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Frankenstein (1818). Más drama que terror.

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Que esta obra haya sido escrita por una chica de 18 años ya es de por sí algo sorprendente. Pero además de esto, lo que más me sorprendió es cuán distorsionada es la imagen que tenemos de esta obra de ficción, a causa de las múltiples adaptaciones cinematográficas, sobre todo las de los años '30, con un Boris Karloff que ha quedado inmortalizado como el monstruo gracias a su caracterización tan notable. La película de 1994, protagonizada por Robert de Niro le hace mucho más honor a la novela, incluso en su aspecto dramático, el cual es, a mi parecer el tono general del libro. Bueno, ¿y de qué se trata esta novela? Pensaríamos de antemano que es sobre un científico loco que logra infundir vida en un ser armado con diversas partes de cadáveres, al que se le coloca también un cerebro obtenido gracias a la profanación de tumbas, pero todo ello es producto de la deformación que las adaptaciones han hecho de la historia y los personajes de la novela. Es verdad que hay un científico, pero lejos está de padecer de locura. Por el contrario, se trata de un brillante hombre de ciencia que tras muchas investigaciones logra dar con el secreto de la vida y consigue crear un ser semejante a un hombre, aunque de una estatura y fortaleza muy superiores al hombre promedio. La creación de este ser (pocas veces llamado "monstruo" en la obra original) significa la perdición de Frankenstein (otra cosa: Frankenstein no es el nombre del monstruo, sino el de su creador, cuyo nombre completo es Víctor Frankenstein, pero la constante asociación del título de la novela o las películas y la imagen del villano ha llevado a que se identifique a este último con el nombre del científico), porque su arrepentimiento ante la creación de este ser sobrenatural, su rechazo al mismo y su abandono, además del sufrimiento que causa en el pobre monstruo el odio y miedo que despierta en cuantas personas se cruzan en su camino, lo llevan a cambiar su naturaleza originalmente bondadosa, por otra que sólo desea castigar a su creador por haberlo traído al mundo y exponerlo a la maldad del ser humano. Por todo ello es que el tono general de la obra se parece mucho más al drama que al terror (aunque debemos conceder que hace doscientos años la gente era más fácilmente impresionable que hoy en día). La vida de Frankenstein, idílica en un comienzo, se transforma en un sufrimiento constante a causa del remordimiento que siente por haber dado vida a un monstruo semejante, y sus penurias se verán agravadas constantemente por el castigo que sufrirá a manos de su propia creación. Ambos personajes, Frankenstein y su creación, pasan por dos etapas diferentes. Así como la vida de Víctor se presenta como feliz en un primer momento, lo es también la existencia del monstruo, quien afirma poseer buenos y nobles sentimientos en primera instancia. Posteriormente, ante el ataque que sufre por parte de muchas personas que lo rechazan por su aspecto, pese a que dio sobradas muestras de bondad, lo convertirán en un ser malvado, lleno de una rabia homicida que sólo se verá saciada cuando sepa que el causante de todos sus males (el mismo que le dio la vida) ha sido completamente destruido. En cuanto a los personajes, hay tres que resaltan por su importancia: Frankenstein, el monstruo creado por él, y el capitán Walton, quien navegaba rumbo al Polo Norte con fines científicos, y termina casualmente rescatando a Frankenstein de morir entre los hielos árticos. Este último le contará toda la historia, y él a su vez la escribirá en forma de cartas y de un diario para enviársela a su hermana. Recuerdo cuando leí por primera vez esta novela. Pensé ¿por qué no le habrá dado la autora un final feliz? Pudo haberlo hecho, y no habría estado mal, pero quizá de esa manera Frankenstein no hubiese llegado hasta nuestros días siendo un verdadero clásico de la literatura universal.
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