingresó. —Buenas noches, gracias por venir —saludó el hombre. Lamentablemente, solo necesitamos siete guardaespaldas para el mercado negro. Así que lo haremos muy sencillo. Muchos se levantaron de sus asientos al escuchar esto y todos se llevaron sus herramientas a las manos. Era entendible, el tono daba a entender que tenían que matarse los unos a los otros. Balder no perdió tiempo en preocuparse por los que estaban a su alrededor y empezó a sentir una energía que provenía del centro de la habitación. —Por lo tanto, aquellos que logren sobrevivir a nuestro invitado especial, serán seleccionados. Resistan como puedan, hasta que sean siete y serán bienvenidos a nuestra familia. El hombre se retiró y bajo los pies de algunos integrantes brilló una luz roja, ahí entendieron que estaban de pie sobre un círculo de invocación y de allí salió una criatura de la cual había escuchado hablar, pero jamás había visto cara a cara. La criatura tenía tres rostros, un cuerpo alargado y deforme, manos y pies deformados en forma de patas afiladas. Y de un giro rápido logró atrapar al más lento que no había podido salir de su alcance. Lo apretó con fuerza y contempló al pequeño hombrecito vomitar sangre, mientras sus huesos se destrozaban y quedaba completamente destruido. Era una especie de quimera, pensó Balder. Una criatura muy difícil de crear y aún más difícil de controlar. Uno de los charlatanes apuntó con su cetro y lanzó una ráfaga de energía brutal que impactó contra la criatura logrando que esta se caiga. Pareció ser una fórmula lo bastante efectiva, pero que no estaba a la altura para neutralizar tal amenaza. El charlatán lo sabía, porque no se acercó, sino que empezó a murmurar unas palabras, que interpretó servían para poder tener otra descarga. Una de las figuras encubiertas se acercó para observar a la quimera y esta aprovechó para agarrarlo con una velocidad animal y devorar la mitad de su cuerpo. Ya eran diez, y muchos subían las escaleras o buscaban escapar, Balder se quedó en su lugar, al igual que los dos charlatanes y otra de las figuras encapuchadas. Los cuatro contemplaron a la bestia incorporarse y vieron como en un rápido intento buscó venganza contra su atacante, este lo esquivo a gran velocidad y el resto del cuerpo de la bestia buscó atacar al otro hombre de sorpresa, pero este se mantuvo en su lugar y de su pecho brilló una luz verde que emitió un círculo que no solo lo protegió del ataque, sino que logró lastimar a la criatura que se giró desesperada y remató su ataque para ser nuevamente lastimada. Luego de ese ataque fallido decidió ir por las escaleras y buscó devorar a una de las mujeres, está que murmuraba lo que parecía una canción gritó y la criatura retrocedió por un instante, embestida por tal poder, pero luego volvió al ataque logrando lastimar de muerte a la mujer, quitándole su brazo derecho, haciendo que caiga por la escalera y haga tropezar a uno de los hombres, que desprovisto de su artefacto no logró hacer nada para evitar la mano que recubrió su cabeza, rompiéndola como si se tratara de un pedazo de papel. Ya eran ocho, así que Balder se movió con rapidez ante la figura cubierta por la túnica y usó su cadena para rasgar la tela, dejando a la vista un hombre de anteojos que tenía un amuleto color rojo, y un cetro que brillaba con la misma intensidad. La cadena giró alrededor de su cuello, sin asfixiarlo. —Asumo que vos no contas, así que ya somos siete. Decile a la quimera que se detenga. —¿Qué? —Me cansé de los trucos, decile que se detenga o asumo que tengo que matarte para que seamos siete y tu jefe tome cartas en el asunto. La quimera al escuchar esto se paralizó y se acercó sigilosamente a Balder. —No estoy mintiendo, no tengo miedo de enfrentarme a la criatura, te puedo matar y probar mi suerte o haces las cosas bien y la sacas de este lugar. Ahora. —¿Cómo? —Vamos a hablar una vez me obedezcas. El hombre asintió y con un ligero movimiento el círculo rojo volvió a brillar y la quimera desapareció. —¿Cómo te diste cuenta? —Una quimera no es una criatura que traes a este plano y podés ser tan descuidado de irte. Sospeche desde un principio que tendría que haber algún infiltrado cuando eligieron semejante bestia para la prueba —dijo Balder— Me desconcertó que hubiera dos que tuvieran un velo. Pensé por un instante que era por protección, luego cuando el primero murió, entendí que debía usarlo por miedo, entonces me enfoqué en la bestia, pero luego cuando atacó dos veces al mismo hombre, a pesar de que estabas cerca, ahí entendí mejor la situación. El punto final fue cuando falló al segundo ataque, fue a las escaleras. Seguías siendo el más cercano, y no habías hecho ningún ataque para que te tenga miedo como a ellos dos. Entonces fue sencillo de entender. —Bravo —dijo una voz desde un parlante en la habitación—Jamás nadie había logrado superar esta prueba de esa forma. Mis más sinceras felicitaciones señor 13. Y al resto de ustedes que aún continúan con vida, si siguen deseando este trabajo. Le damos la bienvenida.
Ver más

La Sangre de Abraxas (Parte I)

—¿Fuiste alguna vez al mercado negro? —preguntó Marian mientras caminaban en dirección a su hogar. —No, nunca. —Es divertido. Todas las familias pagando por cosas que podían sencillamente tomar, únicamente para demostrar que sus logros no son solamente en el mundo esotérico, sino en el mundo mundano. —Para mí será un trabajo, solo eso. —Sí, ¿sabés en qué te estás metiendo no? —Creo tener una idea. —Mi padre es un hombre buscado. Lo odian, sus agentes de seguridad no suelen durar más de un año, en algunos casos porque mueren, en otros casos mi padre los despide porque necesita tener el elemento sorpresa de su lado. —Parece una vida agotadora la de tu padre. —La de mi padre, mi madre, mi hermano, mi hermana. Todos se toman el asunto familiar muy en serio. —¿Vos no? —Claro que no querido. ¿De qué sirve tener más dinero y poder que un político y no disfrutarlo? Estoy volviendo únicamente porque hay algo que deseo del mercado negro y para poder conseguirlo tengo que ir. Por eso tengo que ir y pedirle perdón a papá y mamá y portarme bien. —Entiendo. —Podría hablar con él para contratarte a vos. Así puedo seguir hablando y me das tus respuestas monocordes que me parecen encantadoras. —Perdón —dijo Balder— no soy muy bueno en comunicarse con los demás. —Lobo solitario eh —dijo Marian con una sonrisa divertida—. Te estás metiendo a ser seguridad en un año complicado. —Pensé que siempre era complicado. —Sí, pero este año es más complicado, hubo un par de casos, bueno, nada que merezca la pena contar. Ya lo hará mi padre, supongo. —¿Qué casos? —Asesinatos de figuras importantes, ¿no sabías? Hay una especie de brigada, así le dicen, la brigada de los fantasmas. Aparecen mediante una amenaza por carta a un miembro de una familia y por más que estos tomen medidas logran matarlos a ellos y a quienes los rodean. Empezó con la familia de Frederick y continúa hasta el día de hoy. —No había escuchado nada al respecto. —Bueno, no es algo que se comenta a todo el mundo. ¿Te imaginas a los más poderosos gritando que tienen miedo a los cuatro vientos? Yo tampoco. En parte por eso el mercado negro tiene que llevarse a cabo, todos buscan nuevas reliquias que los hagan sentir más protegidos. La información de Marian fue oro para Balder. Finalmente, sintió que estaba haciendo un avance importante. Cuando llegaron a los terrenos de la mansión, Marian se disculpó y se fue en otra dirección. La compañía de la mujer le había resultado agradable a Balder que la observó caminar hasta desaparecer en la distancia y la oscuridad. Le sorprendía que la iniciación se hiciera en su verdadero hogar. Usualmente, la selección se hacía en otro tipo de residencia, debían tener mucha confianza en su personal y en su poder, no tener que esconder lo inhumano siempre era señal de un poder superior al resto. Al llegar a la reja principal, estas se abrieron y dos encargados de seguridad salieron a su encuentro. —Buenas noches, número 13 —dijo el hombre dándole una insignia con ese número—Es el último invitado que esperábamos. Balder asintió, se colocó la insignia y aguardó instrucciones por parte del personal de seguridad. —Siga el camino principal, por más que escuche ruidos, o vea algo interesante, le pedimos que no se desvíe del camino. No podemos garantizar su seguridad si se desvía del camino. Balder asintió, intentando contener una risa ante tal intento de generar suspenso y empezó a transitar el camino de piedra tallada hasta la puerta principal. Cómo le habían dicho, en el largo trayecto escuchó gritos y pedidos de ayuda, también observó sombras misteriosas que se movían a los costados, en ocasiones muy cerca de él, y hasta sintió diversos olores, desde perfumes dulces y embriagadores, hasta el aroma nauseabundo de un cuerpo en descomposición. Estaban jugando con él, lo estaban probando, por un instante pensó en anular todos esos sentidos, para no girar la cabeza por reflejo a cada instante, pero decidió no hacerlo. Era mejor que lo subestimaran. Al llegar a la puerta principal un hombre lo esperaba, tenía una carta en la mano. —Buenas noches, número 13 —saludó el hombre—Dígame qué número es mi carta y lo dejaré pasar. El típico test para detectar fraudes pensó Balder, sin saber si le estaban tomando el pelo, ya que un fraude jamás hubiera llegado tan lejos. —Soy malo para los números del tarot —dijo molesto —pero estás sosteniendo la carta de Los Amantes. ¿Es suficiente? —Más que suficiente —dijo el hombre y se volteó para darle la bienvenida—. Puede abrir la puerta —No abras la puerta —gritó alguien a espaldas de Balder. Ambos se voltearon y contemplaron al mismo hombre, un poco magullado, con el rostro alterado. —¿Esto es otra prueba? —preguntó al hombre que estaba a su lado—. Porque de ser así, me empiezo a sentir insultado. —No sé a qué se refiere, señor. —No le haga caso —dijo el hombre acercándose y sacando del bolsillo un cetro—. Te pensaste que te saldrías con la tuya, te pensaste que no estábamos entrenados para… Antes de finalizar sus palabras, la carta del tarot se enterró con fuerza en su cráneo, sin sangre, sin un grito de dolor, el cuerpo cayó al suelo y luego desapareció en una nube negra. El hombre que estaba a su lado contempló sorprendido como le habían arrebatado la carta y cómo había logrado semejante lanzamiento. —¿Cómo te diste cuenta? —Simple y sencillo, jamás creí esa tontería de que dos guardias de seguridad fueran capaces de garantizar mi seguridad. Era todo una prueba, y a diferencia de él, tus movimientos tenían ruido —respondió Balder—. Pero por si vos también fueras parte de la prueba utilicé tu carta que era lo único que tenía un poco de energía con la que podrías lastimarme y eso me permitió disponer de mi arma para matarte en caso de ser necesario. Las palabras agradaron al hombre, que a pesar de sentirse amenazado, comprendió que había encontrado a un empleado más que útil para su jefe.
Ver más

