El contenido a publicar debe seguir las normas de contenido caso contrario se procederá a eliminar y suspender la cuenta.
¿Quiénes pueden ver este post?
Para crear un post para suscriptores primero debes crear un plan
Acompañar
Cargando imagen
Un día caminando por el centro, me llama por teléfono una amiga para contarme que le habían confirmado un diagnóstico y que no tenía muy buen pronóstico. Después de conversar un rato y darle ánimos, corto la llamada y sigo caminando sin saber a dónde ir. Me siento en un escalón de una casa e inmediatamente empiezo a llorar. De la bronca, la impotencia, la angustia. Me permito llorar en la calle porque no había nadie. Y de la nada aparece una mujer y me pregunta qué me pasaba, si necesitaba algo. Se sienta al lado mío y no sé de dónde me sale la confianza para contarle lo que me pasaba. Se queda conmigo un momento, me acompaña, ahora es ella la que me da ánimos. Y así como había llegado, se va. Y yo quedo transformada, sin entender demasiado cómo o por qué.
Mi hijo tiene mucha fiebre. Ya no llora porque está agotado, sólo se queja levemente. Tira la cabeza para un lado, para el otro. Ya le hemos dado medicación, lo hemos bañado, le hemos puesto pañitos fríos. Sólo queda acompañar. Lo acomodo en mi pecho, que de pronto se amplía, tiene el tamaño necesario para cobijar todo su cuerpito envuelto en fuego. Lo sostengo, lo miro, lo acuno. Suavemente, se va dejando llevar por el movimiento y el arrullo y logra dormirse.
En mi trabajo, uno de los jóvenes me cuenta que se acercaba el aniversario de la muerte de su hermano mellizo. Que le gustaría ir al cementerio a verlo porque hacía casi un año que no iba por estar encerrado ahí. Luego de algunas gestiones institucionales, logramos que se autorice la visita al cementerio. Me pide que yo lo acompañe. Cuando llegamos a la parcela me quedo a un costado para dar intimidad a su encuentro, pero me pide que me acerque, que me siente con él y le cuenta a su hermano quién soy, me presenta y yo lo saludo. Mientras ellos conversan, yo acompaño.
La palabra ACOMPAÑAR aloja múltiples sentidos y posibilidades, a veces muy distantes unos de otros, pero creo que pueden tener en común el encuentro y la disponibilidad de una persona para estar con/para otra. Al acompañar no dejamos de ser ni de estar en nosotrxs mismxs, lo que hacemos es poner la atención y la mirada en otra persona, abrirnos a la escucha y el sostén, prestar nuestro cuerpo y nuestro sentir para cobijar a otrx. A veces mediamos palabras, abrazos. A veces, simplemente estamos.
Trabajar desde el acompañamiento requiere formación, conocimiento y herramientas, pero también mucha presencia y empatía.
Ver más
Compartir
Creando imagen...
¿Estás seguro que quieres borrar este post?
Debes iniciar sesión o registrarte para comprar un plan