Las Ruinas Circulares (Parte III)—Violet, Balder —saludó a la entidad con una ligera reverencia—. A pesar del paso del tiempo se mantienen iguales. —¿Qué significa esto Balder? —preguntó Nina, horrorizada. —Ya te lo dije Frederick tenía una entidad que vivía a su lado, ¿Jamás te comentó al respecto? —Frederick jamás le contó a nadie sobre mí. Ni siquiera a ella. Sabía que era mejor mantenerme oculto, en caso de que algo ocurriera, desde chico siempre fue bastante precavido. —¿Cómo te llamas? —preguntó Nina. —Frederick me apodó Marutuk y ese será el nombre al cual podrán referirse a mí. —¿Por qué no revelas tu verdadero nombre? —preguntó Balder, desconfiado. —Porque estoy en este lugar hace mucho tiempo, y lo he olvidado —respondió Marutuk—Tu deberías saberlo Balder, después de todo usas el nombre de quienes te capturaron de pequeño, jamás te interesó saber el nombre al cual llegaste al mundo. —Digamos que siempre tuve cosas más importantes de las que preocuparme. —Lo sé, y es por eso que estoy acá, a pesar de que le pedí a Frederick que no me separe de su lado, le dije que sería peligroso y sin embargo, él pensó que mi presencia tampoco podría evitar lo inevitable. Por eso es que me encerró en este lugar, con las condiciones necesarias para que mi vasija —dijo señalando la caja que estaba debajo de sus pies—. Únicamente pudiera ser encontrada por ustedes. —Suena a algo que él haría —dijo Nina, mirando la caja—.¿Entonces se supone que tenemos que llevarte a algún lado? —Si así lo deseas si Violet, me pidió que me quedara contigo. Pero lo importante era darle la información más valiosa a Balder. —¿Qué información? —Que fuiste engañado todo este tiempo, pero que todos caímos bajo ese engaño. —¿A qué te refieres? —La familia que te formó y te sacrificó para abrir la puerta, eran peones en el juego de alguien más. Inclusive ahora, ellos se consideran que tienen que reclamar el poder perdido la noche en que destruiste todos sus planes, pero eso inclusive fue planeado por quien está detrás de todo esto. —Imposible. —No lo es Balder, pues hasta el último viaje de Frederick yo estuve con él en los anteriores e investigamos a conciencia en distintos planos. Nos dimos cuenta con el tiempo, y con una investigación reiterativa aplicando las distintas reliquias que en esa vieja casa, había una pequeña energía que no tenía que estar ahí. Desde el momento que empezamos a desarrollar esa teoría, nos dimos cuenta que había algo que nos seguía, pero jamás pudimos dar con la entidad. Era muy esquiva, muy antigua. Balder intentó replicar, pero antes de hacerlo la voz del lobo Fenríz le gritó que tuviera cuidado y la cadena actuó por voluntad propia golpeando lo que parecía una flecha que iba en dirección a Marutuk, y luego giró para bloquear otra que iba dirigida a Nina. —Al suelo —dijo Balder y Nina obedeció. Esperó que su atacante volvería a la acción o que se revelara pero nada pasó, inclusive había desaparecido su presencia sin dejar ningún rastro. —Es bueno, muy bueno —dijo el lobo dentro de la mente de Balder—. presiento que se irá Balder podría haber dejado que se vaya, pero lo que había escuchado le había trastornado. Todo el tiempo buscando encontrar los miembros restantes de la familia que lo habían atormentado para exterminarlos y resulta que había una posibilidad de que ellos también fueran únicamente los peones de una figura superior. Recordó el rostro de Abraxas y la frialdad con la que hablaba de sus hombres y la furia lo invadió. Lanzó la cadena en dirección de dónde había venido el ataque, esperando capturar a su objetivo. —Cuidado —gritó Marutuk señalando el cielo. Una lluvia de flechas descendieron del cielo, apuntando a ellos y la cadena estaba muy lejos para poder defenderlos. Balder esbozó una ligera sonrisa, había utilizado la cadena como sueño, invadido por la rabia utilizaría a la serpiente para eliminar esas flechas y a su enemigo. Pronunció las palabras para liberarla, y el amuleto carmesí brilló. La mano aparentemente sana, se convirtió en un hueso ennegrecido que se cubrió de sombras para luego liberar la cabeza de la serpiente que salió a gran velocidad en búsqueda de comida. Ascendiendo por los cielos, devorando las flechas y luego en búsqueda de su verdadero alimento. —Detente Balder —dijo Marutuk—. Es una trampa, tiene la velocidad suficiente para esquivar a la serpiente el tiempo suficiente y agotarte, este era su plan desde un principio. —Lo sé —dijo Balder, pero no se detuvo y siguió hasta que finalmente la cadena vibró, señal de que había cumplido su cometido—. Te atrapé infeliz. Una vez capturado por las cadenas del lobo, Balder hizo un esfuerzo sobrehumano para lograr que la serpiente volviera a ingresar dentro de él y el amuleto brilló nuevamente hasta que logró sellarla. El esfuerzo fue tal que terminó arrodillado en el suelo jadeando y cuando le ordenó a la cadena que volviera a él, esta arrastró consigo lo que parecía ser una criatura deforme, con una ballesta en lugar de brazo, y para sorpresa de él, la criatura tenía lo que parecía ser un fragmento negro, tan negro como las escamas de la serpiente. Las cadenas que se habían transformado en las garras del lobo lo habían lastimado y atrapado, sangraba con un color enfermizo y emitía un ligero gruñido. —La cadena no podrá destruir esa criatura, Balder —dijo Marutuk—. Solo la serpiente puede devorar algo que fue creado a base de su propia esencia. —¿Su propia esencia? —Es lo que quería decirte, antes de tus captores hubo alguien que tuvo éxito en traer a la serpiente, pero cuando se dio cuenta lo que planeaba hacer logró volverla a encerrar. Estoy seguro que la escama que estamos viendo no es la única, quién sabe cuántas tendrán, pero te aseguro que querían más, por eso idearon este plan. Jamás iban a poder invocar la serpiente, únicamente traerle el tiempo necesario para que tuvieran más fragmentos. No contaron jamás entre todos sus esquemas que harías lo que hiciste. —Pero encontraron la manera de manipularme y buscar las pistas equivocadas en una cruzada interminable, esperando que mi tiempo se agotara. —Así es. Balder apretó los puños y liberó nuevamente a la serpiente para que devorara a la criatura. Al devorarla, sintió un ligero escalofrío por su cuerpo y un dolor punzante en su pecho, algo que jamás había sentido antes. Logró encerrar nuevamente y colapsó en el suelo. Mientras sufría como no lo había hecho nunca su mente se preguntaba quién era capaz de haber jugado con él de esta manera. Todo este tiempo moviéndose entre ocultistas y venciendo a sus rivales con un ligero esfuerzo le habían hecho creer que eventualmente daría con sus captores. Hasta la pelea en la subasta le había parecido un desafío menor, después de todo pudo enfrentarse a Guro utilizando únicamente la cadena. No había tenido la necesidad de usar la serpiente y ahora para devorar esa pequeña criatura su cuerpo se había debilitado de tal manera que no podía moverse. —Violet —dijo Maruduk amablemente—. Voy a tener que pedirte un favor. —¿Cuál? —preguntó ella sin apartar la vista de Balder, temiendo por él. —Voy a necesitar que me recibas como huésped tal como lo hizo Frederick. Desde esta vasija no podré ayudarlos y en este momento necesito entrar a tu cuerpo para darte la fuerza de poder sacarlo de este lugar. —¿Qué? —Si no lo hacemos él morirá. Su cuerpo no podrá aguantar lo que acaba de hacer, no sin los conjuros necesarios. —Está bien —dijo Nina, te acepto como huésped. Balder contempló cómo la entidad abrazaba a la mujer, y la vista se le puso borrosa. —Todo estará bien Balder —dijo la voz de Nina ligeramente distorsionada—. Sé lo que hay que hacer.Ver más
Las Ruinas Circulares (Parte II)El lugar dónde había estado la gran casa de Frederick seguía en el mismo estado que cuando Balder fue a investigar. Nada había cambiado en lo más mínimo. La maldición que habían arrojado contra el lugar aún mantenía el poder suficiente para mantener a las personas normales lejos, y también había afectado a la vegetación. Nada había vuelto a crecer en la tierra dónde estaban los escombros. Después del viaje en avión, y dejar sus pertencias en una cabaña que Nina había alquilado, fueron a buscar un auto para llegar ahí. El auto ahora se encontraba a kilómetros, solo a pie podían transitar el laberinto de árboles. A pesar del sol radiante que los acompañó durante todo el viaje en la ruta, dentro del bosque dominaban unas nubes grises. —No puedo creer que esto siga así —dijo Nina con lágrimas en los ojos. —Este tipo de lugares suelen mantenerse iguales a cuando fueron destruidos —explicó Balder. Hay energías muy poderosas que tuvieron su voluntad sobre la casa. Contra ese tipo de destrucción, es muy poco probable que no queden marcas. Al menos que el lugar sea saneado. —Pensé que habías venido poco después de la muerte de Frederick, ¿No podías hacer algo al respecto? —Jamás creí que se trataba más que las consecuencias de una batalla, jamás creí en ese momento que me enfrentaría a alguien que quisiera dejar semejante testimonio para aquellos que lo encontraran —dijo Balder, pero aún así, la situación le parecía extraña—. Hay algo acá que está mal. —¿Por qué decís eso? —Creí honestamente que habría alguien en el bosque esperando por un invitado no deseado. Estuve alerta desde que llegamos al pueblo y reforcé mis sentidos cuando estábamos caminando por el bosque y sin embargo no encontré ningún tipo de indicio de que fuera así. Cuando llegamos al bosque esperaba encontrar algún ritual o algo, y sin