Viaje De Medianoche (Parte III)

El que lo había atacado tenía lo que parecía ser una vara hecha de hueso, con piedras incrustadas. Su compañero no dudó en proceder el ataque y él también lanzó un conjuro rápido que de haber alcanzado a Balder hubiera logrado abatirlo, pero la cadena nuevamente se volvió buscando el proyectil para bloquearlo. Balder pensó que una segunda prueba de la cadena serviría para hacerlos retroceder y desistir pero esos cinco estaban entrenados y no tenían pensado dejarse intimidar tan fácilmente. Uno de ellos sacó una daga y corrió hacía él. Balder olfateando la trampa movió la cadena hacía él, y pronunció las palabras para invocar una barrera de energía. Mientras la cadena golpeaba la máscara del hombre, obligándolo a trastabillar el escudo que Balder preparó utilizando un esfuerzo mental sobrehumano se expandió para cubrir los 4 destellos de energía que despidieron los demás de sus varas. El escudo reflector que había levantado le sirvió para ganar tiempo, ya que no se esperaban que él tuviera tanto poder para hacer algo más que desvanecer sus ataques. Aprovechó la confusión para ahorcar con la cadena al que estaba más cerca suyo y atraerlo a donde él estaba, apretando con los eslabones el cuello hasta dejarlo completamente inconsciente. Al tenerlo cerca lo levantó y colocó como escudo. No intentó negociar con ellos, sabía que para lo único que el hombre servía, en el estado de inconsciencia era como un escudo humano. Reconocía la postura de hombres acostumbrados a despachar muerte, y no iban a detenerse porque un compañero de armas estuviera en peligro. Lanzó la cadena al primero que logró reponerse La garra ingresó por debajo de la máscara desgarrando carne y provocando una ligera llovizna sangrienta que se derramó por el suelo. Al ver el cadáver de su compañero, dos de los miembros se retiraron por el pasillo, pero uno de ellos se lanzó al piso y dibujó símbolos en el suelo, tal vez procurando ganar algo de poder. Balder lanzó la cadena para golpearlo y derribarlo pero el hombre movió la vara y logró paralizar su ataque. Acto seguido levantó la mano derecha cubierta en sangre y la sangre que caía del cuerpo empezó a subir a su mano mientras pronunciaba una letanía. Maravillado por haberse encontrado con semejante experto Balder dudó un instante en utilizar su último recurso. Sabía que la cadena estaba completamente inutilizada mientras la vara de hueso tuviera la energía suficiente para paralizarla. Pero lo que se estaba generando de la sangre del cadáver y se formaba en la palma abierta, como una especie de pequeño sol brillante era algo que debía detener. ¿Podría hacerlo con su voluntad? ¿Debería dejar caer su fachada y entregarse al poder de la Oscuridad para tener una victoria segura? Había leído sobre la magia de la sangre, había practicado con la misma. Pero siempre la conclusión era la misma. No había mejor sangre que la propia para poder ejercer una voluntad. Con un pequeño esfuerzo levantó la daga del suelo y la atrajo a su mano, apretando el puño, cortando la piel con el filo. La sangre empezó a brotar por sus nudillos y su puño, formando símbolos, no iba a dejar que ninguna cota cayera al suelo. El enmascarado comprendió esto y lanzó la esfera de energía con un grito. Balder que aún no había terminado de hacer sellos, encomendó su voluntad y abrió su palma para recibir el impacto. Sintió que su cuerpo se estremecía, y un dolor de cabeza agónico. Pero sus sentidos estaban intactos y solo trastabilló un poco, aún estaba lúcido y lo más importante sintió que las fuerzas que paralizaban su cadena se habían desvanecido, su oponente podía ser un gran maestro en su técnica pero seguía siendo un ocultista, un umbral que Balder había traspasado hace mucho tiempo, y si bien aún no se acostumbraba a los enfrentamientos sin tener a la Oscuridad de su parte, seguía teniendo una ligera ventaja cuando se trataba de recibir o crear ataques rápidos de la nada misma, sin la necesidad de un objeto. Aprovechó esa ventaja y lanzó la cadena apuntando con la garra de Fenriz a la máscara decidido a romperla y contemplar el rostro de uno de sus oponentes. La garra destrozó la máscara y contempló un rostro sin nariz, boca, ojos y oreja. Había escuchado hablar de esos experimentos pero jamás pensó que se toparía cara a cara con uno de esos pobres desdichados. Personas que habían sido privadas de sus sentidos para poder fortalecer la mente en el plano esotérico. Despojado de su máscara, el hombre sacó su propia daga del bolsillo y empezó a acuchillarse una y otra vez el rostro deforme, el rostro sin cara hasta caer al suelo. —Pobres —dijo la mujer que había salido del compartimiento—. El sufrimiento les será eterno. —Uno de ellos está inconsciente y el otro está muerto. Dudo que sigan sufriendo. —Me refiero a los que escaparon —dijo la mujer y sacó de su bolsillo una vara de hueso, elegante, con forma de serpiente y en el medio lo que parecía ser la cabeza disecada y encogida de un infante con la que apuntó al hombre que estaba en el suelo—. Ahora ya no está inconsciente. —¿Qué es todo esto? —preguntó Balder molesto—. ¿Otra prueba? —¿Prueba? —Tu varita es extrañamente similar a la de ellos. —Si, claro que lo son. —¿Entonces? —Mi madre tiene un carácter bastante agresivo. Supongo que era su manera de decir que desaprobaba lo que hacía. Por eso los envío a atacarme. Tuve la suerte de sentarme al lado tuyo. Bah, suerte. Sabía bien con quien me estaba sentando. —¿Ah sí? —Claro que sí, cualquiera que tuviera un libro de historia sabría que ese anillo no es capaz de portarlo cualquiera. Era cuestión de mantener un perfil bajo, y que te hagas cargo de todo —respondió la mujer con una sonrisa y una pequeña caricia en su brazo. En otro momento, la actitud altanera de la mujer lo habría molestado, pero había algo en su sonrisa, o en su manera de manejar la situación que se sintió a gusto con ella. Después de todo, era más que valido haber sido un peón, la había subestimado, como a él lo habían subestimado en otro momento de su vida. —¿Cómo te llamas? —preguntó finalmente a la mujer, que al escuchar la pregunta le brillaron los ojos. —Podes llamarme Marian. ¿Me dirás tu nombre o te llamo Fenriz? —Fenriz está bien Marian. —respondió Balder.
Ver más

