Imagen de portada
Imagen de perfil
Seguir

Cine, libros y más

Escritura y literatura
0Seguidos
7Seguidores
Invitame un Cafecito

Un día de furia (1993). Cuando el mundo te vuelve loco

Cargando imagen
La película en cuestión, todo un clásico de los años '90, tiene una trama lineal, sin giros argumentales de ningún tipo, salvo el descenso a la locura del protagonista, William Foster (Michael Douglas), que igualmente no es un "giro", sino más bien un descenso pronunciado. La trama sigue a Foster, quien al inicio de la película se encuentra retenido en un embotellamiento. El calor, la tensión y el ruido circundante hacen que el protagonista abandone su vehículo ante las protestas de otros conductores, entre los que se encuentra el sargento Prendergast (Robert Duvall), en su último día antes de retirarse. William es un hombre divorciado, con una hija en común con su exesposa Beth, llamada Adele, quien cumple años ese mismo día. Llama a su antigua casa, pero Beth no quiere que se acerque a ellas, y posteriormente nos enteramos de que hay una orden de restricción impuesta por ella contra su exmarido. A partir del momento en que ingresa a un comercio en busca de cambio para hacer otra llamada, ya todo será cuesta abajo para Foster, quien abrumado por tantas presiones se entrega a la violencia, la coerción e incluso el asesinato. Sus enemigos serán todos aquellos que contraríen sus planes, que son muy sencillos: conseguir cambio, comprar ropa o desayunar en un local de hamburguesas, además del principal de todos: llegar a tiempo para celebrar el cumpleaños de su hija. Pese a lo lineal de la trama, que me pareció extremadamente simple, la película tiene buenos momentos, algunos personajes muy bien logrados, como el del propio Douglas el de Duvall y la participación de Rachel Ticotin como una oficial compañera de Prendergast. Ahora un pequeño análisis. Está claro que culpar al mundo, a la sociedad de consumo, a la rutina o a lo que fuera termina restándole responsabilidad al protagonista, que es quien comete varios delitos de mayor o menor gravedad. Por otra parte sabemos luego que su comportamiento ha sido errático desde algún tiempo atrás: fue despedido de su trabajo, su exesposa lo considera violento y cree que su hija está mejor sin él. Además, la película se nos muestra desde el punto de vista del protagonista, dándole el lugar de víctima de la avaricia de un comerciante, la prepotencia de los empleados de un local o el supremacismo y racismo del dueño de otro comercio. De esta forma se justifica el accionar del personaje de Foster, nos ponemos en su lugar y creemos que dadas ciertas circunstancias podríamos llegar a tomar decisiones similares. Lo cierto es que todas las personas en el mundo de hoy vivimos sometidas a presiones diarias: estrés laboral, sueldos que no alcanzan, y muchísimos otros factores que conocemos de memoria, pero aún así, por temor a las leyes y al castigo por infringirlas, o (lo que sería mejor) por un sentimiento de lo que se debe o no hacer, la mayoría de nosotros no se convierte en un criminal. La mayoría todavía sigue cumpliendo con sus deberes, tratando de hacer lo mejor posible en un mundo a la deriva. Es bueno recordar que no estamos en la sociedad para hacer lo que queramos. Estamos sometidos a un sistema de leyes que, nos guste o no, están hechas para ser cumplidas, aunque como dije antes, es mejor que independientemente de ello, sea nuestra propia conciencia la que nos guíe por el camino de no hacer daño a nadie, de no abusar ni cometer crímenes, y así tratar de hacer de este un lugar mejor. PD: la imagen de Michael Douglas apuntando su arma es quizá la escena más reconocible de esta película, que por cierto dirigió Joel Schumacher, el culpable de la muerte cinematográfica de Batman en 1997, hasta su resurrección en 2005 a manos de Nolan.
Ver más