Este libro nace de ese grito visceralque se produceen lo más profundo de las entrañas; cuyo sonido ensordecedor deja devastado a quien lo pro- duce, pero es inaudiblepara todo el resto.Es un grito desesperado pidiendo ayuda, amor, aceptación o cambio; al que muchos en más de una oportu- nidad, intentaron callar. No son conscientes del malestar tan fuerte que ter- mina enfermando a la persona oprimida, y en algunas ocasiones la empuja a quitarse la vida por la frialdad con la que la tratan.
Para dar cuenta de que existen tantas realidades como personas en el mundo, es necesario hablar, contar reiteradas veces las historias de vida de modo que, si no pueden ser oídas, al menos que dejen un registro de su exis- tencia en algún recuerdo, para que alguien en la misma situación pueda sen- tirse reconfortado con la sensación de alivio de saber que no se encuentra solo y su caso no es aislado.
También es un llamado de atención ante la falta de respeto y empatía por parte de personasque, lejos de ayudar ante el sufrimiento o el miedo de otro, se divierte burlándose o restándole importancia, porque es inconce- bible que alguien pueda pasarla mal en una situaciónque, quien se mofa, no ha experimentado y por lo tanto para esa persona no existe. En este punto quiero aclararles que realmente hay personas que no pueden (ciertamente son incapaces), de sentir empatía; otros casos tienen tanto pavor, debido a que sufrieron tanto sus propios traumas que han encontrado en la burla, la armadura que los protege del dolor, como mecanismo de defensa.
No quiero defender ni justificar las malas acciones de nadie, simple- mente advierto que entre mucha gente mala que hay en el mundo, hay otras que para camuflarse fingen ser como ellos porque quieren dejar de ser víc- tima y mostrarse fuertes, de esa forma errónea que encontraron para hacer de cuenta que nada sucedió. A estas personas no hay que odiarlas, hay que
tenerles mucha pena y ayudarlas o alejarse, pero no contra atacar. Apren- dieron que el más fuerte lastima al débil y que para sobrevivir se tienen que adaptar a ese patrón (equivocado) que es lo único que conocen y no se interesan por ir más allá a explorar una vida mejor. Demasiadas veces por los miedos a los que se sienten encadenados junto a sus propiosmonstruos y dilemas.
Detrás de un trastorno alimenticio, una depresión, un intento de suicidio,aislamiento, ataques de pánico,agorafobia, desconfianza o un com- portamiento antisocial; probablemente hubo discriminación, burlas, golpes, maltrato infantil, psicológico, emocional y falta de atención frente las nece- sidades de una persona que crece con el autoestima destrozada y la equivo- cada creencia de no merecer nada bueno que la vida le ofrece.
Sin más preámbulos, los invito a leer aquellos gritos mudos que de otra forma no podrían conocer; pero si por casualidad los escuchan en la co- tidianidad de sus días, por favor les pido que no hagan caso omiso a las plegarias de un corazónroto pidiendo ayuda, y griten con ellos las injusticias de las cuales son víctimas para que los oídos sordos recuperen la audicióny generen empatía y solidaridad. Hoy gritemos todos juntos por los sin voz, porque mañana podríamos ser nosotros los que quedemos afónicos por el dolor.