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El suicidio
El otro día estaba charlando con un compañero que había conocido en la DDI; y ahora compartimos pabellón en Sierra. Hablábamos de lo que había sido de nuestros otros compañeros cuando estábamos en la seccional, a dónde habían ido a parar y cuántos años les habían dado a los que ya estaban condenados.
En ese momento me habló de un compañero, al principio no lo recordaba, pero él comenzó a describirlo hasta que logré recordarlo. Cuando lo hice y le dije que ya lo recordaba, él me dijo – Bueno, sabías que se mató. Cuando le dieron la sentencia, esa noche se cortó el cuello –, quedé un poco sorprendido y le dije – Mirá, ¿Sabes quién se quiso matar, pero por suerte sobrevivió? … X, igual ahora está bien. Está en Varela, está estudiando periodismo digital y labura como administrativo para el servicio. – La charla continuó con otros temas sin importancia y después se fue a su celda.
Como si fuera poco, al día siguiente se corbateó un preso que estaba en el lado de los confinados y a los días, también otro se quitó la vida, pero esta vez le tocó al pabellón nueve. Todos estos acontecimientos recientes me hicieron volver a reflexionar sobre el suicidio.
Ya en mis anteriores entregas hablé sobre él, pero no me centré mucho en el concepto, más bien, puse mi foco en dar testimonio a casos cercanos que tuve que presenciar. Sin embargo, lo reciente me hizo pensar qué es lo que hay de diferente en mi, ¿Por qué muchas personas en este ambiente toman esta decisión y yo no? ¿Por qué yo soy diferente? ¿qué hay de especial en mi?, sí es que lo hay.
Claro, tal vez, aunque el contexto de encierro sea el mismo, las experiencias son distintas. Tal vez el que opta por matarse es porque tiene que hacerle muchos años, y yo sé que como mucho en unos cuatro años ya estaré en mi casa. Tal vez el suicida, lo perdió todo al caer en cana, tal vez la pasó insoportablemente mal acá.
No conozco sus razones, pero en fin la experiencia no difiere tanto. Yo también estoy en el peor momento de mi vida, un punto de inflexión en el que no se que clase de futuro me depara. Si bien mi familia me sigue, hay personas que nunca más podré volver a ver, y eso duele. Tampoco sé qué será de mis amistades, con ellos hablo regularmente, pero no sé si se va a sostener la amistad en el futuro. Tal vez ya no me vean de la misma manera, o tal vez yo haya cambiado tanto que ya no sería lo mismo. Por el momento todo es incertidumbre hasta que esto termine.
La verdad es que no creo que tenga una fortaleza mental por encima del promedio, es más creo todo lo contrario. Aún así, nunca se me ocurriría tomar mi propia vida, no tengo ni la intención, ni las pelotas. Además el hecho sería terriblemente penoso para mí familia y un final trágico y hasta un tanto humillante para mí.
Nunca voy a entender al suicida, para mí no hay nada peor en esta vida que estar muerto.
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