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Los Mecanismos Mágicos

Cine y video
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Nota del Director: Pablo Guallar Siempre encontré fascinación en los registros de los procesos creativos en el cine, en como el ingreso de “lo real” muchas veces se filtra en la ficción, produciendo movimientos en los cuales ambos lenguajes se retroalimentan. Tanto es así que disfrute más Burden of dreams (Les Blank, 1982) o Hearts of Darkness (Eleanor Coppola, 1991) que Fitzcarraldo (Werner Herzog, 1982) y Apocalipsis Now (Francis. F. Coppola, 1979). Las crónicas acerca de estos rodajes épicos y sus dificultades, engrandecieron aún más mi admiración por estos directores y sus formas de crear. Hay un acontecimiento que considero bisagra en lo que respecta al proceso creativo de mi obra. Finalizando el rodaje de Crónicas de un Exilio, el último documental en el que participé, me encontré con una suerte de regalo del destino: unos rollos de 35mm con imágenes inéditas de la dictadura militar en Argentina en 1976. En la escritura del guión, años atrás, había escrito una escena con material found footage de la dictadura y el destino-azar-sincronía me lleva a encontrar estos materiales en las calles de Haedo (el barrio donde vivo, situado en el oeste de la Provincia de Buenos Aires). Este hallazgo termina dando la clave estética para la finalización del documental y el germen de una futura película. ¿Qué sucedió? A veces para explicar lo que significan para mi Los Mecanismos Mágicos traigo esta pequeña anécdota, de cómo una intención bien focalizada, puede devenir en una serie de sucesos -en aparente desconexión- que terminan cambiando el rumbo de nuestras vidas. Comprendo ahora que el intento de entender cuáles fueron los mecanismos invisibles para que esto sucediera, fue una de las motivaciones que alimentaron el deseo de realizar una nueva obra que explore el devenir del hilo dorado que conforman los acontecimientos trascendentales de nuestras vidas. Al año siguiente, fui invitado a un viaje a Ongamira, Córdoba, por dos grandes amigos, uno de ellos Ariel Yamus. La idea era subir al Cerro Uritorco y luego participar en un encuentro de meditación. Llevaba conmigo un libro acerca de los mitos de índole ufológico que se comentan sobre la zona de Capilla del Monte. El viaje nos puso en contacto con la energía poderosa de los cerros y comenzamos a enterarnos un poco más acerca de las leyendas circundantes del lugar. Las historias referidas a los antiguos pobladores de esas tierras, los Comechingones o Hênia-Kamiare. Sus historias de sabiduría y resistencia nos atravesaron, así como los mitos y verdades acerca de un destino trágico durante la conquista española en el Cerro Colchiqui. La existencia de una supuesta ciudad intraterrena llamada Erks. La famosa huella del Cerro Pajarillo aparecida en 1986, que mantuvo los ojos de la NASA puestos en la zona. El paso de los templarios y la búsqueda del santo grial por parte de los nazis. Esta entremezcla de narrativas alimentó la curiosidad de realizar una película que pudiera poner de manifiesto estas mitologías locales. Pero había algo más profundo que atraía, y en ese primer viaje tanto Ari como yo, vivimos experiencias que podríamos catalogar de trascendentales. Creo que todos dentro tenemos, en mayor o menor medida, el deseo de ir en búsqueda de la aventura, lo desconocido, de intentar desentrañar los misterios de la existencia para salir de una realidad cotidiana que a veces nos asfixia. El llamado había sido realizado y la puerta de entrada fue la curiosidad. Ese primer viaje terminó con algunas “entrevistas” improvisadas, por ejemplo a una señora que vendía quesos de cabra al lado de la ruta. Recuerdo preguntarle: - Usted alguna vez vio las luces de las que tanto se habla? Y recibir su respuesta humilde y despreocupada: - Si, yo las veo todo el tiempo. Nos fuimos de ese viaje con la idea de que teníamos que hacer una película, pero todavía no sabíamos sobre que se iba a tratar. Un tiempo después, buscando referentes de la cultura afroargentina por una investigación que estaba realizando conozco a Rebeca Traore y con ella comienza una gran amistad. Luego de varios encuentros en los cuales le iba contando sobre el germen de la película, ella me comparte una vivencia paranormal que había tenido a los once años en la zona. La anécdota de Beca fue el germen para crear un personaje de ficción que tuviera