Viaje de Medianoche (Parte II)

Balder odiaba llamar lo que él hacía como magia. Creía que era un término que se había utilizado mal desde el comienzo. Lo que él hacía era algo relacionado al conocimiento, por eso estaba más cómodo con el término "Ocultista". Lo que él hacía en un inicio era aprender sobre el conocimiento que estaba oculto para los demás, porque tenía un don para esa disciplina. Esto fue cuando era un niño, antes de contemplar La Oscuridad y luego ser marcado por la misma, que se quedó con su brazo, a cambio de otorgarle un poder con el que sus captores habían soñado y ambicionado. Invocar un espíritu, para hacer cumplir una voluntad, era para él exactamente lo mismo que lo que hacía un inventor. Él sabía qué palabras pronunciar para ejecutar un programa, que símbolos utilizar para poder activar un dispositivo. Para él, era una ciencia, y de esa manera se lo habían enseñado. "Hay disciplinas menores, que creen se entrega una energía a una pequeña deidad o la naturaleza. Nosotros sabemos que es nuestra voluntad la que genera los cambios, es nuestra voluntad lo que doblega las almas perdidas y las transforma. Solo hay algo superior al espíritu y eso es la Oscuridad". Esas palabras le habían enseñado. Hay gente que puede hacer uso de su alma, hay gente que está bloqueada y por más esfuerzo e instrucción solo lograran lo mínimo. Como si fuera una broma cruel del destino, la gente con más poder eran inútiles en el terreno espiritual, pero podían hacer uso de reliquias. Las reliquias eran objetos de antaño, creadas en una época donde la humanidad apostaba más por el valor del espíritu antes que los logros de la mente, aunque para Balder esto era lo mismo. Esos objetos tenían una instrucción y una carga de energía tan grande como para poder cumplirlo. En las reliquias de menor nivel, usualmente eran órdenes más sencillas. "Dame belleza" "Dame buena salud" "Dame buenas finanzas" En las reliquias de mayor nivel, las órdenes eran un poco más complejas "Castiga a quienes me lastiman, y no dejes de perseguirlos" "Trae protección a mí ahogar y dame la visión para saber quién es un lobo disfrazado de oveja" Y en las más poderosas, directamente funcionaban como contenedoras de espíritus, obligando a estos capturados a utilizar su poder que podía ser infinito a cumplir la voluntad del dueño "Destruye" "Espía" "Enferma". Tal vez, estas podían servir para curar el mundo de enfermedades o de pobreza, pero él lo ignoraba. Jamás había tenido una, y jamás se habían utilizado para eso. Por eso buscaban desesperados por Ocultistas, o directamente mercenarios sin escrúpulos, que sean capaces de conseguirles las herramientas antiguas para que ellos pudieran tener algo de poder, mientras buscaban ser los primeros en conquistar lo que hasta ahora era una quimera. La Oscuridad. Las armas y escudos, que utilizaban para matarse entre ellos en la lucha por la supremacía, eran menos esbozos del verdadero poder que podía tener aquel que ingresara en La Oscuridad y fuera capaz de salir con su marca. Hasta ahora se conocían pocas excursiones hacia ella, y no habían podido sacar nada de ese lugar. El único que había transitado por esos senderos, y había derramado sangre propia y ajena, era Balder. Un secreto que se llevaría a la tumba, porque fue eso lo que lo salvó la noche del ritual y él lo sabía. También sabía, que si él moría se convertiría en la puerta y que lo que había hecho en su única excursión a esos páramos desolados había despertado algo que no debería estar despierto. A pesar de lo que muchos creían, uno ya no podía ingresar a la oscuridad con temor a perderse para siempre o volver con las manos vacías, ahora en la oscuridad había algo despierto, merodeando y buscando alimentarse, preferiblemente de espíritus. La Oscuridad le otorgó un regalo. Tenía sentidos más desarrollados que el resto de las personas para detectar cuando alguien estaba utilizando los conocimientos ocultos para torcer algo a su favor, cuando buscaban energías para hacer algo en contra o favor. Lo olfateaba como un animal. Y a las pocas horas que el tren empezó su movimiento, empezó a detectar cerca de él un olor a putrefacción que venía del pasillo, aunque también detectó un aroma dulce por parte de la mujer que estaba absorta en sus pensamientos. Se preguntó si la mujer detectaba lo que estaba sucediendo, y luego se dijo así mismo que de ser así, dudaba que ella pudiera hacer algo al respecto. La miró esperando algún tipo de reacción de su parte, pero después de la respuesta que le brindó, la mujer estaba determinada en ignorarlo. Se lo había buscado. Cubrió la mano derecha con la palma izquierda y tocó el anillo de Fenriz que tenía en su dedo. Los anillos, a diferencia de las reliquias que se creaban para reyes antiguos, se habían hecho únicamente para los verdaderos iluminados y habían sido destruidos casi en su totalidad, salvo unos pocos. Para Balder, toparse con semejante herramienta, era un poco de buena fortuna, ya que él era capaz de usarlo de una manera que jamás se había usado. Los espíritus que se habían unificado para la creación del anillo y él se habían entendido desde el primer momento que lo colocó en su dedo y tanto objeto como portador podían sacar lo mejor de su unión. Susurró las palabras, y ahora del anillo se extendía una cadena que cubría la mano y dejaba caer un péndulo negro de color ónix, con forma de colmillo. Las cadenas que habían atrapado a Fenriz, que ya eran uno con la bestia, ahora se mostraban de nuevo en el mundo. Cuando lo activó, creyó que la mujer lo miró de reojo y esbozó una sonrisa, pero cuando la observó, su rostro seguía firme en la ventana. Completamente ajena a la situación. Abrió la puerta y sin que él lo quisiera, la cadena se extendió, golpeando con el colmillo lo que parecía ser una pequeña ráfaga de energía que iba enfocada a su cara. En el pasillo, cinco figuras vestidas de túnica que utilizaban mascaras color bordó se quedaron expectantes a su reacción.
Ver más

Viaje de Medianoche (Parte I)

