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Te espero en el fin del mundo (2021) Una novela rosa quizá demasiado rosa

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La joven autora Andrea Longarela nos ofrece una historia bastante simple que inicia en 1993 y termina, aunque con puntos suspensivos, en 2019. De lectura sencilla, facilitada por lo poco numeroso de los personajes, es la historia de dos niños, Violet y Levi, quienes viven en un pequeño pueblo de Montana llamado Whitefish. A lo largo de sus páginas vamos viendo el crecimiento de ambos, así como las diversas aventuras que los involucran, hasta que de modo casi inevitable la amistad da lugar a otro sentimiento, mucho más profundo y que marcará sus vidas. Aunque de ninguna manera es mi género literario favorito, el relato de la vida de estos dos personajes me resultó entretenido. Cada uno de ellos fue dotado por la autora de una personalidad diametralmente opuesta, pero al mismo tiempo capaz de complementarse mutuamente. Violet, que sueña conquistar el mundo, triunfar, escapar de la triste vida que le ha tocado, mientras que Levi es un chico de familia, totalmente adaptado a la vida pueblerina, sin mayores sueños que el de formar una familia y tener una casa donde vivir. Esta diferencia en sus aspiraciones es tanto lo que puede alejarlos para siempre, como hacer que estén juntos para siempre. Es una novela juvenil, donde los problemas de la vida se resuelven con cierta facilidad, y donde hay muy poco espacio para las injusticias, la maldad, la envidia y muchos otros de los condimentos menos agradables de la realidad cotidiana. Ofrece un mundo parecido al real, pero donde es mucho más fácil conseguir lo que uno se propone. Esto es lo único que me resultó poco verosímil. Me pareció una visión un tanto ingenua o inocente del mundo en el que vivimos. Sin embargo, más allá de todo esto, si la función de la literatura en general es la de distraernos, ofrecernos un escape temporal de las preocupaciones que nos aquejan a diario, entonces puedo decir que cumple sobradamente con su propósito. Linda historia, para enamorarse, para gente idealista, con sueños, y tal vez también para quien ha vivido lo suficiente como para poder diferenciar el universo ficticio del real. Sirve también para creer que una historia semejante, aunque improbable, es posible más allá de los problemas del presente. PD: tiene sus momentos. Parece ocurrir en un universo paralelo demasiado edulcorado para mi gusto, pero se deja leer.
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