Café con papáHoy es 2 de Noviembre, mi papá estaría de cumpleaños. Lo recuerdo con mucha nostalgia. Sé que él estaría preocupado y triste de verme ahora como estoy. Me imagino reuniéndome con él a tomar un cafecito y a charlar, para que él me cuente cómo se siente allá en el cielo, lo dejaría hablar para que me cuente lo que él quiera, mientras no pierdo detalle de sus ojos, su mirada siempre triste. Que él me cuente con quién ha hablado o a quien ha visitado. Que me cuente cómo lo trata su mamá. Lo dejaría hablar y yo le preguntaría más cosas, para que él no me pregunte nada. Pero sé que que en algún momento de la tarde me va a preguntar, me va a decir que porqué estoy así, que por que me dejo tratar así, que por que soy tan triste, y ojalá yo tuviera esas respuestas. Ojalá viera a otra Lili, una más como la que a él le gustaría ver. Yo le digo que no se preocupe, que ya va a pasar. Que todo va a estar bien, intentaría engañarlo. Pero finalmente me vuelvo a quebrar, le diría que intento ser fuerte, que trato de no desanimarme, de no desmotivarme pero que me es cada día más difícil. En un momento le pido que me lleve, que quiero estar con él y con mis abuelitos, los extraño tanto. Pero al mismo tiempo sé que eso le dolería mucho a mamá no puedo hacerle eso. Me dice que no diga eso, que aún me faltan cosas por hacer. Que yo soy capaz de todo. Le pido ayuda, que me dé fuerzas, más fuerzas, que me siga acompañando, que me dé consejos de como salir de este maldito pozo, ya no quiero seguir triste, ya no quiero llorar más, Desde muy chica sé que no funciono como los demás. Siempre retraída, callada, tímida, la que cuando hay mucha gente no habla, quiere hacerlo pero no le sale. A la que no le gusta celebrar cumpleaños, no quiere ser centro de atención. A la que le diagnosticaron depresión, pero sabe que hay algo más. Después de un silencio que me lleva a la calma él me toma de las manos y me dice que no me dé por vencida, que confía en mí, que busque ayuda y que recuerde que no estoy sola. Le agradezco por su visita, le prometo que voy a estar mejor y que buscaré respuestas, y le hago prometer que me visite más seguido.Ver más
El eco del hombre que fueEdmundo Dantés llegó al castillo de If con el alma todavía tibia de futuro, como quien entra a una tormenta sin comprender que ya no existe la costa de regreso. Hasta entonces había sido un hombre hecho de luz: confiado, noble, dueño de una inocencia que el mundo suele demorar sin aviso. Pero allí, en ese sepulcro de piedra suspendido sobre el mar, los días comenzaron a deshilacharse uno por uno, como hilos arrancados de un destino que ya no le pertenecía. Lo que al principio fue una súplica, una petición desesperada, a un mundo que ya no lo escuchaba, se transformó en un interrogante constante, ¿por qué él? y lo que fue pregunta se volvió en un ardor, una llama interna que no tenía dónde escapar. Edmundo fue tallándose un nuevo rostro, uno que no mostraba a nadie ni siquiera a sí mismo. Cada recuerdo de traición se convertía en un ladrillo y cada ladrillo en una pared que él mismo levantaba para no volver a ser herido. Sin embargo, incluso en su miseria, había una vibración silenciosa, casi imperceptible, que crecía con los días. Una intuición oscura como un presagio. Edmundo empezaba a comprender que su historia no se marchitaría allí. Que esa prisión no era un final, sino el útero cruel de algo distinto. El mar golpeaba sin descanso, las murallas del Castillo y EVer más
La soledad también crea monstruosAbrí los ojos sin saber quién era. El mundo me recibió con gritos y puertas cerradas. Y el primero en huir fue quien me había dado la vida. Aprendí a mirar desde lejos, escuchar palabras que no eran para mí, entender que la bondad existía, pero no me pertenecía. No pedía venganza. Pedía compañía. Un hombre, una mano, un lugar donde no dar miedo. Pero la soledad también enseña a endurecerse. Y cuando nadie te abraza, el dolor aprende hablar más fuerte. Si me llamaron monstruo, no fue por lo que era, sino por todo el amor que no supieron darme. Porque incluso las criaturas más temidas solo quieren lo mismo que todos: no estar solas. Y en ese silencio, entendí que la soledad también puede crear monstruos.Ver más