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Hernán Altamirano

Arte
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Nocturno oceánico (Microrrelato)

La noche y el sonido del mar se expanden, ilimitados, sobre la costa. Solo... me siento sobre la arena húmeda y pegajosa, y al instante, la luz de la luna rodea la sombra estática de mi cuerpo. Las horas transcurren serenas y distantes. Ajenas a las tribulaciones del hombre, como olas, avanzan inexorables e infinitas; se entrelazan, estallan, se hamacan armoniosamente y se desintegran lentas contra la playa del tiempo. Sobre el horizonte marino, a lo lejos, veo luces que supongo barcos. Al verlas titilando, imagino las vidas de las personas debatiéndose confundidas en el universo, alejadas entre sí pero unidas de forma indisoluble por minúsculas partículas. Algunas deslizándose tranquilas, otras perdiéndose en un torbellino cruel y violento. Imagino las vidas hundiéndose y saliendo a flote. Imagino las vidas como espuma, como sal, como corales. Mientras tanto, el viento sopla indiferente a mis pensamientos y arrastra nubes oscuras que presagian la tormenta. Tal vez en este momento algún crucero que navega plácidamente esté a punto de sucumbir y sus tripulantes no siquiera se lo imaginen. Tal vez algún náufrago llegue a una isla desierta, tal vez otro se ahogue con la boca salada y la piel arrugada y helada. Tal vez, sólo tal vez... Más a mi que puede importarme el destino de estos seres, mi propio destino, si el mar permanece ajeno y avanza eternamente quieto. Y aunque los humanos, esas débiles luces lejanas, se inserten en su espacio y lo alteren o lo destruyan, ese poder esencial que el mar posee seguirá existiendo, aun sin peces, aun sin olas, aun sin agua, aun sin mar. Seguirá existiendo, inexorable e infinito, como el tiempo.
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Adlátere del caer

Soy el de la idea recurrente que repite, interminablemente, errores y desvelos. Mí destino nunca fue el realismo. Mí camino busca despacio el ser abismo en todo espacio. Nunca pude volver a ser el amo de mi propia casa. Mientras todo lo que pasa, queda. Mientras todo lo que arrasa, ciega. Soy el que nunca atendió las reglas crueles de la razón ni de la absurda lógica. Sigo siendo castigado internamente por el mundo exterior. Sigo siendo castigado externamente por mi mundo interior. El adlátere del caer. Ése soy. Condeno a mis sueños de la misma manera que ellos me condenan a mi.
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Ilusión de movimiento

Te angustian las noches parecidas a la muerte en las que todos mueren durmiendo su sueño estéril justo cuando a tu cuerpo el deseo lo obliga a estar despierto. Quisieras ser viento, ser éter, arder, ser primer aliento, volver a nacer. Cerrar los ojos y ver. Abrir la boca y no hablar. Solamente respirar y que no duela tanto el llanto. Escuchar el mutismo de lo incierto y de tu prisión huir hacía el desierto. Yo no deseas volver. Estás cansado de girar en el mismo círculo agotado. Escaparás de aquí, correrás lejos, derribarás paredes, fracturarás huesos, gritarás a una estrella, temblará el Universo. Parecerá que te quedas callado y quieto.
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Mayestático

Yo soy el que da la pauta. Yo soy el que mucho abarca. Yo soy la luna y el cielo. Yo soy del Universo, el centro. Yo soy el que todos admiran. Yo soy la trampa más fina. Yo soy lo eterno al cuadrado. Yo soy el temple acerado. Yo soy el ser excelente. Yo soy simplemente un ente. Yo soy el que era y he sido. Yo soy el que da el camino. Yo soy. No soy. Soy si. Soy mí. Soy mío. Soy el aspa del molino. Yo soy voz y eco, pez y río. Yo soy mi propio destino. Yo, yo, yo. Soy generoso egoísmo.
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Anamorfosis

¿Eres un recuerdo perdido, tibio resplandor de mi pasado sombrío, una imagen irreal, ave sin nido, un espacio intercostal desconocido? ¿O eres una mujer y yo un mendigo? ¿O eres sólo la piel y yo el olvido? ¿Acaso eres la miel de lo prohibido? ¿O tal vez eres la mies de mí castigo? ¿O eres más y menos que eso? ¿O eres ideal, deseo añejo, simple bosquejo de lo que no será jamás amor? ¿Qué eres? ¿Qué eres, mi amor, además de dolor? Necesito saber para no perder la humanidad del ser, para transformar esta ciega fatalidad en la tan ansiada libertad. Necesito conocer para poder crecer. Superar mi pena, mi sed, mi desierto, mi páramo abisal, mi mundo muerto. Dar vuelta todo lo que está al revés. Y ser algo más que sombras de las sombras de lo que no ves.
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Poema para combatir el insomnio

Salir a ver la noche y encontrarla estrellada. Aspirar el aire fresco. Exhalar el humo denso; desintegrarlo contra el azul profundo del cielo; entremezclarlo en una nube solitaria y gris rosácea. Suspirar. Admirar el brillo inasible de la luna. Brillar también un poco y estallar. Recomponerse y pensar que nada somos, que nada fuimos, que somos todo. Dejarse arrastrar al Universo. No hablar. Sólo sentir el constante fluir del silencio. Prescindir de la nuca. Olvidarse del tiempo. Congelarse en la llanura desolada del momento. Escalar, astro tras astro, el firmamento. Comprender todas las cruces. Soñar Bien, bien despierto. Apagar todas las luces. Rendirse al sueño.
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