el mismo acontecimiento en su infancia. Así nació Vera, la joven antropóloga, sumida en una profunda crisis personal que está trabajando su tesis de doctorado acerca del destino del pueblo indígena Hênîa-Kâmîare. A partir de este momento, realidad y ficción comenzaron a entrelazarse en la construcción del guión, alimentando la ficción con historias reales, como la de mi madre, que se perdió en el Uritorco y pasó una noche bajo una tormenta, sola en la montaña. Esta metodología de ser permeables a los eventos inesperados, de establecernos como un canal o médium, siguió en el rodaje para finalmente eclosionar en una serie de acontecimientos, de mecanismos mágicos, que cambiaron nuestra vida por siempre. Nota del Productor: Ariel Yamus Por más conjeturas teóricas que puedan hacerse al respecto, el encuentro de almas podría considerarse como otro de los grandes misterios. Uno de los acercamientos más convincentes en mi opinión es el que explica que cuando uno se encuentra en una búsqueda interna con el fin de conocerse a sí mismo, va haciendo un inevitable proceso de refinación que lo lleva con el tiempo a recorrer un camino de, cada vez mayor coherencia. Y cuando en ese camino se encuentra con otros seres que lo recorren a la par, se produce una atracción a compartir y amplificar esa búsqueda. La relación de hermandad que tenemos con Pablo tiene la particularidad de que ademas de habernos encontrado recorriendo el mismo camino hace años, relacionado al cine, a la escritura, a la música, a las artes visuales, y a la espiritualidad entre tantas otras cosas, cada vez que tomamos una bifurcación de ese sendero, lo hacemos juntos. Siempre con el deseo vivo de trabajar en algún proyecto juntos, Pablo me cuenta que recibió una propuesta de una productora para financiar su próxima película y que decidió trabajar en la historia que estaba elaborando desde que comenzamos a viajar a la zona de Ongamira. Un lugar clave que se presentó también en el camino compartido. Algo que se movía dentro mío desde hacía largo rato, se despertó con mayor claridad y deseo, y como vislumbrábamos sucedería en cualquier momento, acordamos mi ingreso al proyecto. Nos embarcábamos por primera vez en un proyecto compartido con la creciente emoción de cumplir un gran deseo y enfrentar un inmenso y desconocido desafío. Es importante mencionar que Los Mecanismos Mágicos, era un proyecto de Pablo, ya en proceso, en el cual gracias a su inacabable generosidad (que nunca dejo de admirar y agradecer), participé oficialmente en el rol de productor, pero por acuerdo de ambos, en un lugar privilegiado de confianza. Comprendiendo que los procesos creativos personales así como la autoría de un proyecto son frágiles y merecen ser respetados, tuve en primer lugar una intención y postura de acompañamiento. Meses después, ese camino que compartimos desde, quién sabe realmente cuanto tiempo, tomaba un nuevo matiz y a medida que superábamos lo que parecían ser imposibles desafíos y conseguíamos grandes triunfos, nuestra sociedad reveló el carácter que con humildad reconocíamos cada vez más cerca, ser co-autores de éste gran proyecto. Habiendo recorrido las diversas e inesperadas tareas que demandó (y sigue demandando) el proyecto, desde la producción ejecutiva, hasta cocinar para el equipo, cuidarlos y mantenerlos unidos durante procesos emocionales individuales que se activaron como producto de las experiencias vividas, no me quedan dudas de que el rol más importante fue el de aportar, acompańar y llevar adelante junto a Pablo un proyecto que requiere una gran entrega y convicción. El convencimiento que ambos experimentamos y sostenemos acerca del valor de otras realidades existentes, del poder y las posibilidades de abrirse a éstas, a un modo diferente de ver y percibir, acerca de la magia, que nos une en un pacto de creatividad conjunta, es lo que nos permite ver un mensaje esencial, atemporal e intrínsecamente necesario de ser compartido. La producción integral de LMM tiene como objetivo que el mensaje de unidad, consciencia, conexión con todo y con uno mismo, logre atravesar todas las etapas necesarias para llegar de un modo claro y universal al verdadero cine. El cine de experiencia, que tiene como misión, ver, recordar y sobre todo, movilizar. Seguramente, aquel misterio, aquel encuentro de almas, que nos unió en un principio, también deba adjudicarse a los mecanismos mágicos.
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