Balder se sentó en uno de los compartimientos privados del vagón, y sacó un libro. Ya había dejado la maleta en uno de los compartimientos superiores y tenía varias horas de recorrido hasta llegar a la estación. "Siempre buscando el anillo dorado que nunca llegará, ¿Quién pondría sus sucias manos alrededor del objeto más preciado?", fue la oración que lo hizo pensar en su nuevo viaje. Manos podridas, buscando conseguir objetos que no merecían. Eso eran los clientes categoría "S", gente que ya había acumulado todo el poder que el mundo terrenal tenía para ofrecer y buscaban algo más. Algo que les diera el confort de que en otra vida seguirían siendo superiores, seguirían siendo lo más alto de la cadena alimenticia. Se preguntó quién estaría ahí, esperándolo, y que es lo que tendría que hacer para demostrar su valía. Todos aquellos que tenían el dinero y poder suficiente, disfrutaban de poner a prueba en reiteradas ocasiones a quienes contrataban. Algunos creían que era por una cuestión de saber que estaban apostando su dinero al caballo ganador, pero Balder sabía que no era así. Era una manera de desprecio, el lenguaje de los poderosos para decir "Sé que tenés un don, sé que tenés una habilidad, pero yo tengo dinero, por ende tengo poder". Nina había logrado conseguirle un cliente clase A como primer trabajo. Un trabajo sucio y difícil, pero necesario para acelerar los tiempos de Balder. Usualmente, las agencias como ella enviaban a los nuevos con clientes categoría C, luego categoría B, finalmente A y luego unos pocos, muy pocos llegaban a la categoría S. La Categoría C eran los nuevos, aquellos que aspiraban llegar a la clase alta y buscaban algo de "Verdadera Magia" para protegerse, para sentirse seguros mientras buscaban ascender en la escalera. La Categoría B ya habían subido y buscaban protección de aquellos que estaban por debajo de ellos y también evitar ser aplastados por la categoría que estaba arriba suyo. La Categoría A, usualmente eran aquellos que eran acosados por el precio que tenían que pagar por haber llegado hasta ahí. Toda fortuna se consigue mediante el saqueo, y en algunos casos los perjudicados lograban vengarse. El primer caso, era el mejor ejemplo de lo que era una venganza. Había sufrido en poco tiempo la perdida de su árbol familiar. Sus hijos, sobrinos y nietos, todos ellos, murieron en situaciones extrañas, complicadas de justificar y el único motivo por el cual los medios de comunicación no hablaron de eso fue porque sus amigos lo cubrieron. Solamente salió a la luz la muerte de su hijo mayor, supuestamente por accidente automovilístico. No hubo ningún medio de comunicación que cubriera a los mellizos de tres años descuartizados, o a la sobrina favorita con la cara desfigurada y el cuerpo separado bañado en ácido. Al entender la razón de la desgracia y sintiéndose el siguiente, contrató la ayuda de dos ocultistas y ambos fracasaron perdiendo su vida en el intento. Pero Balder no era cualquier ocultista y aunque le costó mucho esfuerzo luchar contra un espíritu tan vil y poderoso, logró hacerlo sin tener que utilizar La Oscuridad. El hombre se rindió en elogios y se encargó de recorrer el rumor del "Ocultista Rubio" que era capaz de lograr "Cualquier Cosa" Y eso es lo que buscaba su segundo cliente, quien había amasado una fortuna a base de matar y torturar gente, sin saber que una de sus víctimas tenía una hermana lo suficientemente poderosa y enojada como para sacrificar su vida y lograr así una maldición sobre su mujer, enfermándola, matándola y convirtiéndola en un espíritu que acechaba el hogar del hombre, logrando torturarlo de una manera que perdió el control de su organización. Antes de encontrar la ruina total, completamente desbordado y entregado a la locura, se decidió en invertir lo que le quedaba en poder salvar el espíritu de su mujer. Fue en ese entonces que Balder llegó a su lado, y encontró en ese hombre desesperado la sombra de lo que había sido un monstruo, y él no tenía compasión para los monstruos. Lo obligó a presenciar la lucha contra ella, o la entidad que se hacía pasar por ella. Fue en esa lucha que el espíritu pidió la ayuda de su viudo y obviamente él se la otorgó, por lo que Balder tuvo el justificativo para matarlo, ya que eran ellos dos o él. Expresó todo en el informe y dejó en claro que si bien "Él podía hacer cualquier cosa" eso no significaba seguridad para aquellos que habían cavado su propia fosa. Nina se quejó al leer el informe, pero fue una pequeña queja. Solamente ella sabía el verdadero poder de Balder y que "El Incidente ocasionado" era algo que podría haberse prevenido. Esas únicas apariciones llamó la atención de las altas esferas y finalmente llegó lo que él ansiaba, una invitación para realizar un trabajo. Ese tipo de clientes no se mostraba hasta último momento, eran precavidos y astutos. Habían aprendido con la caída de las grandes familias que era mejor no ostentar el poder, sino explotarlo desde las sombras. El mes era octubre y la celebración del mercado negro estaba a semanas, por lo que Balder creía que el trabajo estaba involucrado con gente que sabía quienes eran los que ordenaron la muerte de Frederick. Era una esperanza pequeña, pero toda la vida se había alimentado de eso. El tren anunció su salida y empezó a moverse lentamente cuando la puerta de su compartimiento se abrió y una mujer de pelo negro, menudita de mirada fuerte, vestida con un abrigo de leopardo apareció frente a él. Olía a perfume y cigarrillos. —¿Te molesta si me siento? —No —mintió Balder, que sabía no había sido casualidad que esa mujer con esos ojos negros eligiera sentarse a su lado. Ella dejó el bolso a un costado, y se sentó. Balder la miró de reojo, había algo llamativo en esa mujer que debía estar entrando en sus cincuenta, pero que aún parecía tener la actitud de alguien más joven. —¿Qué estás leyendo? —Un relato que escribió un amigo —respondió Balder, intentando no sonar brusco, pero dándole a entender a esa mujer que no tenía intenciones de conversar en las horas que quedaran de viaje. Pareció entenderlo ya que sacó unos auriculares y empezó a mirar por la ventana, actuando como si Balder no existiera.
Ver más

Un Triste Reencuentro (Parte III)

