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𝗖𝗼𝗿𝘁𝗮 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮 𝗱𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗰𝗼𝗿𝘁𝗮 𝘃𝗶𝗱𝗮
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Quien procede injustamente es más desgraciado que la víctima de su injusticia.
- Demócrito
Nací macho. No es algo que haya elegido. Simplemente nací así. Y si bien no soy violento por naturaleza, algunos dirían que soy “territorial” y que reacciono agresivamente cuando me provocan.
De todas formas, no logro comprender cómo es que llegué a esta situación. Cómo es que pasé de ser un tierno e indefenso crío a estar envuelto en esta brutal batalla.
…
Nada que recuerde de mi historia concuerda con este momento de mi vida. Crecí en un hogar a las afueras del pueblo y tuve una infancia feliz. Fui alimentado como cualquier criatura y con todos los cuidados y el cariño que era de esperar.
Y hoy estoy en medio de esta lucha a muerte con alguien a quien nunca había visto en mi vida. Y al que estoy seguro que nada le he hecho.
No entiendo su odio a mí. Simplemente no lo entiendo.
Mucho menos creo que haya algo en mí que justifique que haya tanta gente que destila veneno gritando en mi contra. No entiendo por qué, en esta cruel contienda, nadie, absolutamente nadie, me alienta a mí.
Y sí se desgañitan animándolo a él a que acabe conmigo, sin tener en cuenta que no fui yo quien comenzó la pelea.
Fue él, que bien sabe cómo provocarme, el que logró que finalmente me descontrolara y tratara de golpearlo.
No, no fui yo quien comenzó. Y ni siquiera soy del todo yo el que sigue intentando pegarle. Es él, que sabe que una vez que empiezo no puedo detenerme, el que tomó ventaja de mi debilidad e hizo que yo reaccionara.
Nunca imaginé que todo se trataba de una estrategia. Nada sabía de la habilidad que tiene para esquivar mis golpes durante el suficiente tiempo como para agotarme.
Llámenme estúpido, pero de lejos se lo veía mucho más pequeño que yo. Fácil, si se quiere.
Menos imaginé que no sería una pelea limpia. Y que sus amigos esconderían armas para ir dándole al momento en que yo comenzara a sentirme agotado.
Y que el muy cobarde me apuñalaría por la espalda una y otra vez, aprovechándose de mi imposibilidad de desistir por mi condición de macho.
Y ahora borbotones de sangre cubren mi espalda y bombean mi vida al suelo, debilitándome al acelerado ritmo de mi corazón.
No está en mi rendirme. Es más fuerte que yo. Sé que es eso lo que va a terminar matándome, pero no puedo parar. Porque soy macho. El verdadero macho de esta historia. Y no el pusilánime traicionero que tengo enfrente.
…
Nadie escucha mis gritos, mezcla de ukases de guerra y desgarrante dolor. Los de odio de la gente son tanto más fuertes… tanto más…
El sudor de mi frente apenas me deja ver y la fatiga dobla mis rodillas. Y siento que desfallezco en cada desesperado embate en el que intento golpearlo sin éxito.
Presiento el fin de mi vida casi suplicando que así sea. Rezando para que acabe de una vez esta pelea que no sabía que la tenía perdida desde el principio.
No es justo, claro que no. Pero es mi realidad. Y voy a soportarla hasta mi último suspiro.
Ese momento en el que la verdadera “bestia”, esa horda de gente enardecida, llenará de vítores y flores
a este infeliz
al que llaman “torero…
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