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Un taller de arte y un espacio de Arteterapia... ¿son lo mismo?
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En la práctica contemporánea de las Arteterapias (y a veces también en las teorías) la confusión entre lo que es y lo que se hace en un taller de arte y un espacio de Arteterapia es muy frecuente, siendo que existen diferencias muy claras que vamos a tratar de visibilizar en este texto.
En un taller de arte los objetivos que se persiguen son fundamentalmente pedagógicos y vinculados a un conocimiento técnico (o sea que los alumnos aprendan técnicas y vayan desarrollándolas clase a clase para ir mejorando en su habilidad), a lo cual puede sumarse el factor expresivo/comunicativo propio del hacer artístico, o sea, aquello vinculado con lo que quiero decir con mi creación. Esto significa que existe, por un lado, un rol docente que ocupa quien imparte el taller, y por otro, un juicio de valor técnico y estético sobre cómo es el uso correcto de los materiales y herramientas y sobre teorías vinculadas a la composición, que son transmitidas por el tallerista. También tenemos un rol de alumno o aprendiz que requiere del conocimiento que le acerca el docente para ir transitando el aprendizaje, a la vez que lo va haciendo propio. No importa de qué disciplina artística hablemos, en cualquier caso, un taller de arte (de música, de plástica, de danza, etc.) se basa en estos preceptos. Sumado a esto, siempre está presente el juicio de valor estético sobre la producción artística que resulta de la interpretación que de ella se haga, y esto se relaciona con la estructura del campo productivo de las artes, donde nos encontramos con ciertas instituciones y actores sociales que, entre otras cosas, legitiman aquello que es arte y lo que no entra en esta definición. Como decíamos antes, un taller de arte cuenta también con una veta del trabajo sobre la expresividad, que tiene que ver con la expresión artística en sí misma, sobre las posibilidades de la expresión artística en relación a comunicar, “sacar” o “soltar” algo, hacer catarsis. Que un taller de arte contemple el factor expresivo y trabaje sobre eso no significa que sea un espacio de terapia, porque un objetivo pedagógico se contrapone a un objetivo terapéutico. Para ser más claros, no podemos pedirle a una persona que se exprese libremente pero que al mismo tiempo lo haga de forma correcta, ya que la libertad expresiva cuando se trabaja desde un enfoque terapéutico no se encasilla en aspectos técnicos o procedimentales.
Por otro lado, encontramos los dispositivos terapéuticos, entre ellos los espacios de Arteterapia, en donde la expresión artística juega un rol de sostén de la intervención en función de objetivos terapéuticos (por eso tampoco le llamamos "clase", sino "encuentro" o "sesión") y las persona/as que coordinan tienen un rol de terapeuta (que básicamente acompaña a la persona en su proceso de introspección). Si bien cuando hablamos de procesos terapéuticos podemos vincularlos con la idea del aprendizaje, lo que se aprende en estos espacios está relacionado con la singularidad de una persona y su proceso personal; el rol de un arteterapeuta no contempla un aspecto pedagógico en relación a técnicas y saberes artísticos. Un objetivo terapéutico siempre va a tener un modo de resolución subjetiva, la cual nunca es correcta o incorrecta: es lo que la persona trae al espacio, lo que elige crear y sobre todo el sentido que le adjudica a lo creado (recordando también que el arteterapeuta no interpreta las creaciones de los participantes). Volviendo a la idea anterior, no podemos pedirle a alguien que se exprese libremente y corregirle al mismo tiempo la "libre expresión" en relación a las técnicas y procesos específicos que estemos proponiendo. Cuando trabajamos desde el Arteterapia no nos interesa que la persona realice algo de forma correcta o incorrecta, ya que lo que se pone en juego es el proceso, la espontaneidad, los significantes y significados que van apareciendo. Por lo que el fin pedagógico y el juicio de valor estético académico desaparecen para ser reemplazados principalmente por reflexión subjetiva y la comunicación con el mundo interno.
Algo para destacar es que, si bien las personas que participan de un espacio de Arteterapia no necesitan contar con conocimientos artísticos, resulta necesario que el arteterapeuta sí cuente con estos conocimientos para poder hacer un uso adecuado de los recursos y las herramientas técnicas en relación al modo en que se van a emplear desde un enfoque terapéutico. O sea, necesita conocer de técnicas artísticas, pero también sobre cómo llevarlas al ámbito terapéutico.
En conclusión, propongo que un taller de arte no es lo mismo que un dispositivo de Arteterapia, es más, son encuadres muy distintos e incompatibles. Decía al principio que en las prácticas contemporáneas existe esta confusión y se manifiesta en espacios que se consideran mixtos, como una especie de “taller de arte terapéutico”, en donde, en muchos casos, se enseñan técnicas, se corrigen procesos pero a la vez se invita a las personas a explorar su mundo interno y ponerlo de manifiesto en sus creaciones y sobre ellas el docente interpreta lo que la persona estaría queriendo decir, a veces sumando a esto “consejos” sobre qué hacer al respecto. O sea, toda una serie de acciones irresponsables, mucho más cuando ni siquiera se cuenta con formación en el campo de las Arteterapias (un taller o curso pequeño muchas veces no es suficiente para sostener esta práctica profesional).
Vale aquí hacer la aclaración de que un taller de arte puede resultar terapéutico (no ser terapia) para una persona por generarle la posibilidad de expresarse, de compartir lo que siente, de hacer catarsis, entendiendo que terapia no es lo mismo que terapéutico. Cuando introducimos la expresión artística en el marco de la técnica, lo que expresamos se subordina al uso correcto de un recurso; en cambio, cuando proponemos una técnica o herramienta artística desde una perspectiva exploratoria e indisciplinada (o sea, saliéndonos de la disciplina artística) con objetivos terapéuticos, de introspección y reflexión personal, toma protagonismo la libertad en la expresión y la posibilidad de dar sentido a lo creado desde el propio sentir e interpretar de la persona creadora.
¿Qué piensas de esto? ¿Conocías estas diferencias?
¿Qué otras cosas deberíamos tener en cuenta para diferenciar estos espacios?
En tu experiencia, ¿te ha pasado de no saber muy bien dónde están los límites de cada práctica?
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