—Cómo sabes, Frederick se sentía en deuda contigo por perdonarnos la vida y por ser en parte quien le permitió hacerse con tantas reliquias, así que él se tomó personalmente la búsqueda para liberarte de la Oscuridad. Pronto entendió que lo que usualmente aquellos que se mueven en el mundo de los espíritus saben poco y nada sobre la Oscuridad. La evitan, le temen, salvo aquella familia que desapareció, solo los espíritus antiguos parecen tener un poco de información. Balder que se había cansado de buscar espíritus antiguos que algunos pobres confundían con dioses, demonios y ángeles entendía lo difícil que era obtener información. Ese era el motivo que había tenido a quienes lo adoptaron y torturaron en una posición tan privilegiada. Aun así,confiaba en que si un ocultista era capaz de ayudarlo, ese sería Frederick que contaba con las reliquias antiguas y un don especial. —A pesar de que los primeros años fueron más que frustrantes, él seguía dedicando su energía a este asunto. Me colocó a mí en el lugar de quien dirigía a nuestros miembros y a Gustav como su hombre de negocios. Fueron años complicados, pero emocionantes, porque nuestro nombre empezaba a resonar con más fuerza. Muchos nos envidiaban porque durante ese periodo nos mudamos a la antigua casona que había pertenecido a Madame Blavatski. Me refiero a la casa que se suponía, era solo un mito, pero puedo asegurarte que era real y contaba con un poder que te hacía estremecer —Nina prendió un cigarrillo y se levantó de su asiento—. ¿Te gustaría un poco de café? —Sí, por favor —dijo Balder que no había escuchado jamás respecto a esa ubicación, pero que podía ser verdad. Poco se conocía realmente de la vida de aquellos ocultistas que fueron figuras populares. La mujer prendió la máquina de café y miró por la ventana, extrañaba la casa, a sus compañeros y sobre todo extrañaba a Frederick. Balder la contempló y sintió lástima por ella. Sabía lo que era perder a un ser querido, así que guardó silencio hasta que ella decidiera retomar la conversación. —Un día Gustav vino a la casa, parecía inquieto y pidió hablar con Frederick, tenés que entender Balder que hablar con Frederick en esa época era complicado porque casi nunca estaba en casa, se la pasaba recorriendo el mundo en búsqueda de información y en búsqueda de nuevas reliquias, utilizando el poder que tenía con su cetro se permitía ir en soledad, dejando a Algernon, Todhunter y Bram protegiendo el hogar que habíamos reclamado para nosotros. Le pregunté que era tan importante y me contestó que tenía que ver con La Oscuridad, y ahí cometí el peor error de mi vida. —¿Cuál? —Desobedecí a mi amado Frederick quien siempre me dijo que tenía que tener extremo cuidado con los miembros de la organización porque todos podían ser corrompidos, pero Gustav... jamás pensé que se animara a tanto. Escuché su relato, me comentó que había encontrado a un hombre que se hacía llamar Conde Valzamo. Un hombre que poseía un artículo ligado a la Oscuridad, y que también estaba buscando más información al respecto. Ofreció pagar una fortuna solamente por la oportunidad de hablar con Frederick. —Sentiste que lo que motivaba a Gustav, quien estaba a cargo de los negocios, era eso, lo que podían ganar a nivel financiero y no sospechaste en ningún momento que estaba actuando con segundas intenciones. —Así es, me comuniqué entonces con Frederick que en esos momentos se encontraba por Rusia y le comenté a Gustav que en unos días Frederick volvería a la casa. Me preguntó donde podía encontrarlo porque le parecía importante y le dije que no se preocupe que estaba por un viaje de investigación en Rusia y que había tomado su propuesta como algo importante, que se pondría en camino lo antes posible. —¿Y nunca más lo volviste a ver, verdad? —Lo volví a ver la noche que nos atacaron. O al menos vi un fragmento de su espíritu que vino a visitarme y me comentó la traición de Gustav, me dijo que éramos los siguientes. —¿Y luego? —Le comenté esto a los miembros de la familia. Les dije que Frederick había sido asesinado cuando intentaba volver y que ahora venían por todo lo que era nuestro. Algernon decidió luchar y muchos se quedaron en la casa, pero yo me fui, los abandoné porque sin Frederick no había oportunidad de que pudiéramos vencer y así fue. Con el tiempo me enteré de la masacre que aconteció esa noche donde una organización que hasta hoy no supe descubrir quienes son atacaron a La Aurora Dorada y todo se terminó. Sé que Bram decidió partir también, hasta el día de hoy no creo que él estuviera involucrado en lo que sucedió. —Tenés razón en eso. Bram no tuvo nada que ver, tan solo se alejó porque sintió que si Frederick había muerto no había chance de poder ganar. ¿Que pasó con vos? —Intente por un tiempo establecerme, pensé en como buscar a Gustav para aunque sea tener el placer de la venganza, pero como verás me resigné. Volví a mi viejo barrio y utilizo las habilidades que me llevaron a Frederick para que familias poderosas sigan teniendo mercenarios que están dispuestos a perderlo todo a cambio de un buen salario. ¿Cómo sabes lo de Bram? —Él me habló de vos. Te encontró y se aseguró de que nadie pudiera lastimarte, supongo que fue su último gesto de lealtad a Frederick, ahora mismo está viviendo en Southampton. Se mudó después de nuestro segundo y último encuentro. —Si bien me alegra saber eso, hubiese preferido que usara esas fuerzas para encontrar al traidor. Balder esbozó una ligera sonrisa y sacó de su abrigo lo que parecía ser una cajita envuelta en un sobre de papel como si se tratase de un regalo. —¿Qué es eso? —Es para vos, sé que no puedo traer a Frederick y también sé que soy el responsable de que la desgracia cayera sobre ustedes, pero espero que esto te demuestre que me siento arrepentido por todo y que intento hacer lo correcto. —Antes de abrir esto quiero decirte algo Balder. Te culpé por mucho tiempo, pero entiendo que Frederick es responsable de lo que sucedió porque en ningún momento en todo ese tiempo lo buscaste nuevamente o te comunicaste con él, me costó entender que mi amado estaba obsesionado por La Oscuridad como la familia antigua de antaño, porque él entendía que tener más información que el resto sobre eso consolidaría el poder de La Orden. —Gracias —dijo Balder. Nina abrió el regalo y encontró lo que parecía ser cristal congelado, adentro del cristal estaba el dedo anular de Gustav, se pecató por el anillo que lo recubría. La mujer miró sorprendida a Balder. —Me costó mucho encontrarlo, finalmente gracias a Bram logré dar con su paradero. —Asumo que hay una explicación detrás de esta ofrenda —dijo contemplando el obsequio de Balder. —No eres la única que el fantasma de Frederick visitó antes de marcharse definitivamente de este plano. Era un hombre más precavido de lo que creías y por lo visto tenía todo planeado para su partida. Sabía quienes serían los únicos que podrían hacerle daño después de asociarse a mi persona, como tú dijiste, era reservado y jamás les dijo a ustedes que el motivo por el cual accedió a ayudarme era porque podía usar mi nombre para intimidar. Nina asintió, sospechaba ligeramente de eso, pero en esa época, dado a las reliquias que poseían en su poder, creía que su marido era indestructible, solamente superado por el poder de la oscuridad que Balder tenía, y por eso prefería tenerlo como aliado, jamás pensó que había gente más poderosa, de haberlo sabido se hubiera preparado mejor para la fatídica noche donde lo perdió todo. —El trato nos beneficiaba a ambos, necesitaba abarcar más de lo que estaba abarcando, sentía que el tiempo se me estaba terminando y Frederick era útil para buscar una solución. Jamás creí que lograría una solución como la que logré y por mucho tiempo viví tranquilo, intentando disfrutar lo que no había disfrutado nunca. Viajé de incógnito y recorrí el mundo. Todo marchaba bien, tan solo una cosa me quitaba el sueño. —¿Qué cosa? —Quien me ayudó era alguien que pensé estaría muerto y, sin embargo, se encontraba sano y salvo en uno de sus escondites, me pregunté si alguien más había sobrevivido esa noche, si alguien más estaría escondido, pero me decía a mí mismo que ese tipo de gente, que ansía el poder más que nada no sería capaz de ocultarse por tanto tiempo. —Y, sin embargo, dijiste que aquel que te ayudó lo estuvo. —Así es, me intenté calmar diciéndome que era diferente a los demás. Y lo era, su lealtad a esa familia era por una cuestión de sangre, más por una cuestión de principios. Pero, era algo que me dejaba preocupado por las noches antes de dormir. Y finalmente Frederick me visitó contándome de lo que le sucedió, de los hombres que lo atacaron con un poder que se parecía al aura que me envolvía y ahí entendí que mis preocupaciones tenían un dejo de verdad porque ese tipo de poder solo puede ostentarlo una familia. —¿D'Alveydre? —Correcto. —Pensé que ese apellido se había perdido, sé que no mientes Balder, pero me resulta extraño que de quedar un sobreviviente le hubiera permitido a Frederick llevarse tantas cosas. —Puede ser que estuviera débil, puede ser que no estuviera ahí, pero solamente ellos pueden utilizar la Oscuridad. —¿Qué te hace pensar eso? ¿Qué te hace pensar que solo ellos pueden hacerlo? Tal vez sus conocimientos se difundieron, tal vez alguien que no fue Frederick borró algún diario, algo que permitiera explicar la situación. —Me gustaría que fuera así, pero el conocimiento de esa familia se pasaba por la sangre y la memoria. Jamás anotaron nada en el papel, las únicas anotaciones se pasaban por sortilegios y conjuros. Miembros antiguos ostentaban marcas invisibles en la piel, que solamente podían observar los miembros de la familia para poder así perpetuar la memoria de como utilizar fragmentos de la oscuridad para imbuir en sus maleficios. —Entonces uno de los sobrevivientes creó una secta y ellos se encargaron de Frederick. —No diría que creó una secta, los hombres que lo atacaron pertenecían a la familia Rahn, un puñado de mercenarios. —¿Así que el traidor nos vendió a esos cerdos? —A esos cerdos no, a Ernest Schuler. —¿Shuler? Pero ese tipo nunca fue más que un rico con aires de ocultista, sus conocimientos eran casi nulos. —Eso es lo que me pareció extraño, pero no me mintió cuando lo interrogué. En lo que a mí me respecta, Schuler estaba teniendo ayuda por alguien que fue parte de la familia D´Alveydre. —¿Fue parte? —Sí, alguien que decidió irse de la familia o fue expulsado por algún motivo que no conozco. Tal vez algún exiliado, alguien que no estuviera presente en el gran ritual y se enterara luego de la caída de su familia y decidió tomar cartas en el asunto. —¿Y qué gana esa persona dándole nuestro poder a Schuler? ¿Qué gana matando a Frederick? —No lo sé, tal vez busca recuperar el poder de la familia, tal vez sabía que Frederick robó reliquias y las intentó recuperar de esa manera, lo único que sé es la información que le saqué al traidor. —Algo que no entiendo es porque Schuler no aparece en la lista de clientes. En más hace mucho tiempo que no sé nada sobre él, si no lo nombrabas su nombre se hubiera ido de mi memoria. —Schuler desapareció, él y su pequeña familia de ocultistas. —No entiendo Balder. —Tengo mis teorías, pero no quiero apresurarme. Siento que hay alguien trabajando entre las sombras, alguien que se está codeando con gente poderosa que tiene interés en ocupar el lugar de La Orden. —Pero desde que nos derrocaron que nadie acusó ser quien hizo el golpe. —Eso es lo sospechoso. Siempre que la familia más poderosa fue derrocada, especialmente por otra familia, el golpe se anunció a los cuatro vientos, una cuestión de orgullo y poder. Sin embargo, ustedes que habían sido los más poderosos por una década fueron eliminados y no hay nadie que ocupe ese lugar. Las reliquias desaparecieron, y parece ser que todas las familias que quedaron se encuentran en una guerra fría por ser quien es el que más reliquias enterradas y olvidadas logra conseguir. —Piensas que alguien mueve los hilos, ese alguien tiene contactos con las familias poderosas, es decir, mis clientes y por eso llegaste con esta ofrenda. Quieres que te conecte, empezar a conseguir conexiones para investigar que es lo que está sucediendo. —Correcto. Necesito saber quien es el que está detrás de los fragmentos de oscuridad que utilizaron para poder matar a Frederick. Si logro eliminarlo o eliminarla, significa que con mi muerte este poder quedará olvidado por el resto de la humanidad. Seguirán jugando con espíritus y haciéndose daño los unos a los otros, pero no existirá nadie tan perverso o estúpido que libere a la Oscuridad y nos sumerja a todos en la nada. Nina asintió y tomó un sorbo de café. Lo que Balder decía tenía sentido, era cuestión de conectarlo con la familia correcta que pudiera ayudarlo a buscar a quien era el responsable de la muerte de Frederick, sacó del cajón la carpeta de clientes, aquellos que buscaban ocultistas poderosos para poder buscar artefactos olvidados, o que fueran tan temerarios para intentar arrebatar aquellos que ya tenían un dueño.
Ver más

