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El certificado único de discapacidad: entre la angustia y los derechos
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A pesar de mi optimismo después del parto de mi hija que nació con síndrome de Down, llegó el llanto sin consuelo cuando me entregaron el “Certificado de discapacidad” de Faustina. Me quedé parada en las escaleras del Centro de Salud donde lo tramité, miré el certificado que me acababan de dar y lloré desconsolada y públicamente, frente a las personas que pasaban por allí y me miraban con preocupación.
Tenía en mis manos, que temblaban, una especie de Documento de identidad que acreditaba para siempre la discapacidad de Faustina. Eso pensaba en ese momento. Fue duro. ¿Una junta evaluadora de profesionales ponía sellos de discapacidad a mi hija? ¿Me estaban entregando un pasaporte a una vida llena de obstáculos y limitaciones? ¿Estaban etiquetando a mi hija y discriminándola por su condición? No. Nada de eso.
Aunque por unos minutos sentí pena por mi hija, me di cuenta que la que estaba poniendo las etiquetas era yo! Le estaba poniendo una carga negativa al certificado. Estaba perdiendo de vista las posibilidades que tenía Faustina de vivir una vida plena. Enseguida, di vuelta la mirada. Además de ser un documento público, el Certificado Único de Discapacidad (CUD) es la puerta de entrada al sistema de salud y a todos los beneficios que declaran las normativas para las personas con discapacidades: cobertura del 100% de los medicamentos y los tratamientos que necesite, por ejemplo.
En Argentina, se tramita sacando turno en las Juntas evaluadoras que corresponden por domicilio, con la documentación que piden los centros de salud (DNI, Certificado de nacimiento, certificado médico donde conste el diagnóstico, estudios, carnet de obra social y recibo de sueldo, si cuenta con obra social).
El certificado también sirve para tramitar la gratuidad del transporte público nacional de corta, media y larga distancia en trenes, subtes, colectivos y micros (Decretos N° 38/2004 y N° 118/06), el certificado de libre tránsito y estacionamiento, exención de patentes y algunos impuestos, la posibilidad de acceder a una empleo en organismos estatales (de acuerdo con la ley que establece el 4% de cupos para personas con discapacidades), acceso a una asignación familiar por hijo con discapacidad, entre otros beneficios.
Desde los dos meses Faustina tiene su certificado. Y yo aprendí a poner énfasis en sus posibilidades y logros. Hoy sé que hay más de cinco millones de personas con discapacidad en la Argentina (según el último Censo) y menos del 8% tiene su CUD porque desconocen que pueden tenerlo.
Si estás en Argentina, para acceder a la gratuidad en los Colectivos de la Línea 1 a la 199 y Micros de larga distancia tenés que dirigirte a la Secretaría Nacional de Transporte, Paseo Colón 135 (Ciudad autónoma de Buenos Aires).
Para obtener el acceso gratuito a los Colectivos de la Línea 200 a 464 debe dirigirse a la Municipalidad correspondiente a tu domicilio o bien a la Dirección Provincial de Transporte, Av. Nº 7 e/ 58 y 59, La Plata.
Si conocés a alguna persona con discapacidad, hacele saber de este certificado.
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