embargo, nada. —Eso es bueno. Significa que tal vez fuimos demasiado cautelosos. Nina comenzó a caminar hacía el lugar, por un momento Balder pensó en detenerla, pero tal vez ella tenía razón, no había nada en ese lugar que le diera un indicio de que estaban caminando a una trampa, así que la siguió dándole su espacio. Caminaron por dónde había estado la puerta principal y Nina llegó a lo que parecía ser los escombros de lo que había sido una habitación. Aún había fragmentos de cuadros rotos, y papeles de libros que fueron quemados, fue ahí dónde la mujer se arrodilló y comenzó a llorar. Balder pensó en consolarla, pero luego se dijo que era el menos indicado para eso, después de todo él jamás había tenido un lugar en ruinas para llorar, él jamás había tenido nada. Así que la esperó pacientemente, contemplando el cielo gris que estaba por encima de ellos. —Ven Balder —llamó Nina, al cabo de unos minutos. Balder se acercó y se arrodilló a su lado. —Perdón, no quería molestarte. —No molestás en absoluto —dijo Nina con una sonrisa poniendo la mano en su hombro—. El te apreciaba mucho, podés hacer tu duelo también. Por un instante Balder pensó en explicarle que para él esto era distinto, que se sentía responsable por la muerte de la familia de Nina, que Frederick jamás entendió definitivamente a lo que se estaba arriesgando y que ella tenía todo el derecho de enojarse con él, en lugar de pedirle de compartir las penas, pero en el instante que Nina tocó su hombro, sintió una energía recorrer el lugar, una energía que Nina también sintió porque se giró alerta. Balder levantó la mano, con la cadena lista para cualquier ataque, pero la energía que se movió por el lugar se filtró por la tierra. —¿Qué fue eso? —preguntó Nina sorprendida. —No lo sé —respondió Balder, dejando caer la cadena casi hasta la altura del suelo—. Esa energía no estaba en este lugar hasta este instante. —Tal vez no nos preocupamos lo suficiente —dijo Nina y sacó un pequeño cetro de su abrigo— ¿Qué hacés? —La cadena funciona como un rastreador —explicó y comenzó a seguir el camino que le marcaba—. Sea lo que sea no es ofensivo porque habría respondido de otra forma, pero es un rastro de energía. Alguien quiere llamar nuestra atención. Caminaron con cautela hasta las ruinas y ahí Nina levantó el cetro y señaló las mismas, que empezaron a levitar, descubriendo lo que parecía ser una pequeña caja de color madera, con distintos simbolos tallados. —Eso es de Frederick —dijo Nina, que sorprendida al ver la caja, perdió un poco de concentración y las ruinas cayeron al suelo—. ¿Cómo puede ser esto posible Balder? Eso mismo se preguntaba él, que había ido al lugar en búsqueda de pistas y sin embargo jamás había encontrado nada, ¿pero quién era capaz de saber eso de Frederick? Nadie. Ese objeto había permanecido oculto ahí, desde hace tanto tiempo y solamente se había descubierto ahora que ellos estaban ahí. —¿Para qué usaba esto Frederick? —preguntó Balder. —No lo sé —respondió Nina—Él tenía sus misterios, pero vi como él mismo construía esa caja y cuando le pregunté me dijo que era una especie de seguro. —¿Una especie de seguro? —Sí. Balder caminó hasta la caja y la agarró. —Cuidado Balder, podría ser una trampa. Balder contempló la caja, intentó encontrar la manera de abrirla, pero fue imposible. ¿Debería romperla? No algo le decía que no sería buena idea. Miro a Nina que contemplaba el objeto con lágrimas en los ojos. —¿Querés intentar abrirla? —preguntó Balder—. La toqué y no sucedió nada, no debe ser nada malo, más allá de lo extraño de la circunstancia. Nina asintió y extendió su mano a la pequeña caja, en el instante que sus dedos la tocaron, la tapa se abrió bruscamente, cayendo al suelo y de adentró una luz color dorada cegó a los dos por un instante. Cuando abrieron los ojos, la figura etérea de lo que parecía ser un hombre cobró forma, a juzgar por dónde terminaban sus pies, dentro de la caja, ambos entendieron que estaba atado a ella. —Finalmente sucedió —dijo la voz, una voz que Balder había escuchado antes—. Le dije a Frederick que estaba loco, que si bien era lo más seguro era imposible que ustedes dos vinieran a este lugar juntos. Pero por lo visto, me equivoqué. —¿Qué eres? —preguntó Nina horrorizada. —¿No lo reconoces? —preguntó Balder, sorprendido—. Es la entidad que vivía con Frederick.Ver más
Las Ruinas Circulares (Parte I)A las pocas semanas de lo que sucedió en la subasta, August Abraxas le dijo a Balder que ya no necesitaría de sus servicios. Le comentó que luego de lo que había pasado, la balanza de poder estaba desequilibrada y que tardaría un tiempo en equilibrarse, que hasta entonces, costear el servicio de un agente como Balder era algo innecesario dado el costo. Balder aceptó la decisión sin ningún tipo de reclamo, aunque la noticia lo tomó por sorpresa, y abandonó la gran casa de los Abraxas, a pesar de que Marianne le pidió que se quedara con ella, que ella sí podía costear su compañía y cuando se negó en reiteradas ocasiones, le pidió que lo hiciera por ella. Pensó por un instante en acceder, se había encariñado con Marianne, y le gustaba como jamás le había gustado a otra mujer. Se rehusó únicamente porque sabía de la astucia de su padre, y si él terminó con el contrato, sabía que era porque lo quería fuera de su casa y de su círculo cercano. No quería enemistarse con August, menos después de ver que su poder era algo más que su inteligencia. El día de la subasta le demostró que el apellido Abraxas, era más que un nombre antiguo. Debía alejarse y esperar pacientemente que se volviera a presentar la oportunidad de trabajar a su lado, aunque sentía que ese horizonte aún estaba muy lejos. Llamó a Nina y le comentó la situación, y ella le respondió que estaba con mucho trabajo, que todo era un caos y que esperara su llamado. Fue entonces que Balder decidió hospedarse en un hotel y se dedicó a meditar y conversar con la entidad que vivía en el anillo. Después de un mes sin noticia alguna sobre Nina, decidió ir a visitarla sin ningún tipo de aviso. Un poco por miedo a que ella decidiera no volver a verlo por algún temor infundado por Abraxas y otro poco porque si algo le había sucedido y alguien habitaba su hogar, quería tomarle por sorpresa. Llegó al viejo barrio, que seguía como si el paso del tiempo no fuera capaz de cambiar nada de ese triste paisaje y caminó sin ningún tipo de imprevisto hasta la casa de la mujer. Todo parecía estar en orden así que golpeó y esperó con tranquilidad. —¡Balder! —dijo la mujer al abrirle la puerta, su rostro mostraba señales de agotamiento— ¿Qué haces acá? —Esperé tu llamado, jamás llamaste así que vine para saber que aún estabas con vida. —Sigo con vida, bah si puede llamarse vida a lo que estoy viviendo. —¿Qué estás viviendo? —Jornadas de explotación laboral —respondió con una ligera sonrisa—. Todo por culpa tuya claro está. —¿Culpa mía? —Lo que pasó en la subasta. Estuve mucho tiempo trabajando sin parar, porque los miembros de las familias afectadas quedaron muy asustados, así que empezaron a reclutar sin importar el estatus de la persona. Hace relativamente poco dejó de sonar el teléfono, parece ser que ya están comenzando los periodos de pruebas. —Qué extraño. A mí a las pocas semanas August Abraxas me despidió, me dijo que mis servicios ya no serían necesarios. —Y tiene razón. ¿De qué le sirve a él tenerte a su lado si tiene en su cartera a ocultistas que serán capaces de lidiar con estos amateurs? Te conseguí un buen sueldo, no eras barato Balder. —No me creo ni por un segundo que me dejara ir por un tema de dinero —dijo Balder molesto—sospechó algo seguramente. —Para mí, más allá del sueldo, August Abraxas es alguien muy pragmático. Si no te considera útil para tener cerca, te deja ir, así de sencillo. —Ese día, en la subasta. Utilicé los poderes del anillo, fue un encuentro más difícil de lo que esperaba. Por un instante pensé en utilizarla, pero me contuve. —¿Y? —Nada me dice que él no pudiera ver algo, tal vez leer mi mente. —Te estás preocupando demasiado. —Puede ser —dijo Balder y se sentó. Nina fue a la cocina y volvió con una botella de vino. —Imagino que es mejor esto que café por esta ocasión. —Imaginaste bien. Llenó los vasos y bebieron en silencio. No compartían un momento así desde hace años, y en ese entonces las cosas eran muy distintas. En ese entonces Frederick estaba vivo, y era lo más cercano que tenía Balder a un buen amigo. Por ende, cuando no estaban reunidos solos debatiendo los pasos a seguir, cenaba con él y con Nina que en ese momento se llamaba Violet. —Estaba pensando en tomarme unas pequeñas vacaciones —dijo Nina, y rellenó su vaso—. Me lo merezco después del caos que fue esto, además del caos, fue una buena ganancia y el dinero hay que gastarlo o corrompe el alma. —¿A dónde querés ir de vacaciones? —preguntó Balder. —Ya sabés dónde quiero ir. —¿Y por qué ahora? —Por lo que sucedió en la subasta. Tal vez ya no sea peligroso ir ahí. —Él no se encuentra en ese lugar. Te arriesgas por nada Nina. No era buena idea ir antes, no es buena idea ir ahora. —Sé que él no está. Se que ninguno de ellos lo está, pero es algo que me gustaría hacer. ¿Toda tu vida viviste para cumplir propósitos Balder? ¿Nunca te dejaste llevar por un instante por algo que de verdad desearás? Al escuchar esto Balder pensó en Marianne, en su sonrisa y en cómo fumaba. Tomó un largo sorbo de vino y contempló a Nina. Entendía su deseo por ir a contemplar el lugar, pero no podía arriesgarse a perderla. Era su nexo con el