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Carnicero (2024) La barbarie al servicio de la ciencia
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Me encontré con esta novela en una lista de obras recomendadas. Vi algunos comentarios alentadores y decidí darle una oportunidad.
La gran escritora Joyce Carol Oates nos ofrece esta novela en formato de biografía ficticia de un médico de mediados del siglo XIX en los Estados Unidos llamado Silas Weir.
El ambicioso doctor Weir pretende alcanzar fama y prestigio, pero en los primeros años de su ejercicio profesional nada parece más lejano que esa posibilidad.
La timidez, falta de experiencia, impresionabilidad e incluso su formación religiosa serán grandes obstáculos que el protagonista deberá superar si desea avanzar en su carrera médica.
A poco de recibirse es practicante en la clínica del doctor Strether en Chestnut Hill, Pensilvania, donde tiene que poner a prueba su carácter para atender a sus primeros pacientes. También allí se hace patente la gran torpeza de Weir que comete toda clase de errores, lo que añade algo de humor al relato.
Sin embargo es allí, en las primeras páginas, donde empezamos a toparnos con los métodos y los resultados que las prácticas y creencias de la época causaban: higiene muy deficiente, infecciones varias, alta mortalidad de pacientes y sobre todo un marcado clasismo y racismo muy presentes al momento de ejercer la medicina. Por ejemplo en varios momentos veremos que el protagonista decide no utilizar anestésico cuando tiene que operar a pacientes pobres o esclavizados, ya que los considera mucho más resistentes al dolor que una persona de mejor posición económica.
Por diversas circunstancias nuestro protagonista acaba trabajando en el Manicomio Estatal de Lunáticas de Trenton, siendo posteriormente designado Director del establecimiento.
Es allí donde Weir da rienda suelta a su afán investigativo, realizando una serie de terribles experimentos en las internas, hasta que todo tiene un abrupto final.
No quiero adelantar más para evitar quitarle la sorpresa a quien lea la novela.
El principal narrador es el protagonista a través de una ficticia obra autobiográfica, lo cual se enriquece más con el testimonio del hijo del protagonista, una de sus pacientes, e incluso un par de colegas que lo conocieron en su juventud.
El estilo narrativo es ameno, sin abundar en detalles técnicos que podrían complicar la comprensión, y con una dosis de verosimilitud que hace que el lector verdaderamente crea que es una historia real. Oates pone en palabras de su personaje descripciones de procedimientos médicos espantosos, pero sin abundar en escenas demasiado impresionables, lo cual se agradece.
El personaje del doctor Weir resulta fascinante por cuanto es un hombre comprometido con la ciencia, pero sin escrúpulos, capaz de dar por válido cualquier procedimiento con tal de lograr algún avance. Por otra parte el médico se autopercibe como un instrumento divino, de tal manera que ante el fallecimiento de un paciente jamás se cuestiona por sus métodos, sino que todo lo considera voluntad divina, quedando así él libre de culpas.
Esta historia está basada en hechos reales. El personaje de Silas Weir no existió, pero sí varios médicos que realizaron experimentos en mujeres internas en diversos establecimientos, como lo explica la autora al final de la novela.
Encontrarán en esta obra una buena dosis de historia de la medicina impregnada de misoginia, crueldad y sangre, pero con un final esperanzador. Muy recomendable, pero no para personas que se impresionen con facilidad.
PD: la novela me hizo pensar en otros casos en la historia mundial donde se ha demostrado que la medicina avanzó lamentablemente a hombros de la barbarie. No solamente en el siglo XIX, donde los anestésicos aún no se habían extendido en su uso y en un contexto de esclavitud como en los Estados Unidos, sino en pleno siglo XX, con los espantosos experimentos que científicos japoneses realizaron sobre prisioneros chinos, como también lo hicieron médicos en la Alemania nazi como Mengele, episodios lamentables que una vez más nos hace dudar de la fe en la humanidad.
Mucho más triste es pensar que sin una guerra de por medio y a mediados del siglo pasado experimentos como la lobotomía causaron terribles daños a personas -una vez más- con problemas mentales, mujeres o personas de bajos recursos.
PD 2: afortunadamente hoy pareciera que estos hechos no son tan frecuentes. Sin embargo sigue existiendo un fuerte clasismo en la medicina. Basta ver las filas de personas esperando por ser atendidas en un hospital público. Muchas de ellas pasan toda la noche allí, para conseguir un turno. A mí particularmente me ha tocado ir de madrugada al hospital, hacer una larga fila por horas hasta las 7 de la mañana cuando comienzan a dar turnos... y muchísimas de las personas que allí estaban se quedaron con las manos vacías porque se agotó el cupo y ya no daban más números. Esta terrible realidad sigue ocurriendo hoy, y los pobres nos resignamos ante ella. Ojalá algún día cambie.
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