Un Triste Reencuentro (Parte II)

La casa era pequeña, con la entradaba que daba a un pequeño living, con una puerta semiabierta del costado derecho que parecía ser un baño. Unas escaleras de mano que parecían llevar a la habitación. A diferencia de las otras casas, el paso del tiempo no la había deteriorado y los muebles de madera, sumado a la iluminación cálida le daba una sensación hogareña. —¿Así que ahora sos Nina? —Siempre fui Nina. Luego Violet —dijo con un ligero tono de tristeza—. Una vez que todo eso se terminó y volví a lo que fue mi primer hogar, me pareció correcto retomar mi nombre. —Volviste a tu hogar, pero seguís conectada al mundo de Violet. —No te olvides que Nina fue la que caminó por propia voluntad a ese mundo. —Entiendo. —¿Te seguís presentando como Balder? —Sí. —Interesante. —¿Por qué? —La última vez que supe de vos, estabas en una especie de exilio autoimpuesto. Pensé que aparecerías para ayudar, para hacer algo y no fue así. Entonces comprendí que si te animabas a aparecer usarías otra identidad. —Yo no lo llamaría un exilio y pocas personas son las que conocen mi nombre, aunque no lo creas. Jamás tuve interés en hacer una fama, no comparto ese tipo de inquietud Violet. —Nina. Violet está muerta, como Frederick, como todos los miembros de La Aurora Dorada. —Te doy mi pésame por eso. —Genial. ¿Y ahora qué? Balder miró apenado a la mujer. Sabía lo que había pasado con Frederick y con La Aurora Dorada, el fantasma de Frederick se lo había contado hace diez años atrás. Era por Frederick que él estaba ahí, en la casa de Violet, ahora Nina porque por el azar del destino era ella la única persona que podía ayudarle. —¿Hice mal en venir? —En absoluto, siempre y cuando vengas por negocios y no para solicitarme nada, ya sabemos qué pasa con aquellos tan ilusos como para intentar ayudarte. —Lo creas o no Nina, Frederick sabía a lo que se exponía cuando decidió ayudarme y fue un beneficio mutuo, ya que él que siempre fue muy inteligente a la hora de hacer negocios que le fueran buenos para La Aurora Dorada, sabía lo bueno que era usar mi persona para empujar a ciertas familias. Pero no estoy en este lugar para expiar la culpa que tiene mi pedido a Frederick respecto a lo que les pasó, vine por otro motivo. Nina guardó silencio. Veinte años habían pasado desde la última vez que vio a Balder en persona y no había envejecido un solo día, la única diferencia es que había recuperado la mano que siempre escondía en un guante. Algo que pensaba, era imposible, según Frederick. "Lo más probable es que recupere la mano el día que logre expulsar la Oscuridad" le había dicho su amado esposo en una ocasión. Ese día los años y el daño causado por hospedar semejante huésped lo alcanzarían y le provocarían una dolorosa muerte. Sin embargo, ahí estaba Balder con su mano intacta que exhibía un anillo que jamás había visto, de color ocre, con lo que parecía ser el símbolo de Uroboros tallado. —¿Qué haces acá Balder? No soy estúpida, algo pasó para que recuperaras la mano y aún estés vivo. ¿Qué querés? Balder se desabrochó la camisa y le mostró a la mujer el amuleto de color carmesí, la piedra tenía símbolos que la mujer no había visto jamás y al clavar sus ojos en el amuleto se sintió completamente abrumada. —Jamás vi algo así —dijo sorprendida al sentir como el aura la doblegaba. Balder al percatarse de esto, escondió el amuleto nuevamente, cerrando su camisa. —¿Qué es? —La última obra de una antigua familia. Es capaz de contener la oscuridad y fue capaz de algo más —dijo Balder moviendo los dedos lentamente—. El anillo es un "Fenriz Negro", no sé si habías escuchado hablar de él. Balder tocó el anillo con su dedo pulgar y una cadena de color negra empezó a materializarse, con otro ligero toqué desapareció. El uso de anillos mágicos era algo con lo que la mujer estaba familiarizada, todo mago de gran estatus tenía uno. Frederick tenía uno en cada dedo, ella misma tenía siempre en su dedo anular derecho aquel anillo llamado "Belleza de Atena" que le permitía prolongar la juventud, motivo por el cual los años del tiempo pasaban lentamente sobre ella. —La mano es real, logré recuperarla gracias al amuleto carmesí, no es una ilusión. Es la manera con la cual logré que la Oscuridad dejara de consumir mi cuerpo. Ya no sabía cuanto tiempo me quedaba antes de morir, y supongo que Frederick te dijo que sucedería en ese momento. —El fin de la existencia —dijo Nina, con un hilo de voz. —Así es. —Lo que me contás es increíble, pero mi naturaleza se inclina más a saber de donde sacaste ese anillo. Frederick lo buscó por cielo y tierra, dice que es la herramienta más preciada para cualquier brujo. —Se puede decir que es otro regalo de quien forjó el amuleto. Es mi nuevo métodos de defensa, considerando que como habrás visto ya no puedo usar la oscuridad. —Es raro que digas eso, porque sentí una energía oscura alrededor de ese anillo. —Son espíritus afines, más la Oscuridad ya no tiene poder sobre mí, finalmente puedo usar mis habilidades sin preocuparme que se apodere mi y sea libre. Pero no te olvides nunca que algo es un espíritu que sirve a la Oscuridad y otra fuente es la Oscuridad misma. Es como comparar las llamas de un incendio con las llamas del sol. Nina asintió y volvió a observar a Balder. Estaba cambiado, no parecía ser el mismo ser lacónico que conoció hace tanto tiempo atrás. Se preguntó que había provocado tal cambio en su personalidad. —¿Aún tenés miedo de que si morís la Oscuridad sea libre? —Esa es una preocupación que me ha dejado de importar por el momento. Creo tener los conocimientos para encerrar el fragmento que está dentro de mi alma. Y que sea solo eso, un fragmento escondido a la humanidad. —Entonces el problema es ¿Qué pasaría si alguien lo encuentra? ¿O me equivoco? —No te equivocas en absoluto. —¿Hace cuanto que lo sabes? —Desde que ocurrió. —¿Y qué es lo que sabes? —Que fueron atacados. Un miembro de su organización dijo tener una pista para encontrar la solución a mi problema y ustedes confiaron en él. Eso provocó el fin de La Aurora Dorada. —Fue algo más que una traición Balder. Estuvo planeado meticulosamente y de una manera tan inteligente que inclusive Frederick con todos sus poderes, conocimientos y reliquias, no se percató de lo que estaba sucediendo hasta que fue demasiado tarde. —Perdón. —Con tu perdón no hago nada Balder —dijo Nina furiosa y lo tomó por el cuello de la camisa—. Si tan solo hubieras estado presente, estoy seguro de que hubieras sido capaz de matar a todos esos hijos de puta. Pero no fue así, y luego de nuestra caída, algo que todas las familias celebraron y comentaron, por un instante de incrédula pensé, tal vez Balder aparezca ahora y busque venganza por la muerte del único miembro de esta sociedad tan aberrante que buscó ayudarlo. Balder guardó silencio y la contempló, enfureciendo más a Nina, que lo abofeteó en la cara reiteradas veces, gritando que era un infeliz, hasta que lo soltó y rompió a llorar. —Me estuve preparando Nina, eso es lo que estuve haciendo. —¿Preparándote para qué? —dijo ella, limpiándose las lágrimas—. Ya es tarde. —No es tarde para cazarlos. Por eso vine a este lugar, para adentrarme en su mundo. Sos la única entrada que tengo para meterme en esa sociedad, para poder averiguar quienes fueron los que están detras de esto. —Digo que es tarde Balder, porque sé que ellos operan con la misma energía que tiene tu anillo, o peor aún, son capaces de utilizar la Oscuridad. Eso es lo que sentí cuando nos atacaron. Ahora venís a intentar cazarlos sin poder utilizar la Oscuridad. Es una sentencia de muerte. —Nina... —¿No lo entendés? Quien está detrás de esto sabe de tu existencia, deben esperar en las sombras que aparezcas para matarte y una vez que lo logren todo se terminó. —Eso no es lo que pensás, no podés engañarme. —¿Y qué mierda sabes vos de mis pensamientos? —Por algo elegiste este oficio Nina, porque sabías que en algún momento ibas a encontrarme, era la manera de poder estar en contacto conmigo y contarme todo lo que sabes, y también fue la manera que encontraste para seguir en contacto con quienes pueden saber quienes fueron los responsables. Estos años en este basurero es para este momento. —Tal vez lo fue en un principio y ahora no es así, mucho menos si te veo despojado de tu verdadero poder. Balder resopló enojado y se llevó la mano izquierda a cada ojo, sacándose los lentes de contacto y miró a Nina a los ojos. La mujer le sostuvo la mirada hasta que un destello color carmesí que sobresalió de la camisa blanca le hizo mirar y luego al mirar nuevamente a Balder sintió como se le helaba la sangre, los ojos se habían vuelto negros, como la noche misma y sintió que se caía en un vacío al contemplarlo. La oscuridad pronto quedó sumergida en la oscuridad misma y sabía que si Balder lo quería todo en esa habitación sería destruido. Cerró los ojos y la luz color carmesí empezó a perder brillo, y todo volvió a la normalidad, inclusive los ojos de Balder. —Sentí que sería mejor guardar el secreto, pero si tanto necesitabas saber de qué mis habilidades están a la altura de quienes temes... —Entonces, ¿Me mentiste? —No te mentí en ese sentido. Ya no soy libre de usarlo como antes, tengo un límite de tiempo —dijo Balder tocando el amuleto—. Pero confío en que es tiempo suficiente, sin embargo, no subestimes mis habilidades como ocultista Nina. Estuve todo este tiempo trabajando en ellos. —Entiendo Balder, te subestimé. —Eso no importa. Nina, quiero escuchar de tu boca como fueron los últimos días de La Orden De La Aurora Dorada, necesito saberlo antes de que me asignes un cliente.
Ver más