mundo de las familias, y además su única amiga. —Ese sujeto que atacó a la subasta, estoy seguro que es de la misma organización que destruyó a mi familia. Luego de lo que sucedió ahí, debe estar débil, debe estar reagrupandose es mi única oportunidad de ir. —Lo entiendo —dijo Balder, y puso su mano en el hombro de Nina— Iremos juntos. —¿Qué? —No voy a dejarte que vayas sola. Es peligroso. —¿No me escuchaste? —Te escuché fuerte y claro —dijo Balder mirando a Nina a los ojos—. Quienes destruyeron a tu familia siguen los mismos patrones que aquellos que piden tus servicios. No creas ni por un momento que lo que sucedió en la subasta hará que esa persona se quede lamiendo sus heridas, seguramente está viendo cómo mejorar sus planes, como ampliar su poder. Y si en lo que queda de esa casa, existe la más remota oportunidad de brindarle una ventaja, créeme que estás en peligro si vas sola. —Balder… —Además estoy desempleado y mi agente se toma vacaciones. ¿Qué más voy a hacer? —preguntó con una sonrisa. —Seguro tenés mejores cosas que hacer que verme llorar. —Lamentablemente no. Por mucho tiempo caminé errante buscando la salida a mi condición, y jamás avancé tanto como las últimas semanas con August Abraxas. Estoy seguro que si existe una solución para mí, está conectada a esa familia, así que puedo esperar. —Esperar y asegurarte que la delirante de tu agente no sea asesinada por hacer una peregrinación. ¿Correcto? —Correcto. —Marianne vino a verme—comentó Nina mirando a los ojos de Balder—.¿Lo sabías? —No. —Fue hace poco, al igual que vos vino sin avisar. Estaba bastante molesta por todo este asunto de tu desvinculación. —Me imagino. —Casi me mata. —¿Qué? —Se enojó cuando le dije que no tenía manera de comunicarme con vos. —Pero eso es verdad. —Marianne es una mujer caprichosa, obtiene todo lo que quiere y en este mundo sabe que todos tienen un plan B. Me costó explicarle que no tenía un plan B con vos, porque siempre es mejor tenerte lejos. —¿Te lastimó? —No. Pero si quería matarme lo hubiera hecho, creo que la detuvo el hecho de que soy la única persona que te conoce desde hace más tiempo. —Desde ya perdón por lo que te sucedió. —Gajes del oficio, no fue la primera ni será la última que me amenazan. Aunque si fue la primera vez que vino alguien por un asunto de amor —dijo Nina maliciosa. Balder la ignoró y se levantó de la silla, dirigiéndose hacía la puerta. —Sacá los pasajes y vení al hotel a buscarme. —¿Ya? —Mientras antes mejor —dijo Balder y la saludó con un beso en la mejilla antes de retirarse.Ver más
La Cacería (Parte III)—August se cree más importante de lo que es realmente —dijo Guro, aumentando aún más la musculatura de su cuerpo, había superado por mucho su altura anterior y el color pálido que tomaba su piel, lo hacía similar a lo que hubiese sido la escultura de un cíclope. Con una velocidad imposible para alguien de su tamaño golpeó a Balder, tomándolo por sorpresa y tirándolo contra las butacas. Por primera vez en mucho tiempo, experimentó lo que era el dolor, sintió los huesos completamente rotos y escupió sangre. —¿Eso es todo? —preguntó Guro—. Me hablaron tanto de ti que esperé más. El anillo de Balder brilló y la sombra de un lobo se posó sobre su cuerpo. Se levantó y sus ojos brillaban de un color rojo. Guro que se acercó a él con un aire de victoria cambió su semblante al verlo. —Eres una criatura bastante interesante —dijo Balder, poseído por el espíritu del lobo— Pero sigues siendo joven e inexperto. —No molestes, falso lobo —dijo Guro—. No me interesa medirme con un supuesto dios acabado y olvidado. Mi meta es enfrentarme a ella. —¿No te interesa medirte eh? —preguntó con una sonrisa amenazante, que hizo a Guro apretar los puños—. Huelo tu miedo, y además me doy cuenta de algo importante. —¿Qué? —Que no estás prestando atención —dijo Balder, que había retomado el control de su cuerpo y le mostró a Guro el brillo de su anillo. Mientras su oponente estaba enfocado en las acciones de la entidad, Balder entre las sombras había cubierto las cadenas con un velo de sombras, que lentamente acercó a la criatura y ahora se levantaron aferrándose a sus brazos y piernas. —No me hagas reír —dijo Guro y flexionó las piernas, dando un salto tan fuerte que el suelo debajo de sus pies se quebró—. Estas cadenas son un juguete para mí, no me subestimes. Tiró con confianza de las cadenas pensando que esto movería a Balder, pero las cadenas siguieron creciendo, como si no tuvieran ningún límite, así que decidió cambiar de estrategia y con un ligero movimiento de brazos se empujó en dirección a Balder para caer en picada sobre él. Los ojos de Balder volvieron a cambiar de color y el brazo de Balder se transformó en el hocico de un lobo gigante que golpeó a Guro lanzandolo contra el escenario, rompiendo la estructura a la mitad, ante la atenta mirada del intruso. Guro salió de la estructura corriendo con vehemencia y Balder giró nuevamente la mano, aumentando el peso de las cadenas, provocando que inclusive el hombre con todo su poder no fuera capaz de dar un solo paso. Decidió cambiar de estrategía y aumentar más sus músculos buscando romper así la cadena, pero el esfuerzo fue en vano. —Guro, detente —dijo el intruso, mirando a Balder con desprecio—. Es un buen artilugio lo que estás usando. —Si —dijo Balder sin sacarle los ojos de encima, sabía que ese hombre era peligroso y tenía que estar atento, no le importaba tener que revelar su identidad delante de August, sí era atacado tendría que depender de La Serpiente para defenderse. —No pareces ser un heredero de los Nueve Nibelungo. Balder guardó silencio, no conocía a ese hombre de ningún sitio, ni desde su infancia recordaba a alguien con esos rasgos. Pero si era el empleador de Guro, sabía quién era él. ¿Que juego estaba jugando? —Tienes algo que me pertenece. —Lo dudo. —Toda esta perorata me aburre —dijo August, aún en la butaca, sonriendo como si se tratara todo parte del show. —¿Qué dijiste? —preguntó el intruso indignado —Me escuchaste bien. ¿Dónde están las reliquias? —Las reliquias ya no están estúpido, las sacamos de este lugar, ahora nos pertenecen . —Ah bien —dijo August, prendiendo un cigarrillo—. Entonces los que organizaron todo esto, están muertos, asumo. —Bastante inteligente, como siempre Abraxas. —Y, es parte del negocio —respondió August Abraxas, a juzgar por el tono de voz estaba un poco aburrido de cómo estaban resultando las cosas. —Tu negocio se termina ahora —dijo el hombre y de sus dedos la energía oscura se desplazó a una velocidad que tomó a Balder por sorpresa, no podía hacer nada para proteger a su cliente de esa maldición. —Nada —dijo August Abraxas con una voz que no era la habitual y antes de tocarlo, la maldición desapareció—. Tu poder es nada, comparado a mi sangre. —Tu sangre, tiene un límite —dijo el hombre y volvió a lanzar una rafaga de energía, solo que esta vez fue la cadena de Balder en forma de colmillo que se interpuso. —Balder —dijo August con una sonrisa —no era necesario. —Fallé en el primer intento de protegerlo. —No te ordené que lo hagas, te ordené que mantengas a esa bola de músculos quieta y eso hiciste— dijo y tiró el cigarrillo al suelo—. En cuanto a tí, no sé qué fijación extraña tienes con mi empleado, y mucho menos entiendo que es lo que ganan poniéndose a todos nosotros en su contra, pero si ese es el camino que eligen, van a pagar las consecuencias. —¿Consecuencias? ¿No escuchaste lo que sucedió ahí afuera? Los matamos a todos, y ese también será tu destino August, todos ustedes, usurpadores, que viven una vida que no les pertenece, tienen sus días contados. —Escuché lo que sucedió ahí afuera —dijo August, mirando el celular—. Por eso estoy completamente convencido de que elegiste el bando perdedor muchacho. —¿Cómo te atreves? —preguntó el intruso y Balder sintió la energía que comenzó a expandir desde lo profundo de su ser, una energía similar a la que él poseía. Las puertas del anfiteatro se abrierony dos figuras entraron al salón. Afuera los gritos habían cesado. Balder contempló a los hombres que ingresaron. Había oído hablar de ellos, el más alto de pelo rubio y contextura atlética, acompañado por un viejo que caminaba con tranquilidad apoyado en un bastón. Mientras el más alto tenía los ojos verdes, similar a los de un lince, el viejo tenía los ojos en blanco, completamente ciego. Ellos, al igual que Balder eran mercenarios, aunque el término mercenarios era poco para lo que ellos habían alcanzado en el mundo secreto. Hasta que los observó entrando por la puerta había pensado que eran una especie de mito, alguna historia urbana que se había contado tantas veces hasta caer en la exageración, pero al juzgar por los pasos que daban, que no emitían sonido alguno, eran reales. —August —dijo el anciano—. Tal y como lo pediste, una vez que tus hombres fueron asesinados, nos pusimos a limpiar el lugar. Ya todo está en orden. —Perfecto. —Aunque si quieres invertir un poco más, podemos terminar de limpiar lo que está sucediendo en este lugar. —No, tranquilo. El muchacho ya se está por ir a disfrutar las reliquias que tanto esfuerzo le costó robar. Dudo que quiera probar suerte contra ustedes. Por un instante Balder pensó que el hombre haría algo ante tal amenaza, volvería a atacar, sin importarle que estuviera solo contra ellos tres, pero su única acción fue lanzar nuevamente la maldición, a Guro. El hombre gritó de dolor mientras su enorme cuerpo empezaba a quebrarse poco a poco, imposible de impedir la maldición que estaba