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Hernan Montenegro

Escritura y literatura
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Un Triste Reencuentro (Parte II)

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La casa era pequeña, con la entradaba que daba a un pequeño living, con una puerta semiabierta del costado derecho que parecía ser un baño. Unas escaleras de mano que parecían llevar a la habitación. A diferencia de las otras casas, el paso del tiempo no la había deteriorado y los muebles de madera, sumado a la iluminación cálida le daba una sensación hogareña. —¿Así que ahora sos Nina? —Siempre fui Nina. Luego Violet —dijo con un ligero tono de tristeza—. Una vez que todo eso se terminó y volví a lo que fue mi primer hogar, me pareció correcto retomar mi nombre. —Volviste a tu hogar, pero seguís conectada al mundo de Violet. —No te olvides que Nina fue la que caminó por propia voluntad a ese mundo. —Entiendo. —¿Te seguís presentando como Balder? —Sí. —Interesante. —¿Por qué? —La última vez que supe de vos, estabas en una especie de exilio autoimpuesto. Pensé que aparecerías para ayudar, para hacer algo y no fue así. Entonces comprendí que si te animabas a aparecer usarías otra identidad. —Yo no lo llamaría un exilio y pocas personas son las que conocen mi nombre, aunque no lo creas. Jamás tuve interés en hacer una fama, no comparto ese tipo de inquietud Violet. —Nina. Violet está muerta, como Frederick, como todos los miembros de La Aurora Dorada. —Te doy mi pésame por eso. —Genial. ¿Y ahora qué? Balder miró apenado a la mujer. Sabía lo que había pasado con Frederick y con La Aurora Dorada, el fantasma de Frederick se lo había contado hace diez años atrás. Era por Frederick que él estaba ahí, en la casa de Violet, ahora Nina porque por el azar del destino era ella la única persona que podía ayudarle. —¿Hice mal en venir? —En absoluto, siempre y cuando vengas por negocios y no para solicitarme nada, ya sabemos qué pasa con aquellos tan ilusos como para intentar ayudarte. —Lo creas o no Nina, Frederick sabía a lo que se exponía cuando decidió ayudarme y fue un beneficio mutuo, ya que él que siempre fue muy inteligente a la hora de hacer negocios que le fueran buenos para La Aurora Dorada, sabía lo bueno que era usar mi persona para empujar a ciertas familias. Pero no estoy en este lugar para expiar la culpa que tiene mi pedido a Frederick respecto a lo que les pasó, vine por otro motivo. Nina guardó silencio. Veinte años habían pasado desde la última vez que vio a Balder en persona y no había envejecido un solo día, la única diferencia es que había recuperado la mano que siempre escondía en un guante. Algo que pensaba, era imposible, según Frederick. "Lo más probable es que recupere la mano el día que logre expulsar la Oscuridad" le había dicho su amado esposo en una ocasión. Ese día los años y el daño causado por hospedar semejante huésped lo alcanzarían y le provocarían una dolorosa muerte. Sin embargo, ahí estaba Balder con su mano intacta que exhibía un anillo que jamás había visto, de color ocre, con lo que parecía ser el símbolo de Uroboros tallado. —¿Qué haces acá Balder? No soy estúpida, algo pasó para que recuperaras la mano y aún estés vivo. ¿Qué querés? Balder se desabrochó la camisa y le mostró a la mujer el amuleto de color carmesí, la piedra tenía símbolos que la mujer no había visto jamás y al clavar sus ojos en el amuleto se sintió completamente abrumada. —Jamás vi algo así —dijo sorprendida al sentir como el aura la doblegaba. Balder al percatarse de esto, escondió el amuleto nuevamente, cerrando su camisa. —¿Qué es? —La última obra de una antigua familia. Es capaz de contener la oscuridad y fue capaz de algo más —dijo Balder moviendo los dedos lentamente—. El anillo es un "Fenriz Negro", no sé si habías escuchado hablar de él. Balder tocó el anillo con su dedo pulgar y una cadena de color negra empezó a materializarse, con otro ligero toqué desapareció. El uso de anillos mágicos era algo con lo que la mujer estaba familiarizada, todo mago de gran estatus tenía uno. Frederick tenía uno en cada dedo, ella misma tenía siempre en su dedo anular derecho aquel anillo llamado "Belleza de Atena" que le permitía prolongar la juventud, motivo por el cual los años del tiempo pasaban lentamente sobre ella. —La mano es real, logré recuperarla gracias al amuleto carmesí, no es una ilusión. Es la manera con la cual logré que la Oscuridad dejara de consumir mi cuerpo. Ya no sabía cuanto tiempo me quedaba antes de morir, y supongo que Frederick te dijo que sucedería en ese momento. —El fin de la existencia —dijo Nina, con un hilo de voz. —Así es. —Lo que me contás es increíble, pero mi naturaleza se inclina más a saber de donde sacaste ese anillo. Frederick lo buscó por cielo y tierra, dice que es la herramienta más preciada para cualquier brujo. —Se puede decir que es otro regalo de quien forjó el amuleto. Es mi