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¿Me regala una moneda, joven?

El Sexto Día (2000) No es sólo otra película sobre clones

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En un futuro no muy lejano las personas con suficiente dinero e incapacidad para aceptar la muerte de sus mascotas tienen la posibilidad de clonarlas... Un momento, esto me suena a presente, y a "presidente" también. Pero bueno, no quiero desviarme del tema. Volvamos a la película. Adam Gibson (Arnold Schwarzenegger, y por cierto aprendí a escribir su apellido sin googlear) es dueño de una empresa de transporte de pasajeros en la que también trabaja como uno de los pilotos. El día de su cumpleaños la empresa es contratada para trasladar al empresario multimillonario Michael Drucker (Tony Goldwyn), dueño del laboratorio de clonación, a quien debe llevar hasta una pista de esquí. Si bien Adam era el piloto designado, envía en su lugar a su amigo Hank (Michael Rapaport), pero sin registrar el cambio. Esa negligencia causa toda la acción de la película. Lo siguiente que vemos es a Adam despertando en un taxi, y llegando a la empresa Re-Pet, para interiorizarse sobre la tecnología de clonación de mascotas, puesto que el perro de su hija había muerto esa mañana. Cuando regresa a su casa, un sorprendido Adam se encuentra con su perro ya clonado y con la familia celebrando su cumpleaños con otro Adam siendo agasajado. Antes de que pueda entender lo que sucede unos misteriosos hombres comienzan a perseguirlo e intentan matarlo. Toda la película gira en torno a develar el misterio que rodea esta extraña situación, con una muy buena dosis de acción, suspenso y mucho humor, pero tocando temas profundos como el valor de la vida humana, la trascendencia y los límites éticos de cuestiones como la clonación. El personaje de Drucker representa la ambición de poder desmedida. Una megalomanía total que lo lleva a considerarse prácticamente un dios, sin ningún tipo de límite ético a su deseo de dinero y poder. Bajo las órdenes de Drucker trabaja el doctor Weir (Robert Duvall), el verdadero genio científico creador de la tecnología de clonación. Weir desconoce la corrupción y violencia de Drucker, y por el contrario al villano principal, sí enfrenta un gran dilema ético ante la clonación de personas, lo que lo lleva a un duro enfrentamiento con Drucker. Y es justamente en ese enfrentamiento entre ambos cuando se plantea el mayor de los dilemas: el valor de la vida humana, y si una persona puede o no ser reemplazada por un clon idéntico sin mayores consecuencias. El respeto a la vida y a la voluntad de las personas es tratado en esta película que aparenta ser sólo una película más de acción y ciencia ficción. Disparos, tecnología que se anticipó una década a la realidad, persecuciones mortales y una lucha a muerte se encuentran en esta cinta dirigida por Roger Spottiswoode. Fracasó en taquilla, no recuperando el presupuesto invertido. La crítica tampoco fue amable con la película, pero en mi opinión resulta aceptable, logrando su cometido de entretener y ofrecer además la excusa para plantearse cuestiones existenciales muy profundas. PD: me recordó a otras películas que tocan temáticas similares, como "Multiplicity", "La isla" o "Total Recall", casualmente esta última también con Arnold como protagonista. Por supuesto las tres mencionadas son de mis recomendadas (y de hecho ya escribí una reseña sobre la primera), pero en este caso en particular el debate ético está más presente que en las nombradas. PD 2: hay una escena cerca del final donde un Drucker mortalmente herido decide clonarse a sí mismo. El breve intercambio entre ambos Drucker permite comprender el nulo valor que la vida de una persona tiene para este personaje. PD 3: estrenada en 2000, la película está ambientada en 2015. Algunas de sus predicciones se han vuelto realidad.
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