actuando sobre él, pero dado su resistencia, la agonía fue lenta y dolorosa. Espero que los mercenarios hicieran algo o August Abraxas pero solo contemplaron como quien había sido un agente doble, gritaba de dolor en su hora final. —Supongo que irse así, debe ser una frustración enorme, ¿No lo crees August? —dijo el anciano. —Si, supongo que sí. Se esforzó mucho en este plan para matarnos a todos, y sin embargo, los siete seguimos vivos. —Pero te sirvió para hacer limpieza. —Si, algo es algo —dijo August, mirando lo que quedaba del cuerpo de Guro. Me hubiera gustado contar con Guro en mis fuerzas, no te culpo Balder hiciste bien tu trabajo. La energía que tiene ese anillo es muy interesante. —Gracias —dijo Balder. No podía creer aún que había sido tan ingenuo en no pensar por un instante que una figura como su empleador podía ser capaz de haberse anticipado a todo lo que sucedió. No por algo eran el apellido más longevo, a pesar de nunca ostentar el primer lugar entre las familias, siempre estuvieron dentro de los cinco más poderosos, y ahora Balder sospechaba que eran ellos mismos quienes no querían escalar en rango. Siempre eran las familias que ostentaban los primeros tres lugares aquellos en caer. —¿Les transfiero el resto a la misma cuenta caballeros? —Claro que sí —respondió el anciano con una sonrisa—. Tu pelea fue muy interesante muchacho. La entidad del anillo tiene una conexión fuerte. —Gracias —dijo Balder, un poco incómodo al observar que la postura de ambos hombres era indescifrable. —No te subestimé en ningún momento Balder, sabía que estarías bien. —¿Sabía también del ataque? —Claro que sí —respondió August dando una pitada a su cigarrillo—. La clave de todo imperio es la información. Esto es exactamente lo mismo. Sabía que se haría este ataque, sabía que morirían muchos, salvo aquellos que no vinieran. —Y los que no vinieron, es porque usted les avisó, ¿Verdad? —Claro que sí. —Entiendo. —Cómo te dije en el camino, hace mucho tiempo que no éramos tantas familias en una subasta. —¿Entonces X y los demás? ¿Sabían que esto iba a pasar? —Claro que no —respondió August—. De igual manera si ellos hubieran tenido tu fortaleza estoy seguro que hubieran sobrevivido. Esto no es el mundo normal muchacho, sabes bien lo que sucede cuando jugas con fuerzas que son superiores Balder asintió, Si bien apenas los había conocido, estaba seguro que habían pasado por mucho para probarse ante August Abraxas y para otros también. Toda su vida esforzándose al máximo para poder cumplir con las expectativas de gente como él, que poco y nada les importaban sus vidas. Tuvo que contener su enorme deseo de contestarle, de liberar la serpiente que vivía dentro suyo. Tenía que contenerse, porque August Abraxas, parecía ser la persona indicada, para poder golpear a sus enemigos y saber cómo liberarse de su maldición.Ver más
La Cacería (Parte II)El anfiteatro, era hermoso iluminado cálidamente, con un escenario que tenía un proyector enorme detrás. El lugar podía recibir 500 personas, una exageración ya que aún con miembros de personal, los que iban a asistir a la subasta no superaban las 100 personas. August Abraxas se sentó en las filas del medio, del costado izquierdo. A juzgar por las tarjetas que indicaban dónde tenía que sentarse cada uno, nada de esto estaba librado al azar. Información que Balder tuvo en cuenta, para saber de dónde podría venir el ataque a su empleador. Desconfiaba de los balcones vacíos, y desconfiaba de dónde estaría sentado Guro. Cuando el lugar se completó, Balder entendió que el único que estaba solo era Abraxas. El resto estaban acompañados por una pareja, hasta Ullrich tenía a su lado a una mujer, vestida con poca ropa. El resto había llegado con algunos miembros de la familia, jóvenes adultos y adolescentes. Hablaban entre ellos animadamente, mientras el guardián de cada familia permanecía en silencio —Es increíble la cantidad de familias nuevas que asistieron este año—dijo August, encendiendo un cigarrillo—. Ahora lo que viene es la subasta, un gasto enorme de dinero y luego cada uno a su habitación. ¿Alguna duda? —No —respondió Balder. —¿Alguien que te llame la atención? —Únicamente Guro. Está impaciente y ansioso, nos miró al ingresar y creo que planea algo. El resto de los guardianes se mantienen tranquilos, están expectantes, pero a juzgar un poco por el ambiente parece que todos se sienten ligeramente nerviosos por lo mismo que yo. —Si, Guro está haciendo una actuación formidable para mantenerlos a todos ocupados, no te dejes engañar muchacho, si vas a hacer este trabajo tenés que empezar a leer entre líneas. —¿Le puedo hacer una pregunta? —Claro que sí. —Si sabe que esto es una prueba, ¿Por qué asiste? Si nada le interesa realmente de las reliquias, ¿Para qué exponerse? —Porque es todo parte del juego. No venir, es una muerte total. Aquel que no viene es porque tiene miedo, miedo a mostrarse, miedo a fallar y eso es peor que llegar con un guardián mediocre. No venir significa que el mediocre es uno. ¿Alguna duda más? —Puedo sentir que usted es más poderoso que mucha de la gente que está sentada en este lugar. ¿Por qué no hace algo al respecto? —De nada sirve ostentar una posición, si no hay gente que te envidie, tan sencillo como eso. ¿Última pregunta? —¿Por qué solos? —¿Disculpa? —Todos vienen acompañados, inclusive con miembros de su familia. A Marianne le hubiera encantado acompañarlo a esta subasta. Pero usted dijo que vendría solo, y ella solo confiaba en mí como guardaespaldas. Asumo que ella contaba con el hecho de que X vendría con usted. Así que ¿Por qué solo? August no contestó, únicamente sacó su celular y luego le hizo un gesto a Balder para que mirara el suyo. Al instante, la notificación de X llegó al grupo “Una niebla extraña está rodeando el patio” Las luces se apagaron y el lugar quedó completamente a oscuras. Balder sintió una energía extraña que se filtraba tras el telón. Las luces del escenario se ascendieron y de pie, se encontraba una mujer de pelo negro y largo, con un vestido color blanco. Miró despreocupadamente a los presentes que la aplaudían. —Buenas noches a todos los presentes —saludó la mujer con una sonrisa forzada—. En esta ocasión especial, tenemos un invitado sorpresa que desea compartir unas palabras. —Primera vez que algo así sucede Balder —dijo August Abraxas y apagó el cigarrillo en el asiento. Balder mandó un mensaje al grupo, esperando una respuesta, la observación de August parecía ser la misma que la de los demás miembros de la subasta ya que un susurro se extendió por el lugar. Un hombre delgado y pálido de pelo negro caminó hacía el lugar principal del escenario, mientras la mujer salía por el costado izquierdo. Miró a la multitud, y cuando las luces lo mostraron Balder observó que la mitad del rostro estaba quemado, dejando ver parte del hueso. La energía que había sentido hace unos instantes le pertenecía a él. —Buenas noches a todos —dijo el hombre y la voz le resultó familiar a Balder—. ¿Ansiosos por las subastas? —¿Qué es esto? —preguntó indignado uno de los hombres que estaba sentado en las filas superiores —¿Esto? Es tan solo una pequeña introducción, sería de buena educación que se sienten y escuchen. —¿Y si no quiero sentarme imbécil? —preguntó otro de los hombres, este más cerca del escenario, poniéndose de pie. —Deberíamos irnos —susurró Balder a August. —¿Por qué? —Ese hombre es peligroso. —Nosotros también somos peligrosos muchacho. —Si no se sienta en tres segundos —dijo el hombre con una sonrisa señalando al que se había puesto de pie— Voy a matarlo. —¿Qué clase de broma de mal gusto es esta? —preguntó otro de los miembros Como respuesta a lo que sucedió explosión. La cabeza del hombre que se había puesto de pie ahora ya no estaba y la gente a su alrededor estaba bañada en sangre. Balder intentó levantarse pero la mano de August lo detuvo. —Quieto —dijo August con tranquilidad—. Todo esto es parte del juego, el primero en levantarse pierde. A diferencia de August, muchos se pusieron de pie junto a sus guardianes y empezaron a irse, por un momento Balder pensó que el hombre haría algo pero los dejó salir. En cuestión de instantes, empezaron a escucharse los gritos del otro lado de la puerta. Gritos acompañados de ruidos y gruñidos, el lugar debía estar lleno de entidades controladas por el hombre o alguien más que estuviera ayudando. Estaban rodeados. —Los que se quedaron, asumo que se creen más poderosos, valientes o están completamente aterrados —dijo el hombre con una sonrisa—. Lograron prolongar sus vidas de igual manera, están completamente rodeados. El hombre señaló a cada uno de los presentes y Balder observó el hilo negro que salía de cada uno de sus dedos conectandosé a la cabeza de cada miembro de la familia. Balder utilizó el poder de su anillo para que la garra del lobo en un rápido movimiento cortara la conexión entre el hombre y August. Si su jefe había notado o no esto, no hizo gesto alguno. Con el chasquido de los dedos, la cabeza de varios miembros de familia que estaban presentes explotaron, incluida la cabeza de Ullrich, los que quedaron vivos lo hicieron a costa de sus guardianes. Algunos habían salido lastimados, pues habían interceptado el hilo. —Captura a Guro —dijo August a Balder—. En lo posible, vivo. Balder asintió pero antes de poder asistir a su encuentro, Elrich el alquimista se adelantó, a diferencia de Balder, Elrich que había transformado su mano en una especie de espada, iba por el supuesto presentador y fue detenido