Un Triste Reencuentro (Parte I)

Hace más de una década que el barrio "Santa María" había dejado de ser un lugar de la clase trabajadora para convertirse en otra de las villas de la gran ciudad. Un lugar que se había ganado la fama de ser peligroso. La lluvia golpeaba con fuerza. Miguel, Lucas y Joni se encontraban observando la calle, en la espera de alguien que hubiera tomado el desvío equivocado o fuera tan estúpido de ir a buscar droga en esa parte de la ciudad, alentados por los falsos rumores de que aún había traficantes por la zona. Solo necesitaban un auto que se estacionara y apagara el motor para ir a hacer una trabajo rápido. Lucas se quería ir hace un tiempo, pero los otros dos estaban ansiosos y no se iban a ir hasta tener los bolsillos llenos. —Ahí viene uno —dijo Joni, mirando a la figura encapuchada de negro que caminaba a una cuadra de donde ellos se encontraban. Lucas era el mayor con veintiún años de edad, mientras que su hermano menor Miguel y Joni tenían dieciocho años cada uno. Los tres habían abandonado la escuela, como era habitual en esa zona de la ciudad, y habían desarrollado una adicción bastante fuerte por la cocaína. Especialmente Miguel, que su hermano notaba como cada vez estaba más dependiente y, por lo tanto, descuidado y violento a la hora de hacer su trabajo. —No parece ser alguien del que se pueda sacar algo —dijo Lucas, más que nada porque la figura que caminaba parecía una sombra y le daba mala espina. —Algo debe tener —dijo Miguel a su hermano mayor—. ¿Por qué otro motivo andaría por acá? —Tiene pinta de conocer a La Bruja. Mejor no hacer nada al respecto —respondió Lucas, observando al hombre que avanzaba a paso firme en lo que parecía ser la oficina que tenía la mujer. La Bruja era el nombre que recibía la mujer que durante su juventud la madre de Miguel y Lucas conocía como Nina. Ella había vuelto al barrio hace un tiempo, después de años de no saber nada de ella. Muchos la creyeron muerta. Cuando apareció nuevamente para reclamar lo que era su casa, todos pensaron que se trataba de un fantasma. Lo que terminó de darle el apodo de La Bruja fue que aquellos que se habían quedado con su pequeña casa salieron horrorizados, a pesar de ser gente de temer y al poco tiempo ninguno de ellos volvió a ser visto. Poco después de que Nina se instalara, empezaron a aparecer caminantes como quien iba bajo la lluvia. Gente extraña que entraban a su casa y al poco tiempo salían para jamás volver. Según Joni Nina no debía ser una bruja, sino una prostituta, pensó más de una vez preguntarle por sus servicios, pero cada vez que se acercaba a ella perdía todo valor y se quedaba callado. Sacando los rumores, y las cuestiones extrañas, Nina siempre había sido amable con Lucas, dejándole algún que otro billete para que llevara comida a casa. Lo hacía con una sonrisa y de buena voluntad, jamás lo había hecho por miedo y hasta parecía tenerles un poco de lástima, actitud que Miguel detestaba pero que Lucas agradecía, y siempre que los veía les decía lo mismo "Hagan lo que quieran, pero no se acerquen a mis clientes". —Fue un mes complicado —dijo Miguel y apretó el mango del cuchillo—. Creo que lo correcto sería ir por eso. —No contés conmigo hermanito. —Andate a cagar pelotudo —dijo Miguel molesto y miró a Joni que estaba absorto en el celular—. Vamos Joni, hay que trabajar. —Joni miró primero a Lucas que prendió un cigarrillo y siguió con la mirada fija en la calle y luego a Miguel que ya había sacado el cuchillo. —Bueno vamos. Los dos salieron de la fábrica abandonada, encapuchados. Miguel corrió más rápido que Joni y levantó el cuchillo, no iba a esperar el preámbulo de la interrogación y la intimidación, podía apuñalarlo, sacarle las cosas y con la oscuridad y la lluvia nadie sospecharía de él, sería otro caso más de inseguridad. Cuando estuvo a punto de atacarlo con el cuchillo, tropezó y perdió el equilibro. Su potencial víctima giró de manera brusca y descargó un golpe en su mandíbula. Miguel se derrumbó en el suelo, se sentía mareado y abrió los ojos para contemplar lo que parecía ser una bota negra sobre su cara. La descarga fue rápida y feroz. Joni se paralizó al ver como la figura de negro, sin ningún tipo de piedad o duda, aplastó la cabeza de Miguel. El sonido de huesos rotos, la sangre que empezó a brotar, junto a los restos del muchacho, casi hacen que vomite. —¡Hijo de puta! —gritó Joni. La figura no contestó, se quedó inmóvil, con la atención puesta en el cuerpo inerte de Miguel. —Te voy a matar —dijo Joni y sacó el arma de su bolsillo. Antes de que pudiera apuntar contra la figura, una cadena negra que salió del brazo derecho del asesino de miguel le golpeó la mano, arrancándole un pedazo de carne, y la pistola con el golpe. Joni intentó gritar, antes de poder articular sonido alguno la cadena se enroscó sobre en su cuello y lo ahorcó con tanta fuerza que lo silenció al instante. Sangre empezó a brotar del cuello, en cuestión de segundos le cortaría la cabeza. —Si queres trabajar conmigo, deja a ese chico en paz —gritó desde la casa al final del camino La Bruja—. Ella había salido de su casa con un paraguas color negro y miraba muy sería la situación. La cadena, como si contara con voluntad, abandonó al muchacho y giró hasta regresar a la figura sombría. Joni cayó al suelo inconsciente. Lucas finalmente salió del trance que le había causado el horror de lo que había contemplado y se arrodilló junto a su amigo. Intentó no mirar lo que sabía era el cuerpo sin vida de su hermano y buscó al hombre vestido de negro que ahora caminaba en dirección a Nina. La mujer tenía los ojos puestos en él. Su rostro que expresaba lo que ella sentía y eso es que los únicos responsables de semejante sufrimiento eran ellos mismos, en especial él que tenía que haber detenido a su hermano. —Espera adentro, ahí voy —dijo Nina y caminó hacia Lucas. —Mi hermano —dijo y se largó a llorar, desconsolado. —Te dije que tenían que tener cuidado con los que venían a verme, que podían pasarlo mal. —Lo sé, les pedí que no hicieran nada. —Deberías haber hecho algo más muchacho, sabes que siempre fui amable con ustedes y lo que menos quiero es tener problemas en mi barrio. Por un momento Lucas pensó decirle que no habría estos problemas si no trajera a esos psicópatas al barrio pero supo que lo mejor era guardar silencio. —¿Qué voy a decirle a mis padres? —Ese es tu problema —dijo Nina y sacó un fajo de billetes que tiro al piso—. Seguramente sabrás que decirles. Lucas agarró rápido los billetes, para que no estuvieran muy mojados y los guardó en el bolsillo, mientras Nina le daba la espalda y volvía a su casa, en el umbral, con la puerta aún abierta, iluminado ahora por la luz contempló los ojos y el rostro pálido de quien era el asesino de su hermano. No encontró más que odio en esa mirada gélida que lo observaba con desprecio.
Ver más

