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La posada de las dos brujas (1915) Un relato cargado de tensión y claustrofobia

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Este cuento tiene para mí un valor sentimental especial. La foto de la tapa tiene que ver con esa historia anexa que contaré brevemente. En 1998 yo tenía diez años. Un tío me regaló un pequeño libro conteniendo este y otro relato titulado "Una avanzada del progreso". Lo tuve algún tiempo hasta que finalmente lo leímos con un primo algunos años mayor. Viéndolo en perspectiva estimo que ninguno de los dos pudo entender siquiera la mitad de la historia, puesto que aunque es una trama bastante sencilla, está escrita con un lenguaje complejo, que abunda en adjetivos y verbos de uso poco habitual. No obstante recuerdo que me generó mucho miedo en su momento, pese a que como dije antes, no es fácil comprender del todo la historia, e incluso el final resultó inexplicable para nosotros, y yo mismo terminé de entenderlo algunos años después. Esa dificultad de la que hablo se debió fundamentalmente a nuestra falta de vocabulario. Hoy, con mucho mayor conocimiento que entonces, aún resulta un tanto críptico en algunos pasajes. Corresponde a ese subgénero conocido como "manuscrito encontrado". El narrador nos cuenta que al comprar unos libros usados encontró en el fondo de la caja de los mismos un montón de hojas sueltas. Tras alguna reflexión sobre la vida, la vejez, etc., comenzamos a desandar el camino de la narración encontrada. Es la historia de un oficial de la Marina Británica en misión en el norte de España, en tiempo de las guerras napoleónicas, llamado Edgar Byrne, quien comienza hablando de un joven marinero de excelentes aptitudes a quien consideraba su amigo, llamado Tom Corbin. Es este hombre, Tom, quien es designado para adentrarse en tierra y enviar un mensaje a los hombres de un tal González, aliado de los británicos contra los franceses. En el pequeño pueblo español hay varios personajes muy enigmáticos como Bernardino el tabernero, y sobre todo un hombre de talla baja y un llamativo sombrero. Al partir Tom junto a un guía hacia su destino y disponerse Byrne para regresar a bordo es interceptado por el hombre del sombrero peculiar quien le advierte que su marinero corre peligro, porque muchos viajeros han desaparecido en ese camino. Aunque el oficial no lo toma en serio, cuando le transmite esta historia a su superior ambos comienzan a dudar. Con el transcurso de las horas su inquietud se torna desesperación y Byrne es enviado a contrarreloj para alcanzar a Tom y asegurarse de que está a salvo. El atormentado oficial atraviesa unos caminos casi intransitables, tiene que nadar en pequeñas lagunas y sufrir los embates de la lluvia, el frío y el hambre, hasta que una noche, cuando parecía haberse perdido en la oscuridad casi absoluta termina casualmente dando con una casa, que es la posada que da título al cuento, donde viven dos ancianas junto a una joven mujer. Tras presentarse lo invitan a comer y pasar la noche allí. Le aseguran que su marinero pasó por allí la noche anterior y que tras descansar podrá en la mañana encontrarse con él. Aunque percibe una extraña sensación de peligro, acepta y es conducido a su habitación. Una vez allí experimentará un terror nunca antes sentido. En este punto de la narración podría decir que lo mismo que dificulta el comienzo del cuento, una elocuencia poco habitual en textos más actuales, refuerza muchísimo la sensación claustrofóbica y opresiva que describe. Con maestría nos cuenta las sensaciones, los temores, el estado de alerta e hipervigilancia que el protagonista padece. A todo ello se suma un espantoso descubrimiento en el interior mismo de la habitación. El final es un tanto complejo, porque deja algunas cosas sueltas para la interpretación del lector, pero analizándolo con detenimiento se puede comprender finalmente qué es lo que ha pasado. Le tengo un cariño especial por lo que conté antes. Más allá de eso, se trata de una narración potente, repleta de imágenes y sentimientos, que nos permite experimentar las emociones del protagonista, gracias a la exactitud con la que las describe. La breve extensión del relato también es un punto a favor, aunque la densidad del estilo de Conrad puede obligar a releer varias veces algún que otro pasaje. Ha pasado más de un siglo desde su publicación, y sin embargo mantiene la efectividad al remitir a sensaciones inherentes al ser humano y su natural temor a lo desconocido. Este cuento nos lleva a navegar por el Mar del Norte, a una pequeña aldea, a unos caminos anegados y finalmente a una habitación oscura donde todos los miedos parecen concentrarse, y donde la racionalidad de un marinero -y la del lector- es puesta a prueba, confrontada ante lo inexplicable, produciendo lo único que puede producir: un horror difícilmente soportable. PD: el otro cuento que aparecía en el libro mencionado al comienzo, "Una avanzada del progreso" es un tanto más breve, pero igualmente denso y con un final un tanto complicado. Sin embargo es otra pequeña joya donde el autor demuestra una vez más su gran capacidad para interpretar la psicología humana.
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