nuevo métodos de defensa, considerando que como habrás visto ya no puedo usar la oscuridad. —Es raro que digas eso, porque sentí una energía oscura alrededor de ese anillo. —Son espíritus afines, más la Oscuridad ya no tiene poder sobre mí, finalmente puedo usar mis habilidades sin preocuparme que se apodere mi y sea libre. Pero no te olvides nunca que algo es un espíritu que sirve a la Oscuridad y otra fuente es la Oscuridad misma. Es como comparar las llamas de un incendio con las llamas del sol. Nina asintió y volvió a observar a Balder. Estaba cambiado, no parecía ser el mismo ser lacónico que conoció hace tanto tiempo atrás. Se preguntó que había provocado tal cambio en su personalidad. —¿Aún tenés miedo de que si morís la Oscuridad sea libre? —Esa es una preocupación que me ha dejado de importar por el momento. Creo tener los conocimientos para encerrar el fragmento que está dentro de mi alma. Y que sea solo eso, un fragmento escondido a la humanidad. —Entonces el problema es ¿Qué pasaría si alguien lo encuentra? ¿O me equivoco? —No te equivocas en absoluto. —¿Hace cuanto que lo sabes? —Desde que ocurrió. —¿Y qué es lo que sabes? —Que fueron atacados. Un miembro de su organización dijo tener una pista para encontrar la solución a mi problema y ustedes confiaron en él. Eso provocó el fin de La Aurora Dorada. —Fue algo más que una traición Balder. Estuvo planeado meticulosamente y de una manera tan inteligente que inclusive Frederick con todos sus poderes, conocimientos y reliquias, no se percató de lo que estaba sucediendo hasta que fue demasiado tarde. —Perdón. —Con tu perdón no hago nada Balder —dijo Nina furiosa y lo tomó por el cuello de la camisa—. Si tan solo hubieras estado presente, estoy seguro de que hubieras sido capaz de matar a todos esos hijos de puta. Pero no fue así, y luego de nuestra caída, algo que todas las familias celebraron y comentaron, por un instante de incrédula pensé, tal vez Balder aparezca ahora y busque venganza por la muerte del único miembro de esta sociedad tan aberrante que buscó ayudarlo. Balder guardó silencio y la contempló, enfureciendo más a Nina, que lo abofeteó en la cara reiteradas veces, gritando que era un infeliz, hasta que lo soltó y rompió a llorar. —Me estuve preparando Nina, eso es lo que estuve haciendo. —¿Preparándote para qué? —dijo ella, limpiándose las lágrimas—. Ya es tarde. —No es tarde para cazarlos. Por eso vine a este lugar, para adentrarme en su mundo. Sos la única entrada que tengo para meterme en esa sociedad, para poder averiguar quienes fueron los que están detras de esto. —Digo que es tarde Balder, porque sé que ellos operan con la misma energía que tiene tu anillo, o peor aún, son capaces de utilizar la Oscuridad. Eso es lo que sentí cuando nos atacaron. Ahora venís a intentar cazarlos sin poder utilizar la Oscuridad. Es una sentencia de muerte. —Nina... —¿No lo entendés? Quien está detrás de esto sabe de tu existencia, deben esperar en las sombras que aparezcas para matarte y una vez que lo logren todo se terminó. —Eso no es lo que pensás, no podés engañarme. —¿Y qué mierda sabes vos de mis pensamientos? —Por algo elegiste este oficio Nina, porque sabías que en algún momento ibas a encontrarme, era la manera de poder estar en contacto conmigo y contarme todo lo que sabes, y también fue la manera que encontraste para seguir en contacto con quienes pueden saber quienes fueron los responsables. Estos años en este basurero es para este momento. —Tal vez lo fue en un principio y ahora no es así, mucho menos si te veo despojado de tu verdadero poder. Balder resopló enojado y se llevó la mano izquierda a cada ojo, sacándose los lentes de contacto y miró a Nina a los ojos. La mujer le sostuvo la mirada hasta que un destello color carmesí que sobresalió de la camisa blanca le hizo mirar y luego al mirar nuevamente a Balder sintió como se le helaba la sangre, los ojos se habían vuelto negros, como la noche misma y sintió que se caía en un vacío al contemplarlo. La oscuridad pronto quedó sumergida en la oscuridad misma y sabía que si Balder lo quería todo en esa habitación sería destruido. Cerró los ojos y la luz color carmesí empezó a perder brillo, y todo volvió a la normalidad, inclusive los ojos de Balder. —Sentí que sería mejor guardar el secreto, pero si tanto necesitabas saber de qué mis habilidades están a la altura de quienes temes... —Entonces, ¿Me mentiste? —No te mentí en ese sentido. Ya no soy libre de usarlo como antes, tengo un límite de tiempo —dijo Balder tocando el amuleto—. Pero confío en que es tiempo suficiente, sin embargo, no subestimes mis habilidades como ocultista Nina. Estuve todo este tiempo trabajando en ellos. —Entiendo Balder, te subestimé. —Eso no importa. Nina, quiero escuchar de tu boca como fueron los últimos días de La Orden De La Aurora Dorada, necesito saberlo antes de que me asignes un cliente.
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