por Guro que utilizó su cuerpo como escudo y luego de recibir la espada en su estómago, fue capaz de romperla de un golpe y asestar una patada al pequeño alquimista que lo lanzó a un costado. Balder salió de las butacas y se quedó en la escalera, desde ahí, que tenía espacio para moverse, invocó dos cadenas negras, la primera la lanzó al hombre del escenario, este en lugar de chasquear los dedos lo que hizo fue aplaudir, expandiendo una pequeña aura de energía que transformó la cadena en cenizas. Guro observó esto con una sonrisa y se enfrentó a la cadena utilizando sus manos, aferrándose al metal oscuro, el mismo que Balder había imbuido con energía para poder desgarrarle la piel, pero fue inutil ante Guro. —Ven, acércate —dijo Guro y lo atrajó hacía él, con un movimiento brusco. Balder que había esperado esto se dejó ir hacía el gigante y antes de llegar el anillo brilló, la cadena desapareció y unas garras oscuras cubrieron su mano, con ellas logró atacar el pecho de Guro, rasgando ropa y a diferencia de lo que había intentado con la cadena, esta vez logró romper la carne de su oponente. —Buen intento —dijo Guro con una sonrisa, al tenerlo cerca— pensar que si aún utilizaras el poder de la serpiente, yo ya estaría muerto, pero estás intentando mantener eso en secreto, ¿Verdad Balder? Por un instante se quedó paralizado, ¿Quién era Guro? ¿Cómo sabía quien era? ¿Y acaso el hombre del escenario, el verdadero jefe del guardián que tenía Ullrich también lo sabía? —Mi empleador quiere conocerte, puedo llevarte con él por tu propia voluntad, o puedo romperte hasta el último hueso. —Qué coincidencia —dijo Balder—. Mi empleador me solicitó lo mismo.Ver más
La Cacería (Parte I)August Abraxas leía con tranquilidad, a su lado Balder estaba de pie, contemplando la ventana. Desde que habían partido que era el único que estaba al lado de su jefe, inclusive a X lo habían desplazado. Por un instante Balder pensó que lo había hecho para indagar sobre su persona, pero no le había dirigido la palabra en ningún momento, salvo para dar pequeñas indicaciones. Se encontraban en la lujosa habitación del hotel dónde se realizaba el Mercado Negro. X y el resto de los miembros de la guardia personal de August se encontraban en las inmediaciones del lugar, cada uno cumpliendo su respectivo rol. August, parecía importarle poco su seguridad, o confiaba mucho en su personal porque lucía tranquilo. Alternaba la lectura de un libro de funda roja, con su celular. Cuando llegaron al hotel, no saludó a nadie, y quien los recibió y acompañó hasta la puerta únicamente les otorgó información sobre las comodidades del lugar, y el servicio de habitación. No esperó respuesta alguna por parte de August y Balder. Luego de hablar se marchó, rápido, se notaba que estaba nervioso. —¿Qué hace mi querido padre? —preguntó Marianne a Balder por celular. La mujer tenía planeado ir al Mercado Negro, tomandoló a él como guardaespaldas personal, pero su plan se había frustrado con la elección de August. Por lo que decidió luego de pensarlo, en darle a su padre la lista de objetos que deseaba y se fue de vacaciones, ya que según ella necesitaba un lugar con nieve y estar lejos de su familia. Balder no contestó, no era el momento. —¿Alguna vez has asistido al mercado? —preguntó August, cerrando el libro. —Jamás. El hombre se levantó y se acercó a él. —Es una gran farsa —dijo y esbozó una sonrisa—. Las reliquias por las que ofrecemos importa poco y nada. El verdadero mercado son ustedes. —¿Nosotros? —Sí —respondió August y encendió un cigarrillo—. El verdadero mercado es ver la situación de cada guardián. Aquel que tiene el guardián más débil, usualmente es el que termina siendo atacado con el paso del tiempo. Por eso nos juntamos una vez por año, para saber quien improvisó para mejor, quien perdió un guardián importante, que guardián perdió poder. —Entiendo —dijo Balder, mirando a August—. Si me disculpa, no soy muy amenazante, espero no causarle algún problema. —¿Dudas de mi criterio muchacho? —preguntó August y sus ojos brillaron—. Necesito que estés atento y que seas vos mismo. En especial, que seas aquel que encontró Los Ojos del Dragón. No todos somos unos millonarios que se mantienen únicamente por el poder de la fortuna familiar, creo saber dónde encontraste lo que te pedí, y sé que cualquiera de mis hombres que se hubieran enfrentado a tus adversidades no estaría entero. Balder asintió y miró cómo August se servía un poco de café. —¿Sabes por qué ese muchacho no se quedó acá para servirnos? —Pensé que deseaba tranquilidad, privacidad. —No. —dijo August y sirvió otra taza de café que le extendió a Balder—. Odio que me sirvan. Lo que para mi especie, es algo que demuestra el lugar que ocupamos, para mi no hay nada más patético que depender de otros en este tipo de cuestiones. —Gracias —dijo Balder, tomando el café que le ofreció August, sin entender el motivo por el cual el hombre estaba diciendo estas palabras, o mostrándose tan humano con él. Cuando el reloj marcó las siete, salieron en dirección al anfiteatro dónde se haría la primera subasta. El hotel se había cerrado completamente para las familias, así que era caminar por los pasillos vacíos, como si se tratara de un lugar únicamente habitado por ellos. Cuando llegaron a la escalera principal, ya que hicieron todo el tramo a pie, (August no confiaba en los ascensores) se toparon con un un hombre regordete y pequeño vestido con un traje rojo, a su lado caminaba un hombre grande y alto, dos metros de altura y músculos que apenas disimulaba con una gabardina color verde, llevaba gafas negras y al cruzarse con ellos esbozó una ligera sonrisa. —August —dijo el hombre pequeño con voz chillona—. ¿Trajiste un guardián o un amante? —Podría seguir tu ejemplo y traer ambos —respondió August con una sonrisa. El comentario no le gustó al guardián que apretó los puños, Balder preparó sus sentidos, con ese pequeño gesto entendió que se encontraba ante algo que a pesar de su apariencia, había perdido toda humanidad. —Cuidado August—dijo el hombre chillón—. Guro no tiene mucho sentido del humor y no quiero ser responsable de ninguna muerte el día de hoy. —Entonces es imperioso que controles a tu perro —dijo August con desprecio. Balder no podía creer la actitud de August. O confiaba ciegamente en que Balder arriesgaría su vida en protegerlo, o tenía un as bajo la manga, porque Guro, ya no solo apretaba los puños sino que lo contemplaba, con el rostro serio, sin ocultar el deseo por atacar. —Te crees tan poderoso —dijo el hombre, señalándole con el dedo—. Desde que ellos desaparecieron te sentís capaz de comerte al mundo. Pero el mundo no es solo tuyo. —Esas son tus palabras, no las mías. Te recuerdo que el que comenzó esta conversación fuiste vos Ullrich. —¿Ya discutiendo caballeros? —preguntó una voz femenina desde lo más bajo de las escaleras. August y Ullrich se voltearon a mirarla, pero Guro siguió contemplando a August y Balder a Guro. —Ahhh —dijo Ullrich con una sonrisa — Simona, querida. dijo Ullrich y caminó en dirección a la mujer, en cambio Guro por un instante se quedó en su lugar y Balder se preparó para su siguiente acción, pero luego de emitir un leve rugido Guro siguió a su jefe. Ahora que la amenaza había pasado, Balder contempló a la mujer rubia de ojos saltones y verdes que llevaba puesto un corsé color verde que hacía resaltar sus atributos. La acompañaba lo que parecía ser un hombre de rasgos muy delicados y pequeño que portaba un brazo de hierro. Balder había escuchado hablar de él, un alquimista, que si bien su figura no era amenazante los rumores sobre sus avances en la alquimia eran dignas a temer. Pero ese alquimista seguía siendo humano, por lo tanto podía ser predecible, a diferencia del guardián de Ullrich. El hombrecito besó la mano de la mujer y comenzó a hablar con ella en voz baja, August y Balder siguieron caminando, por un instante pensó que August la saludaría, pero los ignoró, a pesar de que la mujer lo buscó con la mirada. Siguieron caminando, en silencio hasta que se adentraron en el pasillo que llevaba al salón de reuniones. —Me agradas muchacho, en ningún momento te alteraste delante de Guro. ¿Qué piensas de él? —Que me cuesta saber si sigue siendo un “él” más bien pensaría que es algo más. —¿Algo como qué? —Lo más cercano que puede estar uno de nosotros a convertirse en un monstruo. —Si, Guro tiene poco y casi nada de humano. Año tras año se fue encargando de modificar su cuerpo, todo en búsqueda de obtener más poder. Si bien, todo guardián mantiene sus muertos en secreto para evitar acusaciones, estoy consciente que se habrá encargado de matar a más de un guardián. —Entiendo. —Te sonrió al verte. Eso significa que estás marcado. —Bien. —¿Tienes miedo? —No —respondió Balder con honestidad. Había entendido que a pesar de haber sido aceptado como el guardián de August Abraxas, el hombre era mucho más inteligente de lo que podía haber esperado y lo evaluaba a cada momento, pero a pesar de eso, su orgullo no le permitió fingir un temor que no sentía. —Bien, ese es el espíritu del muchacho. Si tienes miedo es peor, siempre es peor. —¿Guro mató a su último guardián? —No claro que no —respondió August con una sonrisa—. Yo lo maté, con mis propias manos. Balder guardó silencio y siguió caminando. —¿Sabes algo de la historia de mi familia? —Lo que todos saben. —Entonces sabes que somos algo más que simples ricachones con deseos extraños. Una sangre antigua y poderosa corre por nuestras venas y podemos usarla cuando lo consideramos necesario. Aunque no soy lo suficientemente estupido para creer que me sirve de algo utilizarla en estos contextos. Gente como vos tiene más capacidad que la mía, además de que son descartables. ¿No es así? Balder siguió caminando en silencio, intentando reprimir el odio que estaba sintiendo por August Abraxas. —Lo maté porque me ocultó información. Era bueno, pero mis empleados me deben obediencia total. Espero nunca tener que castigarte de la misma manera, porque reitero, me agradas muchacho. —Entiendo —dijo Balder, y se quedó en su lugar—. ¿Esto es por Marianne? —Claro que no muchacho —respondió August, con una ligera risa—. Lo que mi hija haga o deje de hacer me da igual. En más, en caso que por abrir las piernas quede embarazada es más interesante que tenga tus genes, que los genes que podría conseguir en caso de estar con los hijos de algunos de los que visitan esta subasta. A pesar de las palabras, el ambiente estaba tenso, lo sabía, algo en la postura de August Abraxas le hacía sentir a Balder que el hombre sabía quien era, pero tenía que jugar su rol hasta el final, así que asintió y acompañó al hombre hasta el anfiteatro.Ver más
