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El tejido del presente

El tejido me trae al presente, a enraizar. Miro sus piecitos, esos que caminan, que corren y pronto se me van a escapar. Ya no van a estar tan a mano, tan agarrables, masajeables. El tiempo pasa rápido...y lo puedo ver en los pies de mí hija mayor que ya me pide prestadas mis zapatillas. El tironeo del trabajo independiente, donde aunque estés, no estás...estás pensando, craneando, escribiendo, estudiando, organizando para generar laburo. Día a día. A veces mucho, a veces poco. Estas semanas de laburo intenso impactó en rufina. Necesitaba mis brazos, mí mirada, mí presencia. Ayer a la mañana fue su límite, lloró al tener que separarnos porque yo tenía el taller de pareja+crianza. Levantó unas líneas de fiebre y ahí me di cuenta lo poco que pude ser sostén para ella en estos días. Me dispuse a estar para ella. Nos quedamos en la cama juntas, ella sólo apoyaba su cuerpo contra el mío, se sentía sostenida, sentía mí presencia. Ya se sentía mejor, me contaba un millón de cosas que no entendí pero que fue hermoso escuchar. Sus palabras a media lengua, su tono, su tranquilidad ... No se despegó ni para ir a jugar con sus hermanes. Cenamos en la cama juntas con Oliverio y les tres nos dormimos. Fue una noche larga y ardua. No dormí. Tomó teta aunque ya hace meses que sólo hace una toma a las seis de la mañana. No importaba. La teta en esos momentos es todo para mí. (Y no me importa tener que volver a acomodar el tema de la teta. Siento que lo necesita, que le hace bien y eso es suficiente.) Sin dormir y sin energía...así fue mí día. Pero ella me pidió que le teja sus pantuflas para el maternal. Y así volví a conectar con sus piecitos, el presente y el abrigo. Lo chiquito, sutil y esencial de mi maternidad. https://www.instagram.com/p/CMsqcZmjk77/?igshid=1at5r7cs1v1ri
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