Amuleto Carmesí (Parte III)

Balder se encontraba dentro de un círculo, recostado sobre un árbol. Se sorprendió al ver todo el trabajo de símbolos que había hecho Marius. Trabajo de un hombre que más que buscar una manera de escapar, se había entregado por completo a su misión. Ninguno de los dos habló a la mañana acerca del diario de Alexander. Una mirada les alcanzó para darse cuenta que ambos estaban en la misma sintonía. Marius contemplaba a Balder y su torso desnudo, y por un momento recordó al muchacho desnutrido que había llegado a la vieja casona. Mucho tiempo había pasado desde ese día y ahora quien había llegado para ser un sacrificio se encontraba con vida y portaba en su interior el poder que tanto había ansiado su familia. Pero su difunto hijo había tenido razón. La oscuridad es algo que los humanos jamás podrán controlar y liberarla traería el final de todo lo conocido. Ni el espíritu más entrenado y poderoso era rival para semejante poder y ahora Balder era el único que podía enviar ese fragmento de nuevo a su origen y salvar la humanidad. —¿Cómo estás Balder? —Bien —respondió mirando el amuleto que colgaba de su pecho—. Esperando que esto funcione. —Créeme que funcionara. Estudié bien los libros antiguos —dijo Marius sentándose él también en un círculo. —Estoy al tanto de tus conocimientos. —También tengo otra información Balder, esperé al día de hoy para decírtelo para evitar que te sientas inquieto. —¿Qué? —preguntó Balder, empezando a sentirse nervioso, ya que conocía bien los símbolos y figuras que estaban alrededor del circulo y que no podría hacer nada para defenderse si todo se trataba de una trampa. —La noche del ritual no mataste a todos los presentes. Hubo algunos fieles a mi hermana que lograron escapar. —¿Y eso debería importarme? —Sí. —¿Por qué? —Porque están buscando la manera de terminar el ritual. Buscan acólitos y nuevas fuerzas con las cuales vencerte. —Dudo mucho que puedan hacer algo para derrotarme. Me enfrenté a grandes ocultistas, a espíritus que algunos consideran dioses y mientras tenga el poder de la oscuridad nadie puede oponerse a mí. —Pero ese es el problema. Cada pelea hace que el fragmento de oscuridad que habita en tu cuerpo se vuelva más fuerte. Llegado al punto que su poder sea mayor que las energías que utilizas para contenerla no podrás hacer nada para evitar que te devore. Eso es lo que ellos buscan. que pierdas el control. Balder guardó silencio. Era verdad que mientras más invocaba la oscuridad para destruir a un espíritu poderoso, poco a poco el fragmento que estaba ubicado en su mano se extendía por su brazo. No al principio cuando el poder de la cadena seguía fuerte, pero ahora, sin darse cuenta había dejado que la oscuridad consumiera toda energía de la antigua reliquia. —Pensé que tu amuleto serviría para evitar esto Marius. —Y lo hará. Pero no de la manera que tu crees. El amuleto que forjé te permitirá actuar como si fueras un ocultista. Tal vez el más poderoso de todos, pero aún así tendrás las mismas limitaciones que uno de ellos. —Con esto quieres decir que si lucho contra alguien que posee un objeto poderoso o me arrinconan entre dos o tres tendré muchas chances de perder la batalla. —En esos casos, podrás liberar la oscuridad para que te ayude. La piedra se encargará de avisarte el instante que la oscuridad aproveche que la estás usando para poder usar un poco de tu cuerpo. Cuando la piedra carmesí brille será la señal para que dejes de usar el poder. En caso de que no puedas hacerlo en ese instante, entonces la piedra se fragmentará. —Hablas de la piedra, pero este amuleto no tiene ninguna piedra —dijo Balder molesto. —Aún no la tiene —dijo Marius con una sonrisa y le mostró una daga que se usaba para rituales—. Descubrí que si la piedra se fragmenta tendrá pocos usos, en caso de que seas perseguido por estos fieles a mi hermana. Entonces pensé como lograr una piedra que tuviera una recuperación parecida a la de los humanos. —No existe nada así. —No existe nada así, aún —dijo y colocó la punta de la daga en la parte interna de la muñeca—. Me gustaría ser un poco más ignorante y pensar que al hacer esto volveré a encontrarme con mi familia. Pero mi familia ya no existe, ¿verdad Balder? —Marius —dijo Balder sorprendido al entender que es lo que estaba por suceder. —Espero logres liberarte de la maldición Balder y que logres tener una vida tranquila. Sé que es lo que mi hijo hubiera querido y no pasó un solo día en que no me lamentara de haber sido mejor padre y escucharlo—dijo Marius y el cuchillo empezó a moverse por dentro de su carne, dejando caer la sangre en el suelo. Marius perdió la vida en cuestión de minutos, el mismo tiempo que le tomó a la sangre moverse mediante la energía del ritual para cubrir todos los símbolos y llegar finalmente hasta Balder que contempló completamente inmovilizado como la sangre que había tomado un tono carmesí cubrió el árbol y luego lo cubrió a él. La energía era más fuerte de lo que Balder imaginó. Lo obligó a cerrar los ojos y sintió la temible voluntad de Marius que seguía presente como un espíritu moviendo los hilos para completar el gran ritual que él había ideado utilizando los textos antiguos como referencia para crear así la piedra que ahora estaba dentro del amuleto que había forjado para Balder. Cuando finalizó la tarea. La más ardua que jamás había hecho, el espíritu se desvaneció con la corriente de energía y Balder abrió los ojos, contemplando el sol que se ponía. Se sentía en paz, como no lo había sentido en mucho tiempo. Se levantó con mucho esfuerzo y se acercó al cuerpo sin vida de Marius. Sintió un pequeño consuelo al ver que el cadáver tenía una sonrisa. —Voy a enterrar a tu padre —dijo Balder con angustia—. Sé lo mucho que lo amabas Alexander, así que voy a enterrarlo. Lo haré en este lugar que sé que es dónde hubieras querido que viviéramos. ¿Pero como es esa frase que tanto te gustaba? Si querés hacer reír a Dios, contale tus planes. A pesar del cansancio, caminó hacía la casa y luego regresó con una pala. Cavó con fuerza debajo del árbol partido, decidido a darle sepulcro esa misma noche.
Ver más