Los ojos del Dragón (Parte III)Balder despertó a una habitación sumergida en la oscuridad. Escuchó la respiración de lo que parecía ser un animal a un costado. Le costó unos largos segundos entender que aún debía estar dormido. —Bien, veo que ya podemos conversar —dijo la voz en un ligero gruñido. —No tengo intención alguna de hablar con vos. —Eso me importa muy poco. —¿Cómo hacés esto? —Yo no lo hago. Este lugar tiene más poder del que crees muchacho. Demasiado poder. —Si, claro. —No tengo intenciones ocultas. Jamás hablé con otro portador del anillo. Ni sabía que era posible realmente poder conservar mi voluntad, sin embargo desperté acá, en esta casa y te vi luchar. —Y también tomaste control de mi cuerpo —dijo Balder, que ahora podía ver la silueta en forma de lobo que arrastraba una cadena. —Sí, debo admitir que en mi vida humana me gustaba mucho ir a la guerra. Ver semejante oponente, fue muy tentador. —Casi me matas. —Pero no lo hice. Sin embargo, de no haber perdido la conciencia, dejándome tomar el control en el último segundo, vos nos hubieras matado. —Ya estás muerto. —Sabés a qué me refiero. Cuando uno porta un objeto, el objeto lo porta a él. Sé muy bien lo que hay en tu interior, encerrado. La puerta. —¿Y sabés lo que hay detrás de la puerta? —Claro que sí, muy pocos logramos ver detrás de la puerta pero aquellos que lo hicimos tuvimos nuestra recompensa. —¿Recompensa? —Sí, poder. Un poder que luego pagamos para toda la eternidad, pero debo admitir que fuimos lo suficientemente sabios para aceptar el regalo de ella, y retirarnos, ninguno pretendió lo que vos hiciste, que es controlarla y encerrarla. —Yo no quería esto —dijo Balder, sentándose en la oscuridad, enfrentando los ojos dorados del lobo—. Ella quiso esto. —¿De verdad? —De verdad —respondió Balder, que sabía que no tenía sentido alguno mentirle a su interlocutor—. Cuando me morí, por un instante, colgado en ese árbol, me convertí en la puerta que ellos habían buscado por tanto tiempo. —¿Y qué pasó? —Tuvieron miedo de entrar. Dudaron, lo que no sabían es que cada minuto, para mí era más largo. —Si, el tiempo en el mundo olvidado se maneja de otras formas. Lo sé —respondió el lobo intrigado por el relato de Balder—. Dices que ella tomó la decisión. —Sí, ella me dijo que de ser liberada en nuestro mundo, devoraría todo, que no era el momento, que si yo quería podía darme la oportunidad de vengarme, siempre y cuando encontrara la manera de volver a cerrar la puerta. —Tiene sentido, ella siempre fue más inteligente que todos nosotros. Dudo poder volver a hablarte mientras duerme lejos de acá. Te pido perdón por generar este espacio, pero tenía que conocerte. —Tuve peores conversaciones en mi mente —dijo Balder dedicando una sonrisa al lobo. —Te recomiendo que sujetes la cadena, eso te hará despertar. Balder agarró la cadena con la mano izquierda y sintió un ligero cosquilleo. —Hasta que nos volvamos a ver, Balder —dijo el lobo. Despertó en lo que quedaba del primer piso. A su lado, lo que quedaba del guardián era únicamente el modelo que habría hecho su maestro de Menthut en arcilla bañada en sangre. No había desaparecido, y eso fue algo que lo alegró a Balder. Bajó las escaleras y encontró la puerta que llevaba a un sótano. El sótano estaba vacío, pero sentía la energía detrás de una de las paredes, así que tocó con su mano izquierda la pared y la pared se desvaneció, dando lugar a una escalera caracol. Descendió, sintiendo las energías que protegían el lugar y finalmente encontró lo que parecía ser una cripta, con el sarcófago situado en el centro de un lugar que estaba repleto de distintas reliquias y tesoros. —Así que vos sos el maestro —dijo Balder, pasando su mano por el sarcofago—. Lograste conseguir una colección bastante interesante. Y sin embargo, a diferencia de los demás, no quisiste hacer ningún tipo de declaración, nadie sabe quien eres y debo admitir que lo que estoy viendo son cosas que pensé eran únicamente mitos inventados por generaciones anteriores. Balder recorrió el lugar, hasta que llegó al frasco que contenía los ojos dorados. Los famosos ojos del dragón que había venido a buscar. —Me voy a llevar esto —le dijo al sarcofago—. espero no te moleste. No tengo intención alguna de llevarme nada más. No es necesario que encuentren este lugar. Al subir nuevamente por las escaleras se encontró con la pequeña estatua del guardián, tirada en el suelo del sótano. Aún en ese estado intentaba cumplir con su misión. Y ahí, una idea se le ocurrió a Balder y volvió a la cripta y buscó un diario, un libro, algo debía haber con las memorias de ese hombre y buscó hasta finalmente encontrar la fórmula que había usado para crear al guardián. Con mucho esfuerzo, tiempo y esmero logró armar las fórmulas, colocando los artículos en su lugar y dejó la estatuilla en el centro, solamente hizo una pequeña modificación al ritual, antes de hacer la invocación. Menthut emergió dentro del círculo, tan viva como lo había estado cuando se enfrentaron en el primer piso. —Tú —Sí, yo —dijo Balder con una sonrisa—. Hice una pequeña variación para que no intentes detenerme ya que tengo que llevarme los ojos. —Lo sé. —Pero haces un buen trabajo protegiendo este lugar. Tu maestro, tu maestro fue más inteligente que todos nosotros y decidió ser enterrado. —Mi maestro —dijo en un hilo de voz—. Eran un gran hombre. —Eso parece. Así que me gustaría que sigas con tu objetivo de proteger este lugar de intrusos como yo. Hay cosas que mejor que queden enterradas y olvidadas. Dicho esto Balder rompió el círculo y la criatura fue libre para moverse por la casa, lo primero que hizo fue volver a levantar la barrera que iba al lugar de reposo de su maestro. Balder caminó con tranquilidad hasta la puerta y al salir escuchó que el Menthut lo llamaba desde el umbral. —¿Sí? —preguntó a Menthut —Tú también pareces ser un gran hombre, Balder. —Lo intento Menthut —dijo agradecido por las palabras del guardián—. De verdad que lo intento. Respiró el aire puro cuando llegó a la calle y se quedó un tiempo apoyado en el auto. El chofer salió con tranquilidad, con un cigarrillo en mano. —¿Cómo carajo lo hiciste? —preguntó llevándose el cigarrillo a la boca. —Te dije que era algo sencillo, hombre de poca fé —dijo Balder mostrándole el frasco con los ojos. —Si, claro. Escuché que eras bueno, no creí que eras tan bueno. —No soy tan bueno —dijo y añadió rápidamente—. Escapé con lo justo, para serte sincero. —Soldado que huye sirve para otra guerra, pero huiste con el tesoro así que es más meritorio. Pensé que los ojos del dragón serían más grandes. —Siempre pensé que serían ojos comunes, lo importante es lo que uno puede ver con ellos. —¿Y que se ven? —Supongo que eso lo sabrá el señor Abraxas —dijo Balder, sintiendo un poco de remordimiento al saber dónde iría un tesoro que alguien se había esforzado tanto en cuidar para que no cayeran en las manos equivocadas. —Tienes razón —dijo el chofer, dando una gran calada al cigarrillo—. Lo bueno es que podemos irnos, ¿Te apetece pasar por algún lugar de comida? —Me parece una muy buena idea, supongo que ahí si vas a bajar conmigo. —Claro que sí, seré un hombre de poca fé pero de buen apetito —dijo el chofer y le dedicó una sonrisa. Ambos entraron en el auto, y se alejaron de la casa, mientras Menthut los contemplaba desde la ventana del primer piso.Ver más
