Un dĂa sos joven y al otro, aunque sigues siendo joven, estás con lista en mano frente a la gĂłndola de la yerba saborizada del chino del barrio quejándote de cĂłmo se va incrementando el precio de la canasta básica cada mes. Seguramente mientras estas lĂneas suenan en el altavoz o el auricular del dispositivo, tu cabeza recuerda la visita al super del Ăşltimo primer sábado del mes, cuando te pusiste jean, zapatillas, cargaste la bolsa ecolĂłgica y sacrificaste ese ratito de dormir más para aprovechar las ofertas de carne, enlatados y lácteos porque la heladera ya estaba vacĂa y pedĂa a gritos que la llenes. El primer recuerdo supermercadil que tengo es junto a mi mamá en un local que ya no existe. Lo que recuerdo, es mi madre agachada frente de cuclillas frente a la gĂłndola de las lentejas tratando de buscar el paquete de franjas naranjas que por ese entonces consumĂa la clase media. Pero ni en los más remotos sueños sobre mi futuro, me imaginĂ© repetir esa imagen agachada de cuclillas frente a la infinita variedad de los desodorantes y desinfectantes para pisos buscando el mejor precio. Tampoco me imaginĂ© acopiando servilletas de papel y papel higiĂ©nico con la excusa de que siempre puede faltar. Para algunos, el paso de ser un adolescente con pocas luces y lleno de granos en la cara a un incipiente adulto sin responsabilidades, está representado por el momento de poner la pava por propia voluntad para tomar unos mates. Para otros, representa la emisiĂłn de la primera licencia de conducir. Para los menos, la primera vez que vas al mĂ©dico sin tu mamá y podĂ©s decir el nĂşmero de documento, mostrar el carnet de la obra social, explicar los sĂntomas de la gripe e ir a la farmacia a comprar los medicamentos sin ponerte nervioso. Para mĂ, va por otro lado. En mi escala de adultez, el dĂa llega cuando vas al super sola y con una lista en la mano para no gastar de más. Para quienes nacimos en los noventa, es recurrente el recuerdo de carritos llenos de mercaderĂa y productos importados en la gloriosa Ă©poca del 1 a 1 cuando acompañábamos a nuestras madres al supermercado. Por esos tiempos estaba de moda que los grandes almacenes incorporaran regalos y promociones para los clientes porque todo, literal, salĂa dos pesos. Además, se habĂa vuelto una tendencia poner comedores o locales de comida rápida para que la salida a hacer las compras no sea solo una ida sin gracia y desabrida para llenar la alacena sino toda una experiencia. Antes de los 2000 cuando todavĂa no habĂan proliferado las grandes cadenas de supermercados, en mi ciudad existĂa un hipermercado cordobĂ©s. Mis viejos iban una vez por mes a hacer las compras y luego se quedaban a comer en el fast food. A veces me llevaban y a veces yo tenĂa mejores planes. Recuerdo que ese comedor, muy al estilo buffet, entregaba cubiertos plásticos, de lo contrario uno podĂa pagar los cubiertos normales y llevarlos a la casa como un souvenir. En un claro reflejo de derroche, mis viejos coleccionaron los cubiertos de mango rojo y letras amarillas que sobreviven hasta el dĂa de hoy. Por esos tiempos, el cerdo con salsa de no sĂ© quĂ© frutos rojos que servĂan ahĂ le habĂa conquistado el corazĂłn a mi papá. Volviendo a lo importante. Aunque haya antecedentes bien marcados, como las veces que concurrimos al super con amigos para comprar vĂveres y bebidas para las juntadas, solo representan eso, un antecedente porque el verdadero paso a la edad adulta es ir al supermercado sola, con una lista y sin el temor de que tu madre te deje en la fila y no tener con quien pagar. Tuve amigos que se mudaron solos muy jĂłvenes o que eran de otras provincias y vinieron a vivir aquĂ para estudiar. Para ellos, que contaban con un presupuesto mensual de supervivencia, la adultez ligada a los supermercados llegĂł muy pronto. Para mĂ que me fui bastante grande de la casa de mis viejos llegĂł tardĂamente y para algunas amigas y conocidas que a los 30 siguen viviendo con sus progenitores y dependiendo del presupuesto de terceros, estimo, no llegará nunca. Para algunos dejar la casa materna y paterna representa la ilusiĂłn de no tener que cocinar, vivir de delivery, que la ropa se guarde sola, que el escurridor de platos se mantenga sin agua y la ropa aparezca planchada sin ningĂşn esfuerzo. Para mĂ representaba comer cosas ricas a toda hora, entre ellas postres que no fueran frutas, recetas del estilo gourmet y hasta decĂa que todos los viernes iba a intentar aprender una receta nueva de pastelerĂa. Para mĂ no hubo tal cosa, la suerte quiso que vive en un barrio del otro lado del planeta tierra donde no llega el delivery ni las aplicaciones de pedidos instantáneos, el agua sale con sarro y todos los dĂas tengo que pasarle un trapo al escurridor de platos, los viernes comemos wok de verduras que es lo Ăşnico nuevo que aprendĂ a cocinar y por suerte todavĂa me resisto a planchar. Todo eso, mientras sigo trabajando en relaciĂłn de dependencia, trato de terminar un posgrado, conseguir clientes para mi consultora y vivir, lo más importante. Apenas formalizamos y decidimos venirnos a vivir del otro lado del mundo, donde literalmente no llega el GPS, con pareja estable y con papeles, no tuvimos la mejor idea que comprar en un mayorista para estar siempre provistos. Los primeros meses llenamos el carro sin cuidado como si ganáramos en dĂłlares blue. AsĂ, se nos vencieron más de tres paquetes de arroz, leche en polvo y unos seis paquetes de cafĂ© que tuvimos que despedir sin dejo de tristeza ni culpabilidad. Con el tiempo, aprendimos que la lista es la aliada perfecta. De chica, siempre me molestĂł que mi mamá pierda tiempo conversando con la señora de la verdulerĂa, pero con el tiempo tambiĂ©n aprendĂ que el diálogo es clave para no traer a la casa peras machucadas, manzanas arenosas y lechugas chamuscadas. Lo que nunca, pero nunca entendĂ, es la necesidad de andar con carritos y aunque repito las rutinas que hacĂa mi madre a mi edad cuando hacĂa las compras, nunca, pero nunca voy a usar carrito, porque eso es de señora. Si querĂ©s escuchar el podcast en https://open.spotify.com/episode/3f0AP1p5X3ThpGLVgIytRg?si=vZXCapvwQligkalIDJHXWQ&dl_branch=1