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El chongo no tiene orgullo
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Una y un millón de veces he caído en el pensamiento del tipo "Se habrá enojado por lo que hice?", o "Le debe haber molestado lo que le dije", o "Seguro no le gustó que rechazara la cita". Torturándome durante el día y repitiendo escenas durante la noche porque el tipo de repente decidió desaparecer y hacerse el ofendido. Hasta que me di cuenta que el chongo no tiene orgullo. Por el sencillo hecho de ser tipo y estar caliente, siempre vuelve. Lo que pasa es que nosotras lo ponemos en un lugar femenino en el que seguramente nos ofenderíamos por esos hechos y dejaríamos de hablarle. Es un error. Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus, dice un libro. Seguramente se ofenden, se enojan, se sienten rechazados, pero se olvidan. Pasa un tiempito y ahí los tenes de vuelta invitándote a salir.
A Marcos lo conocí en una fiesta hace un millón de años, en mi primera etapa de soltería. Nuestro grupo de amigas, pegó onda con el suyo y estuvimos hablando toda la noche. No pasó absolutamente nada entre nosotros, ni siquiera un beso, pero por una de esas casualidades nos agregamos mutuamente a Facebook. Quedó entre mis contactos todos estos años. Creo que al principio hablábamos y de vez en cuando intercambiábamos algún comentario, pero nada más. Nunca más volvimos a vernos porque no se dio, simplemente.
En ésta nueva etapa de soltería, tal vez encontró alguna prueba de ello entre mis interacciones de Facebook y volvió a hablarme. Sigue siendo tan simpático como en aquella época y descubrí un lado picante que me gusta. La realidad es que, a pesar de que "siento" que me gusta, me genera dudas un encuentro con él. Incluso una vez de pura casualidad me lo crucé por la calle sin maquillaje y seguí caminando, con la duda de que realmente fuera él. Además no quería que me viera así. Tarde. Me vio. Y lo descubrí porque me escribió al instante. "Recién pasaste por tal calle?", me dijo. Uhh LPM. Lo bueno de todo esto es que vio mi peor cara a la mañana y aún así decidió escribirme. Lo malo es que habrá pensado que me quise hacer la boluda y la realidad es que no quise que nuestro primer encuentro se viera opacado por mis profundas ojeras. No pareció importarle demasiado. Debo decir que haberlo visto en persona fue una sorpresa porque me gustó lo que vi. Era más alto de lo que pensaba y se veía atractivo. Me dije "Sí, podría salir con éste tipo".
A partir de ahí se intensificó la conversación. Todo por chat. Y por supuesto empezaron a aparecer las invitaciones. Lo malo de Marcos era que, en principio, planteaba encontrarnos en su casa directamente. Un poco me molestaba que haya que ir directo a los papeles sin siquiera una salida previa. Un trago en un bar, no pido demasiado. Después, que siempre me escribía a las 2 AM para que vaya a su casa que queda a una distancia considerable de la mia. Me decia "Tomate un uber", como si fuera fácil para mi salir a esa hora a la calle y subirme al auto de un extraño para pasar la noche en la casa de otro casi extraño. Porque convengamos que a él tampoco lo conozco demasiado. Su falta total de consideración a mi situación, siendo que soy una mujer a la que intenta conocer me molesta muchísimo. Insisto que a esa hora no voy a salir y en algún momento deja de contestarme. Y yo sigo en la mía, por supuesto, ir a dormir. Hubo oportunidades en las que empezaba a hablarme a las 11 PM, que me parece una hora razonable de un viernes para salir, pero sin una propuesta concreta de repente se vuelven a hacer la 1.45 y ya está. No salgo. Sé que estuvo hablando con un par de opciones a ver cuál le convenía y se decidió a esa hora. No soy boluda. Siempre que me pasan esas situaciones pongo un horario tope. Si para las 12.30 no se decidió, entonces no voy.
Así se fueron sucediendo muchísimas oportunidades en las que finalmente no nos vimos. Incluso hubo muchas en las que los planetas estaban mirando para cualquier lado y, por una cosa o por otra, no se nos hizo posible el encuentro. Yo estoy tranquila, porque siempre me manejo dentro de los parámetros de lo que permito y lo que no. Y además entiendo que si no se da es por algo, o porque no es el momento. Aún así, nos sigue quedando pendiente el encuentro. La cosa es que mayormente la que rechaza soy yo. Porque no me cierra el horario, porque no me va lo que propone, porque estoy ocupada. Me planteo una y otra vez si realmente me gusta. Y la respuesta es sí, pero no estoy dispuesta a ceder mi seguridad, cancelar mis planes, olvidarme de mis preferencias como lo hacía a los 20. Todavía tengo el recuerdo de la frustración que sentía cuando terminaba haciendo lo que quería el otro y las cosas no resultaban favorables para mí. No pongo más por sobre todas las cosas lo mucho que me pueda gustar un tipo.
La cuestión de fondo es que Marcos hace ciertos reclamos, ninguno de ellos enojado y jamás me maltrató después de los rechazos. A veces desaparece días, semanas, un mes. Pero ahí esta siempre, volviendo una y otra vez por lo que le quedó pendiente. Y Marcos no es el único, lo pude corroborar con otros chongos. No importa lo que hagas, se les olvida y vuelven. De ahí mi conclusión que el chongo no tiene orgullo. En el afán de lograr su cometido se la banca todas. Seguramente desaparezca después de concretar, o no. Me hice tantas veces la cabeza pensando qué hice mal, que no lo puedo creer. A ellos se les resetea el bocho cada tanto y vuelven al ruedo. Sólo hay que dejarlos ser y seguir en la búsqueda de otro que lo reemplace, si tenes ganas. Y en tal caso, no sé por qué me hacía tanto problema en el pasado. Son sólo chongos y los chongos van y vienen. Como la plata. Es, simplemente, una relación con un interés limitado, solo ligado al placer, con fecha de caducidad.
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