Los Ojos del Dragón (Parte II)Subió las escaleras corriendo, aprovechando el momento. La criatura no había sentido jamás lo que era el dolor y le costaría adaptarse a la batalla. Balder entendió que estaba cometiendo un error, cuando llegó al primer piso y descubrió que todo el primer piso se trataba de la criatura, que era una criatura inmensa, cubierta de bocas y ojos. —Mierda —dijo Balder y lanzó la cadena por reflejo y esta fue devorada por una de las tantas bocas de la criatura. Con la cadena en la boca, empezó a tirar de ella, arrastrando a Balder que movió el dedo y la cadena desapareció. Balder se puso en pie y utilizó su energía para generar un escudo que lo defendiera de los tentáculos que empezaron a intentar golpearlo. Tenía que pensar bien su siguiente paso, mientras el escudo que había generado empezaba a quebrarse. Podía utilizar la serpiente de oscuridad para atacar a la criatura. Obtendría una gran ventaja, pero al mismo tiempo, esto era una prueba para Abraxas y tal vez la intención del hombre de traerlo al lugar era saber que Balder era la puerta al poder de la serpiente. Pero si confiaba en sus poderes como médium ampliados por el amuleto y el anillo de Fenriz, había mucha chance de perder ante esa criatura que había sido hecha con el único propósito de defender el lugar y eso la hacía tan poderosa. Desde que había conseguido el anillo que había experimentado con él, sin lugar a duda utilizar las cadenas, con una forma de colmillo al final para poder atacar había sido de utilidad, pero sabía que había otras maneras de poder moldear la energía que habitaba en la reliquia, recordó las historias de Fenriz, empezó a moldear en su mente la figura del lobo. El anillo brilló, cubriendo la oscuridad de un tinte dorado que para sorpresa de Balder, hizo detener por unos instante las fuerzas de la criatura encargada de proteger el lugar. No fue una, sino cuatro las cadenas que empezaron a brotar de la gema, subiendo hasta el techo para luego descender de manera giratoria cubriendo a Balder. Era una rafaga de energía despiada y el orgullo y la personalidad de la gema se mezcló con su portador que habló con una voz que no era suya —Esto es Gleipnir, bestia. No estás hecho para enfrentarte a semejante creación. —Nosotros —dijo la voz en un siseo— defendemos la obra del maestro. Y la criatura volvió a atacar, únicamente para que sus ataques fueran rechazados por la cadena, una y otra vez que golpeaba sus extremidades y lograba cortar la energía, provocando ligeros quejidos por parte del guardián. Los ataques finalmente cesaron, mientras las cadenas se seguían moviendo y motivadas por la batalla, tomaban más velocidad mientras preparaban un ataque. Balder usaba lo que le quedaba de voluntad para prevenir que se lanzaran a un ataque que pudieran dejarlo desprotegido. Poco a poco los ojos se fueron cerrando al igual que las bocas que empezaron a abandonar las paredes, y la neblina que cubría el piso comenzó a desaparecer, quedando únicamente unas maderas viejas y consumidas por el paso del tiempo. —No vas a huir cobarde —dijo Balder— y las cadenas se lanzaron, como si fueran las cuatro garras del lobo en búsqueda de lo que quedaba de energía que contraatacó con una bocada de energía púrpura que devoró a las cadenas y que hubiera llegado a Balder de no sé por estar preparado y levantar un escudo que logró defenderse del golpe que lo envió lejos en el piso casi llegando a la escuela. A su paso, todo lo que la niebla había tocado, se estaba deteriorando y consumiendo. Cayó por la escalera rodando y haciéndose daño, las cadenas se habían consumido y de no ser por el hecho de que había levantado un escudo que lo protegiera, tampoco hubiera quedado nada de la mano que portaba el anillo. La voz que había invadido sus pensamientos se silenció. Tal vez porque era la voz del anillo que estaba en un auge de energía como ningún otro. El guardián se había agotado al obrar con semejante poder, pero de la escalera la niebla empezaba a brotar lentamente. El anillo parecía estar muerto, ya no le servía, estaba entre la espada y la pared. Pero había llegado demasiado lejos y lo que lo había salvado de los ataques del guardián había sido su poder y su entrenamiento. Ahora que estaba debilitado, tal vez podría enfrentarse a la criatura. Se cortó la palma de la mano y comenzó a dejar caer su sangre, generando en el suelo dos sellos. Ellos serían sus armas. Activó el primero que brilló con la luz carmesí del amuleto y comenzó a subir las escaleras, corriendo. La neblina violeta no fue capaz de penetrar en su escudo de energía y al llegar a lo que quedaba de primer piso, contempló al guardián que ahora se trataba únicamente de un ojo púrpura que lo contemplaba. —¿Quién eres? —preguntó el guardián—. Mate miles de intrusos con el paso del tiempo, jamás uno tan resistente. —Podés llamarme Balder —respondió levantando ambas manos y activando el segundo sello. Alrededor suyo un aura dorada comenzó a brillar. —Balder —dijo el guardián—. Si, en caso de vencer recordaré tu nombre. —¿Cuál es el tuyo? —Puedes llamarnos Menthut. Ese es el nombre que nuestro maestro nos otorgó. —Tu maestro creó un guardián formidable. Lo recordaré cuando los destruya. Aunque aún hay tiempo para que me permitan llevarme los ojos. —Nosotros —dijo Menthut en un grito poderoso— defendemos la obra del maestro. Y dicho esto el ojo se cerró y se lanzó como una rafaga de poder energético destruyendo todo a su paso hasta llegar a Balder que la atrapó en sus manos, cubiertas por el fulgor dorado que producía de su alma. Balder sabía que en caso de fallar, que en caso de que su voluntad se quebrara ante el poder de Menthut sería su fin, así que aguanto el dolor y el deseo de desvanecerse. Mientras la energía se evaporaba entre sus manos, contempló como de su nariz comenzó a brotar sangre, lo que no era buena señal, porque estaba lejos de terminar su contienda y el cuerpo le había empezado a fallar. —Liberame —dijo una voz en su cabeza—. No tiene sentido morir así. —Cállate —dijo Balder—. Serás destruido conmigo, más que merecido por intentar apoderarte de mí. —No voy a morir por tu orgullo —rugió la voz enfurecida. —Parece ser que sí —dijo Balder y escupió sangre. Ya era tarde para invocar la oscuridad, así que por eso se dió el gusto de contestarle a la entidad que vivía en el anillo. Había subestimado el poder del guardián, y caería por su orgullo. Lo único que lo consolaba era saber que ese guardián sería lo suficientemente fuerte para que nadie pudiera utilizarlo como puerta a la oscuridad, al pensar esa última idea mientras perdía el conocimiento lo reconfortó. —Debo reconocer que estás dispuesto a morir por tus convicciones —dijo la voz dentro del anillo—. Eres el único mortal digno que me ha portado. Mientras caía en un profundo sueño, Balder creyó observar cómo sus manos transformaban en una boca grande, de dientes afilados y esa boca se comía la ráfaga violeta, contemplaba lo que parecía ser la carne púrpura dejando brotar una sustancia similar a la sangre y escuchó unos gritos, antes de no escuchar nada más.Ver más
Los Ojos del Dragón (Parte I)—Este lugar está marcado —dijo el chofer, mirando por la ventana—. Tenés que ser muy poderoso o muy temerario para haber pedido venir solo. —Mitad y mitad —dijo Balder con una sonrisa. —¿Estás seguro que este es el lugar? Tal vez te mintieron. —Dudo que quien me otorgó esta información estuviera en condiciones de mentir —dijo Balder y miró hacía la casa. —¿No podés hablar con el señor Abraxas? Tal vez te da otro objeto. —Este le interesa mucho y quiero quedar bien con el nuevo jefe. —Dudo mucho que quedes bien si perdés la vida. Pero es tu funeral. —Hombre de poca fé —dijo Balder con una sonrisa y abrió la puerta del auto—. ¿Querés entrar conmigo? —Si, claro. Había pasado una semanas desde que le habían dicho que encontrara los ojos del dragón y luego de recorrer los círculos de informantes finalmente había dado con alguien que parecía tenerlos. Se decepcionó mucho al enterarse luego de una charla poco amistosa con esa persona que él únicamente tenía la información de dónde se encontraban pero que jamás se había animado a ir a buscarlos. Que al solo ver la casa dijo “no vale la pena”. Por un momento Balder pensó que el sujeto le estaba mintiendo pero le mostró sus anotaciones. Describió la casa, la fachada desde afuera y lo que se podía observar desde la vereda y comentaba la sensación de agotamiento que le provocaba. El hombre había intentado averiguar con los vecinos que vivían cerca de la casa y entendió que nadie de ese lugar parecía tener noción de que una estructura se encontraba ahí. Le llamaban el terreno abandonado y cada uno tenía una versión diferente de lo que se iba a construir ahí el día de mañana. Una noche, luego de dos jornadas de investigación, el hombre fue acosado por pesadillas que no se animó a anotar. “Vinieron a verme en sueños. No vale la pena”. Cuando Balder intentó sacarle información sobre lo que había soñado se largó a llorar y pidió por favor que no lo torture, que lo mate antes de obligarlo a hablar. Balder entendió por el horror en la voz y en su tono, que si los ojos del dragón no estaban ahí, había algo custodiando el lugar, por lo tanto, tal vez no volvería con las manos vacías. Y como el tiempo apremiaba, decidió ir. Se bajó del auto y contempló el largo pasto que cubría el suelo. La pequeña fachada de piedra sobresalía por lo poco del verde y mostraba el color de la vejez. El paso del tiempo había sido cruel con la casa. Las maderas que cubrían las ventanas, la puerta tapiada, sí ese lugar estaba marcado y hasta el más ignorante podía sentir que todas las entradas fueron tapiadas no solamente para evitar que los que no tienen una casa logren meterse, sino también para que nada pueda salir. El anillo que tenía, emitió una ligera vibración y sintió un pinchazo en el brazo izquierdo. Sí, el chofer que aguardaba desde el auto tenía razón, ese lugar estaba marcado y sea lo que sea que estaba ahí dentro tenía el mismo eco que el anillo y la oscuridad que se encontraba dentro de él. Sabía que en la oscuridad habitaban distintas entidades, y que estas habían logrado escapar en diversas ocasiones. Adrede o sin querer, le habían asignado este lugar como prueba para probar su valor como empleado. Balder se preguntó qué había estado ahí antes que la casa. Más allá de las fachadas, este lugar era siniestro. La marca no venía por algo que había ocurrido dentro de esas