Está en debate si esta fue o no la última película dirigida por Richard Donner. Yo creo que sí, si tenemos en cuenta que su versión de Superman II se hizo en base a metraje ya rodado mucho tiempo atrás. Temporalmente, la última vez que Donner estuvo frente a un equipo dirigiendo en vivo y en directo a los actores y demás, fue para esta muy entretenida película que hoy recuerdo. El guión le pertenece a otro peso pesado de la industria: Richard Wenk, responsable de varias cintas de acción y suspenso como The Equalizer o Los Siete Magníficos de 2016. En este caso la historia nos muestra al detective Jack Mosley de la Policía de Nueva York (Bruce Willis), un veterano agente que atraviesa una permanente depresión, agravada por el abuso del alcohol. El desmotivado Mosley es requerido por su jefe para escoltar a un prisionero llamado Eddie Bunker (Mos Def), que debe testificar en un juicio. La tarea en principio muy sencilla se va complicando cuando aparecen en su camino diversos enemigos que quieren, a como dé lugar, evitar que el joven pueda dar su testimonio. Una trama bastante simple, pero que se va complejizando más y más a medida que vamos conociendo detalles sobre el juicio donde el prisionero Eddie debe testificar, y sobre todo lo que refiere a los hechos que por acción u omisión, el propio Mosley ayudó a encubrir y que involucran una conspiración casi hasta los niveles más altos. Mucha acción, varios giros muy bien planteados y la tensión que se mantiene hasta el final, hacen de esta una pequeña joya un tanto olvidada hoy en día, pero donde se lucen todos los protagonistas, tanto los héroes como los antagonistas, entre los que se destaca particularmente la actuación de David Morse, que me parece excelente. Una gran película, que uno podría ver en bucle durante mucho tiempo, sin cansarse. PD: a un amigo le gustó tanto esta película, y elogió tanto la actuación de Willis, que cuando le regalaron un perrito, poco tiempo después, no dudó en llamarlo Bruce.