Publicaciones de Huecos de Magia

Sin razón

Que estar en la mierda también puede ser desarmarse de la risa con el dolor punzante en el estómago por la inercia de no abandonar ese sonido entrecortado y excesivamente irregular que se te escapa entre los dientes y te cosquillea la lengua. Ese sonido que detestas pero preferís sobre todo lo que te provoca rechazo antes que ahogarte en el llanto malcriado sin orilla ni horizonte sin acuarela ni pincel sin fondo blanco ni espumita sin prólogo ni epílogo. En definitiva, sin un ápice de razón. ¿Y qué será la razón en un mundo cada vez más corrompido?

¿Cuántas veces...?

con una copa de más, con una pelota que pegó en el palo, con un silencio que no supiste romper, con un mensaje que no esperabas, con la sorpresa de su voz, con una lluvia troquelada, con un sol que amagó, con una canción inoportuna, con un tuit mal redactado que fue directo a la llaga, con una película que no entendiste, con una alarma que no sonó, con un poema que no supiste terminar con un punto y aparte...

La alternativa

Y la resistencia se volvió la alternativa, el camino seguro. No tengo ganas de querer, mucho menos que me quieran. Entonces, resisto en esta trinchera venida abajo con los dientes apretados y los puños cerrados, deseando que estés batallando por los mismos ideales, por el mismo fin, y que no se te ocurra ni por despiste ni por capricho plantar banderita blanca porque me niego a aceptarla. A la larga, las treguas son las causantes de conflictos peores y ya aprendimos a mantenernos firmes entre los escombros.

De multiversos y promesas...

En el multiverso de tus promesas, hay una que se repite en cada uno de ellos. Y es imposible zafarme de ella, no encuentro la forma de deshacerla, desafié hasta la gravedad para soltarla, pero me la vuelvo a tropezar. aunque use las gemas del infinito, aunque corra con la ventaja de conocer el “antes” y el “después”, aunque esquive esa baldosa floja en tu tiempo o en el mío, aunque cambiemos de nombres, aunque hable otro idioma, aunque tenga otra familia, aunque crezca en otra ciudad, aunque todo termine justo antes de empezar, aunque… aunque… aunque… “Te prometo que siempre te voy a querer pero no voy a volver...”. Y el espacio te hizo polvo en su tic-tac desesperante sin comienzo ni final que sigue trascurriendo como si nunca hubieras existido, como si no me hubieras condenado a esperar que rompas esa promesa, como si no fuera la única que te dignaste a cumplir.

Hasta que...

Abrazame hasta que los domingos dejen de ser nostalgia y los lunes sinónimo de rutina. Bailemos hasta que dejemos de escuchar en loop ese “adiós” que jamás pronunciamos, hasta que un nuevo abrazo desarme para siempre los pedazos rotos mal unidos. Brindemos hasta que superemos la vulnerabilidad, hasta que dejemos de dudar de los días nublados. Abrazame hasta que el “vamos viendo” deje de ser chamuyo, hasta que el “que se repita” sea mejor que la primera vez. Bailemos hasta que nos deje de importar el “qué dirán”, hasta que las risas sean más fuertes que el ruido del caos mental. Brindemos hasta que nos empalaguen las tardes primaverales, hasta que las puestas de sol nos dejen de emocionar. Abrazame hasta que no sienta más el frío una noche cualquiera de julio, hasta que la brisa del verano me empiece a irritar. Bailemos hasta que el mundo deje de ser un café con tostadas masticadas por inercia, una birra caliente que nadie pidió. Brindemos hasta que se nos ocurra otra razón para brindar, incluso, aunque sintamos que ya no nos queda nada más por esperar.