paredes, si bien las paredes parecían haber sido testigos de actos horribles. La marca se hizo antes, y seguramente infectó todo tipo de estructura que hubiera habitado ese suelo. Lo sintió cuando se adentró en el patio. Cuando llegó a la puerta, esta se abrió, invitándolo a entrar. Balder ingresó, y se encontró con un pequeño descanso que tenía unos abrigos colgados. La luz cálida envolvía el lugar. Se escuchaba el sonido de una televisión, y un olor a comida invadía el ambiente. La puerta se cerró detrás de él. La música comenzó a sonar desde lo que debía ser el primer piso. Caminó por el pasillo, y se metió en el comedor. Esperó encontrar algo más, tal vez algún juego de imágenes, cambiar el confort por el horror para intentar asustarlo, pero todo el lugar parecía esforzarse en lucir normal y acogedor. —Te quedaste en el tiempo con la música y la televisión —dijo Balder en voz alta—. No entiendo que estás intentando hacer, pero intentemos no perder el tiempo. No hubo respuesta. Balder sacó un pedazo de tiza de su bolsillo y comenzó a dibujar en el suelo. A pesar de que el suelo parecía inmaculado él sabía que solo se trataba de una ilusión y que debajo de eso, los símbolos estaban. Cuando terminó apoyó la mano izquierda en el suelo y la música se terminó. La fachada se terminó y la casa se mostraba como lo que era. Un lugar abandonado con el agregado de los huesos que estaban tirados en los rincones. Sea lo que sea que estaba ahí disfrutaba de alimentarse de los humanos. Ya sin la distracción Balder sintió la presencia que estaba en el lugar. El primer piso, de dónde venía la música. —Vengo a buscar los ojos del dragón —dijo Balder, acercándose a las escaleras—. Si los tenés y me los das, puedo dejarte acá sin molestarte. No tengo intención alguna de buscar pelea. Me enviaron por ellos, solo negocios. Sabía que esperar una respuesta de esa entidad era algo absurdo, pero tenía que intentarlo. Tal vez, al ver como había desechado tan rápido la ilusión que había generado para darle la bienvenida entendería que él no sería una presa fácil. Tal vez estaba cansado, y sentiría que no estaba con humor para una pelea innecesaria y que esa criatura jamás usaría los ojos del dragón como corresponde, por ende, sería una tontería arriesgarse a defenderlos. —Nosotros —dijo la voz en un siseo— defendemos la obra del maestro. —No creo que estos ojos sean de tu maestro. Así que podrías darmelos. La respuesta por parte de la entidad fue un tentáculo fantasmagórico que atacó a Balder a una velocidad que fue imposible para él esquivarlo. Fue gracias al anillo de Fenriz que entendió la intención y extendió la cadena golpeando el tentáculo para desviarlo que aún estaba de pie. Utilizando la voluntad, la cadena se movió y la punta de la cadena que tomó forma de colmillo, atacó el tentáculo cortándolo. La criatura emitió un chillido furioso y Balder entendió que no sería tan sencillo conseguir salir de ahí con vida.Ver más
La Sangre de Abraxas (Parte III)De los aspirantes quedaron únicamente tres, además de Balder. Los dos que se habían enfrentado a la bestia, y una mujer que había subido por las escaleras, pero que a diferencia del resto siempre mantuvo la calma. El resto se sintió superado ante semejante espectáculo y decidieron marcharse. Caminaron hasta lo que parecía ser una pequeña sala de estar que tenía 4 sillones largos y un sillón principal. En un rincón se había montado una mesa que parecía ser un pequeño buffet, se había preparado un mini banquete, demasiado para los que terminaron quedando en ese lugar. En el centro del lugar, Balder se cruzó con dos ojos oscuros que lo miraban con desconfianza. —Bienvenidos —dijo el hombre vestido con una remera manga larga negra y unos pantalones de gabardina gris, quien resultó ser el que les habló por los parlantes—. Pueden llamarme X y seré a partir de ahora su jefe. —Pensé que íbamos a tratar directamente con el amo de la familia —dijo la mujer que tenía el número 11—. Eso es lo que decía el trabajo. —Su seguridad depende íntegramente de mis decisiones. Sé igual el anhelo de gente con sus talentos y ambiciones por conocer al jefe de la casa Abraxas, y calma. En cuestión de instantes lo conocerán, pero es bueno que entiendan que soy yo el que da las órdenes. Tomen asiento y esperen, pueden tomar lo que deseen —dijo X y se acercó a la mesa para servirse café. Balder sintió que el ambiente se ponía tenso. Los tres no tenían ningún interés de tratar con aquel que se hacía llamar X, pero no sentía que el hombre tenía deseos de hacerlos sentir subordinados, tampoco parecía tener deseo alguno de dar órdenes, parecía alguien que tomaba todo este asunto como si se tratara de otro día más en la oficina, con el ligero gesto de aburrimiento y hastío que resultaba ser una tarea aburrida. Por lo tanto, decidió hacerle caso al hombre y servirse un café, comer algo dulce de la mesa y sentarse. Su gesto pareció servir para calmar el ambiente, ya que los otros tres hicieron lo mismo y luego se sentaron para conversar entre ellos, mientras X que se sentó, se dedicó a mirar a Balder. Al cabo de unos minutos las puertas se abrieron y Marian entró acompañada de un hombre alto, vestido de un traje impecable de color negro que ostentaba un aura de poder, sin ningún tipo de escrúpulos. Poder puro que nacía desde el pecho del hombre. Un ligero escalofrío lo recorrió, desde que se había liberado que no conocía a alguien que llevara una marca de poder. Pensó que eso había quedado en el pasado, que no había reliquia o ningún ser vivo capaz de generar semejante proeza. Intentó disimular, y se centró en Marian que le dedicaba una sonrisa cómplice. —Buenas noches, caballeros y dama —dijo el hombre, dejando el brazo de Marian y sentándose, con las piernas cruzadas en el sillón individual—. August Abraxas es mi nombre. Los tres que habían ido por el trabajo, parecieron olvidar la postura que habían tomado hace unos minutos y parecían hipnotizados ante la figura que estaba sentada frente a ellos. Era entendible, era poco probable que se hubieran cruzado con alguien así antes en su vida. La gente como August Abraxas podía contarse con una sola mano. Sin desearlo, el momento que había esperado llegó mucho antes de lo planeado. Eran pocas las historias sobre la familia Abraxas, enemigos directos de quienes habían sido sus captores, por lo tanto, despreciados en cada uno de los relatos, así que esperaba encontrarse con una familia que únicamente tenía reliquias antiguas y poderosas. Sin embargo, se había encontrado con algo mucho más interesante. —Así que tengo entendido que usted, Fenriz —dijo el hombre mirando a Balder—. Fue quien descubrió el truco de la quimera. Sorprendente. —Muchas gracias —dijo en un tono monocorde. —¿Qué hubiera hecho si la Quimera lo atacaba? —preguntó el hombre con una sonrisa—. Me refiero si mi empleado hubiera decidido no rendirse. —No lo sé, intentaría esquivarla, lo único que puedo asegurar es que lo hubiera matado a quien la controlaba si no me obedecía. —Y la bestia hubiera quedado en libertad. —Sí. —Un riesgo enorme, al menos que se trate de un hombre que fuera capaz de vencer a la bestia. —Hubiera tomado el riesgo confiando que alguien en este lugar luego sería capaz de contenerla. Es decir, dudaba mucho que ese sujeto fuera quien la creó y encerró en el círculo. Marian dejó escapar una sonrisa que hizo cambiar un poco el semblante de su padre. Sabía que el hombre buscaba testear su poder, seguramente había leído los informes y quería asegurarse que estaba contratando algo extraordinario, pero no le daría tal satisfacción. La gente como August sabía cómo exprimir hasta la última gota de poder ajena, por lo que no iba a mostrarle su verdadero poder, no hasta que el momento lo ameritara. —Nosotros hubiéramos sido capaces de destruirla señor Abraxas —dijo uno de los hombres con una sonrisa. —Ah sí —respondió August con un tono amable — Castel y Pelian, ¿Verdad? Los hombres asintieron, con orgullo. Balder había escuchado hablar de ellos, eran una pareja de mercenarios de buen rango. Hace más de una década que trabajan juntos, eso daba a entender el motivo por el cual hablaban con tanta confianza. —Y tu señorita —dijo August —Eres la encantadora Vell. Y por encantadora quiero decir que tienes un don especial en las maldiciones que te aseguran el control de cualquier ser humano. —Sí, señor —dijo Vell con una ligera reverencia—. Por eso la prueba que nos otorgaron me dejó un poco desprovista de mis habilidades. —Estoy seguro de que a diferencia de los muchachos, decidiste no mostrar tus mejores armas hasta el final —dijo August y Balder sintió como esas palabras eran para él—. Una sabía decisión en el rubro. —Padre, me estoy aburriendo bastante con tanta introducción —protestó Marian. August Abraxas miró a su hija con cariño y luego se volvió al grupo: —En una semana se va a celebrar una reunión muy importante. Llegaron rumores de que un grupo que está empezando a ganar más y más fama intentan generar un golpe en el lugar, una oportunidad para que puedan quedarse con la cabeza de alguno de los integrantes de las grandes familias. El plan es poder asistir y volver con mi cabeza intacta. Por eso, además de guardia personal, para asegurarme decidí controlar gente que pueda hacer trabajo de área. Si creen poder con el trabajo, están contratados. Cualquier consulta, queja, por favor, decirle a X. Dichas estas palabras, el hombre se giró hacia donde estaba su hija, la tomó del brazo y se alejaron de la habitación.Ver más